Rosario es la tierra en la que enraíce el retoño de un árbol que sobrevivió a la bomba nuclear que el 6 de agosto de 1945 Estados Unidos arrojó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Un verdadero símbolo de paz plantado en la escuela Gurruchaga a modo de regalo por la celebración de sus 125 años. El vástago es un ejemplar de un alcanforero (Cinnamomum camphora) cuya semilla fue enviada desde Japón a Buenos Aires en el marco de un proyecto muy especial llevado adelante por una familia bonaerense que ha posibilitado que una veintena de esquejes nipones reverdezcan en suelo argentino.
La escuela Gurruchaga, ubicada en Salta 3400 sumará a la plaza de las Américas el pequeño alcanforero japonés, hijo de un noble ejemplar que logró desafiar la lógica aniquiladora del Little Boy. La plantación está prevista para este viernes 25 de octubre en el marco de su 125º aniversario. En esta oportunidad, está prevista la colocación de una placa en la que se recuerde el origen del arbolito cuya genética indica será un gigante verde, refugio de pájaros y fuente de fresca sombra.
El esqueje llegó a Rosario en el auto de Luciano Savoretti. Papá de dos alumnos de la Gurruchaga pensó que la escuela podría ser uno de los destinos de esos sobrevivientes cuando, meses atrás, conoció el proyecto Semillas de Paz, liderado por Julio Bernal y su familia, quienes cultivan los vástagos en el patio de su casa de un barrio de capital federal. Hasta allí viajó en septiembre pasado para retirar el ejemplar luego de un largo tiempo en el que intercambiaron mails y mensajes virtuales ya que la entrega requiere una serie de requisitos y condiciones.
El protocolo fue elaborado por el mismo Bernal, creador del proyecto Semillas de Paz. La idea surgió cuando navegaba por internet: “Una tarde de fines de febrero de 2012 me senté frente a la PC para investigar un poco más acerca de la ciudad de Hiroshima y el atroz bombardeo que sufrió hace 79 años, tendiente a producir una presentacion para este evento. Así, tomé conocimiento del esfuerzo de voluntarios de aquella ciudad para recolectar y difundir las semillas de estos árboles a nivel internacional”, comentó.
Los árboles a los que Julio se refiere son los que renacieron a pesar de que un superhongo tóxico les cayó encima. Eso fue el 6 de agosto 1945, la bomba atómica que lanzó Estados Unidos sobre Japón y que convirtió el centro de Hiroshima en un desierto radiactivo y cubierto de ceniza. “Un lugar arrasado y carente de vida”, señala el documento fundador de Semillas de Paz.
“Muchos creían que nada crecería en 75 años e incluso se hablaba de la reconstrucción completa de la ciudad en otro sitio. Cuando nuevas plántulas fueron vistas a través de ese paisaje desolado, después de sólo unos meses de arrojada la bomba, fue un mensaje poderoso, que animó a los sobrevivientes en su lucha por la reconstrucción de la ciudad”, continúa.
“Hoy en día Hiroshima es una ciudad verde y vibrante, y es conocida por el museo memorial de la paz y su hermoso parque, y por la abundancia de sus árboles. Alrededor de 170 de estos árboles, se ubican en 55 lugares dentro del radio de dos kilómetros del hipocentro, y han sido registrados oficialmente por el municipio, como árboles a-bombardeados. Tal como los sobrevivientes de la bomba atómica (hibakusha – 被爆者), ellos también han dado testimonio de la devastación causada por las armas nucleares”, advierte Julio en un texto que divulga la esencia de su proyecto.
Por años han sido cuidados afectuosamente por autoridades, botánicos, por diferentes grupos de ciudadanos, identificados por una placa especial y un nombre único: hibakujumoku (被爆樹木 - árbol sobreviviente).
Julio consideró la posibilidad de pedir un par de semillas. ¿Por qué no?, se preguntó. Inició una comunicación por correo electrónico con Japón, poco a poco germinó el proyecto con un objetivo mucho más ambicioso y se firmó un acuerdo: el jardín botánico de Hiroshima enviaría las semillas para ser germinadas en suelo argentino, con los propósitos de hacer llegar los mensajes de paz, cuidado del medio ambiente y, no menos importante debido a la procedencia de las simientes, difundir el recuerdo de los fallecidos a causa de la bomba y la no proliferación nuclear.
El viernes 3 de agosto de 2012, a las 15, Julio recibió un mensaje desde el jardín botánico “Carlos Thays” de la ciudad autónoma de Buenos Aires: “Hace un ratito llegaron las semillas, yo guardo el sobre en heladera y el lunes lo abrimos, previo registro fotográfico del evento.” Tres días después, justamente el 6 de agosto, se produjo la reunión y Julio pudo tomar con sus manos las semillas de las variedades Ginkgo biloba, Diospyros kaki, Ilex rotunda y Cinnamomum canphora.
