Diariamente se realizan numerosas transacciones de dinero digital, incluyendo pagos con tarjetas de crédito y débito, operaciones con billeteras virtuales, pagos instantáneos y transferencias mediante aplicaciones bancarias móviles. Además, los bancos ofrecen una amplia variedad de servicios financieros que están disponibles de manera inmediata con solo unos clics, como la concesión de créditos y préstamos, aperturas de cuentas y operaciones de inversión en diferentes activos.
La creciente digitalización de las transacciones ha simplificado los procesos al punto de volverlos tan ágiles y convenientes, que es poco probable que nos detengamos a pensar sobre la naturaleza multifacética del dinero. Ya sea como unidad de cuenta, reserva de valor o instrumento de pago, para nosotros, simplemente está ahí, en nuestra cuenta y a disposición.
Pero el dinero tal como lo conocemos tiene sus días contados, o al menos, su versión de papel moneda emitido por los bancos centrales como moneda fiduciaria. Según un estudio del Banco de Pagos Internacionales, antes del fin de esta década, al menos una veintena de países tendrán CBDC, o Central Bank Digital Currencies (Monedas Digitales de Banco Central), una forma digital de las monedas emitidas y respaldadas por los bancos centrales de un país. Como el peso, el dólar o el euro, pero en versión electrónica.
Actualmente solo hay cuatro monedas digitales de bancos centrales en circulación, en las Bahamas, el Caribe, Jamaica y Nigeria, pero pronto serán muchas más. Durante 2022, el porcentaje de bancos centrales que se encontraban trabajando en alguna etapa de la implementación de CBDC creció un 93%, impulsadas por la cada vez mayor aceptación de criptomonedas descentralizadas por parte de ciudadanos alrededor del mundo.
Es que, a diferencia de criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, donde la privacidad de las transacciones está garantizada, las CBDC tienen a los bancos centrales en el núcleo de cada transacción que se realice. Lo mismo sucede hoy en día con el uso de dinero en efectivo, el anonimato de cada operación está asegurado y los estados poco pueden hacer para enterarse si la misma no es declarada. Pero con las CBDCs, el Banco Central emisor tendrá absoluto control y monitoreo de los movimientos de dinero que hagan los particulares.
El Banco Central Europeo tiene previsto iniciar próximamente su programa piloto del euro digital, con el objetivo de lanzar la moneda para el año 2028; mientras que el Banco Nacional Suizo (SNB) anunció a finales del pasado mes de junio que emitirá una CBDC mayorista, destinada a pagos interbancarios. Se trata de dinero digital auténtico, equivalente a las reservas bancarias, que buscará probar transacciones reales con diferentes participantes del mercado.
Otros proyectos se encuentran mucho más avanzados, como el Yuan digital (e-CNY), implementado experimentalmente en 2019 en cuatro ciudades chinas y ahora ya disponible en más de 100. Sobre diciembre de 2022 el monto total de las transacciones en e-CNY habían superado los 1200 millones de yuanes (180.000 millones de dólares), llegando a los 300 millones de usuarios. Otras grandes economías, como India y Brasil, están preparando el lanzamiento de sus CBDC para el año próximo.
En este sentido, el pasado 6 de julio, el Banco Central de Brasil publicó en GitHub, una de las plataformas de alojamiento de código más populares del mundo, el código fuente del proyecto de real digital brasileño para permitir una auditoría pública del mismo. Horas más tarde, Pedro Magalhães, fundador de la consultora tecnológica Iora Labs y desarrollador especializado en blockchain, aseguró haber aplicado ingeniería inversa a dicho código, logrando descubrir algunas de sus características.
Las funciones reveladas en el código fuente del proyecto del real digital evidencian un nivel de control sin precedentes sobre los monederos digitales. Entre ellas, se incluye la capacidad de congelar o descongelar cuentas bancarias específicas, aumentar o disminuir los saldos de las cuentas congeladas, realizar transferencias de reales digitales de una dirección a otra, pausar o reanudar las transferencias, y crear o eliminar monedas desde y hacia ciertas direcciones. Todo esto se lleva a cabo sin requerir autorización o conocimiento por parte de los usuarios, teniendo el banco central un dominio absoluto sobre estos activos digitales.
Estas capacidades fueron confirmadas posteriormente por el mismo Banco Central de Brasil, pudiendo ser ejecutadas por cualquier entidad autorizada por el banco a través de la función denominada Control de Acceso. Sin embargo, también aseguraron que la arquitectura presentada no es definitiva, por lo que estas funciones podrían no estar presentes en la versión final.
Las características del proyecto del real digital ponen de manifiesto la preocupante vulnerabilidad que las CBDC representan para los derechos civiles de los ciudadanos. En términos generales, esto implica la desaparición de la privacidad financiera, ya que los bancos centrales tendrían control y acceso absoluto a las cuentas y transacciones de las personas. Además, esta tecnología monetaria facilita una mayor vigilancia de parte de los gobiernos, conduciendo a una clara restricción de las libertades individuales.
Además, aunque las CBDC se presentan como herramientas para mejorar la inclusión financiera, igualmente existirán sectores de la población que no tendrán acceso a la tecnología necesaria para utilizar este tipo de monedas digitales, profundizando la brecha digital y aumentando aún más la exclusión económica. También hay que tener en cuenta los riesgos de ciberseguridad que representan tanto para usuarios y plataformas, o la posibilidad de un apagón tecnológico de envergadura, ya sea por causas naturales o sabotaje, que impida el acceso a los fondos.
Otro de los aspectos a considerar de la implementación de las CBDC es el impacto en el mundo laboral, específicamente en las instituciones financieras tradicionales. Si los individuos comienzan a relacionarse directamente con los bancos centrales en lugar de hacerlo como hasta ahora con las entidades privadas, se produciría una disrupción significativa en el modelo de negocios de estos bancos, que perderían su función de intermediación financiera. Esta reducción en la demanda de servicios bancarios repercutirá negativamente en la demanda de empleo dentro de estas instituciones, que necesitarán mucho menos personal.
Si bien es cierto que estas monedas digitales ofrecen una serie de beneficios potenciales como mayor velocidad en las transacciones, reducción de costos y prevención de lavado de dinero, es fundamental no priorizar estos aspectos sobre el riesgo que representan para las libertades individuales.
Otra vez, detrás de la aparente búsqueda del bien común y debajo de una apariencia democrática, se esconden intenciones claramente totalitarias de dominio y vigilancia sobre los ciudadanos, avanzando sigilosamente sobre los derechos más fundamentales. El despliegue de las CBDC es un tema que requiere de un profundo debate público y la participación activa de la sociedad civil. De lo contrario, podríamos estar entregando a los estados un arma de control social y político sin precedentes.