Un alcanforero japonés en Rosario
Así comenzó la historia que tenga su propio capítulo local cuando, en la escuela Francisco de Gurruchaga Nº 71 que celebra sus 125 años, planten el alcanforero de 12 años, criado por Julio en su patio porteño. “Con él simbolizamos nuestro compromiso con el futuro y el legado que dejamos para las generaciones venideras”, planteó la directora, Mariana Sánchez, quien contó que durante la ceremonia de este viernes, autoridades y comunidad educativa participarán para conmemorar más de un siglo de educación y compromiso. La propuesta contempla la plantación junto al árbol de deseos y sueños escritos por nuestros estudiantes que serán compartidos en la celebración. “Esta especie, con su fuerza, longevidad y fragancia inconfundible, nos recuerda que, como comunidad, debemos nutrir nuestras raíces, mantenernos firmes frente a los desafíos y continuar creciendo hacia el cielo. Que este árbol sea un símbolo vivo de nuestros valores, un recordatorio de nuestro pasado y una promesa de lo que aún está por venir. Al igual que el alcanforero, que ofrece sombra, protección y salud, que nuestra escuela continúe siendo un refugio de aprendizaje, crecimiento y oportunidades”, manifestó la directora. Y por último, consideró que con la plantación “nuestra comunidad educativa reafirma su compromiso con la sostenibilidad, el respeto por la naturaleza y la construcción de un futuro que, como el alcanforero, se mantenga firme y próspero para las futuras generaciones”. Actualmente, Argentina es el país con mayor cantidad de árboles descendientes de ejemplares sobrevivientes al bombardeo atómico en el mundo. Las semillas prendieron. Al principio, algunos “hijos” se quedaron en el jardín botánico de Buenos Aires. En una segunda etapa (comunidad nikkei), las plántulas obtenidas de las semillas recibidas fueron ofrecidas a diferentes entidades de la comunidad japonesa, con el compromiso de cuidarlas e informar acerca de su crecimiento. Se plantaron ejemplares en el Jardín japonés, la Asociación japonesa Escobar, la Asociación japonesa Florencio Varela, el Centro okinawense en la Argentina y en la Asociación japonesa Burzaco. La tercera instancia significó una distribución hacia la comunidad en general. “Es nuestro anhelo el poder donar los retoños de aquellos árboles que sobrevivieron al bombardeo atómico a diferentes receptores públicos de la República Argentina, para que en sus predios se celebre la paz, recordando a la ciudad mártir de Hiroshima, y donde todos podamos disfrutar del medio ambiente y reflexionar”, explicaron desde Semillas de la Paz. Hasta marzo de este año, se plantaron ejemplares en la Municipalidad de 9 de julio (provincia de Buenos Aires), Universidad Nacional de San Martín + Rotary San Andrés (provincia de Buenos Aires), Colegio N° 1 “Domingo Faustino Sarmiento” - Paraná (provincia de Entre Ríos), Catedral de San Martín + Rotary San Andrés (provincia de Buenos Aires), San Andrés Golf Club + Rotary San Andrés (provincia Buenos Aires), Liceo militar General San Martín + Rotary San Andrés (provincia de Buenos Aires), Plaza Paul Harris – Rotary de Arroyo Leyes, (provinica de Santa Fe), Plaza General Rodriguez (Municipalidad + Rotaryde General Rodríguez (provincia de Buenos Aires), Escuela secundaria Nº 10 – Berazategui (provincia de Buenos Aires), Santuario Nuestra Señora de Lourdes + rotary Santos Lugares (provincia de Buenos Aires), Hogar de ancianos “San Vicente de Paul” + Rotary Bragado (provincia de Buenos Aires), Smc Argentina – Tigre (provincia de Buenos Aires), Hospital municipal “Nuestra Señora de la Merced” + Rotary Alberti (provincia Buenos Aires), Parroquia Santísima Eucaristía + Rotary Chivilcoy Oeste (provincia de Buenos Aires), Capilla Santo Cristo + Rotary Alberti – Coronel Seguí (provincia de Buenos Aires), Facultad de agronomía – UBA (c.a.b.a.), Barrio privado Santa Bárbara - Tigre (provincia de Buenos Aires), Biblioteca pública Rivadavia – Pehuajo (provincia de Buenos Aires), Plaza del Milenio –Municipalidad de Vicente Lopez + Rotary Olivos, Olivos (provincia de Buenos Aires), Centro ecuménico Jardín del corazón – Máximo Paz (provincia de Buenos Aires), Aeroclub Chivilcoy + Rotary Chivilcoy oeste (provincia de Buenos Aires), Espacio Soria Moria + fundación Invap – San Carlos de Bariloche (provincia de Río Negro), Museo de Ciencias Naturales "Amado Bonpland" + Rotary río Paraná – Corrientes capital (Corrientes). “Este sueño que tomó forma primaria hace más de 10 años recién comienza. Todavía nos resta un largo camino, ayudando a diseminar los ideales de paz, recuerdo de las víctimas y cuidado del medio ambiente. Contamos con la colaboración de todos ustedes para lograrlo”, concluyeron.Puro brote