¿Qué hace un niño si nadie lo cuida? En uno de los pasillos más calientes del noroeste de Rosario, en donde la pobreza recrudece con la violencia que supura el narcocrimen, un nene se tiene que hacer cargo del bunker de droga que solían atender sus padres, ahora ausentes. El padrastro cayó preso y la mamá debió recibir atención urgente por su consumo de sustancias. En la casita, más desprotegidos que nunca, quedaron también sus hermanos: dos niñas y otro adolescente.
“Regenteaba el búnker y como niño que era, cuando llegaba al centro Cuidar merendaba, formaba parte de las propuestas socioeducativas y jugaba en el playón en el equipito de básquet. Una situación súper compleja”. La que habla es Andrea Fortunio, directora de Infancias de la Municipalidad de Rosario, quien expuso este caso para dar cuenta de lo que significa que un niño o un adolescente esté en riesgo.
–¿Qué se hace cuando pasa algo así?, fue la pregunta de Rosario3.
–En el territorio tenemos equipos que se ponen la camiseta del Estado todo el tiempo y llevan adelante las estrategias que se piensan de manera colectiva con los profesionales y con los equipos socioeducativos que trabajan en el centro Cuidar. Ahora, ¿esto alcanza? Porque está también la voluntad de ese adolescente.
En ese momento, interviene el intendente Pablo Javkin: “El chico que quiere sale, puede hacerlo. Es distinto con aquel que ya pertenece a una banda u organización criminal”.
La directora del Servicio local de infancias, ex del hospital de Niños Víctor J. Vilela, Viviana Esquivel, coincide: “Los chicos no están perdidos”. A lo que el concejal, el médico psiquiatra, Lucas Raspall, agrega: “Cuando el faro no está en el entorno más inmediato del niño, tiene que estar el Estado”.
Un "Heca" para los más pequeños y desprotegidos
El diálogo tiene lugar en el renovado edificio que ocupa la esquina de Mitre y San Lorenzo. Allí, donde funcionó Senasa por muchos años, la Municipalidad de Rosario busca cumplir un sueño de gestión: centralizar las atenciones más complejas relacionadas a niños, niñas y adolescentes en peligro en un espacio físico. La Casa de las infancias, que abre sus puertas el lunes próximo, corporizará el cruce de los diversos abordajes estatales llevados a cabo en los distintos rincones de Rosario sobre los chicos más lastimados y quebrantados. “Acá, es como un Heca de la vulneración de los derechos del niño”, suma, por su parte, el secretario de Desarrollo Humano y Hábitat, Nicolás Gianelloni, dejando en claro el objetivo de la nueva apuesta.
Tal como hace el hospital que atiende las urgencias médicas más extremas en la ciudad, la Casa de las infancias está pensada para afrontar la emergencia social en la que están inmersos entre 15 y 16 mil chicos, dato que se desprende de la existencia de unas 4500 carpetas que albergan los casos de las familias rosarinas más diezmadas, tan visibles en esta Rosario atravesada por la pobreza en aumento.
¿Qué significa que un niño es vulnerado? Los ejemplos sobran acá y en todo el país: niñitos pidiendo limosna o tratando de vender alguna baratija, chicos arrastrando un carro o metidos en los contenedores de basura, pibitos que roban, matan y otros que son despojados y asesinados. Nenes que se drogan, criaturas sexualizadas, adolescentes que no comen lo suficiente ni van a la escuela, chiquitos deambulando de noche, menores golpeados y abusados. Desorientados y, muchas veces, solos.
Fortunio asegura que la problemática que más atienden es el desamparo. “En general, las situaciones que nos vienen con pedido de intervención, en principio de las instituciones de territorio, tienen que ver con una fragilidad muy grande o una ausencia de los cuidados de los adultos referentes. Hay una mamá que no está, hay un papá que no cuida, que no alimentan o que no llevan los chicos al médico y no tiene que ver con un deseo voluntario de no estar sino que está muy atravesado con situaciones de consumo, con el narco delito, con un montón de otros delitos o situaciones muy complejas que repercuten en la crianza de los niños. Se los descuida, pero no porque se quiere sino por la realidad que están atravesando y el consumo problemático de esos padres”.
Esquivel considera la crisis económica que padecen con mayor intensidad algunas familias. “Tienen que salir a trabajar y esos niños no quedan al cuidado de un adulto responsable. Y no hay intención de no cuidar, sino que los atraviesa una situación particular”.
Javkin, por su parte, advierte que el escenario actual está plagado de las huellas que dejó la pandemia. “Además de la crisis económica de hoy, la postpandemia fue un momento de ruptura social y política”, sostiene al tiempo que Gianelloni refuerza: “El servicio de atención ciudadana, que es la primera escucha en lo social que tenemos en todos los distritos, tanto sea demanda de asistencia alimentaria como emergencia habitacional, subió un 60 por ciento desde enero hasta ahora, sobre todo, en junio y julio. Hay cantidad de gente que perdió el trabajo”.
Una puerta a la que tocar
La Casa de las infancias buscará aportar un espacio físico amable para la escucha y la contención de personas con dificultades y carencias. Sus impulsores remarcan que sus múltiples espacios habilitan a que se sientan cómodas y seguras para expresarse y confiar. Antes, cuando la dirección de Infancias funcionaba en el edificio del Correo Argentino, los asistidos eran atendidos en boxes que filtraban sus voces, sin ningún grado de intimidad.
Centralizar la atención en este edificio también permitirá, según explican las autoridades, la posibilidad de abordar situaciones problemáticas es un lugar distante al foco del conflicto, incluso está asentado en un punto geográfico de fácil acceso ya que hay varias líneas de colectivo que llegan hasta Mitre y San Lorenzo. Además, dispone de una amplia ludoteca en la que los niños y niñas pueden jugar mientras los adultos responsables son atendidos o bien, pueden ser entrevistados en el marco de alguna intervención en un ambiente agradable para ellos.
A la Casa de las infancias arribarán los casos más complejos que son tratados previamente en los sitios en los que se producen. “Nosotros trabajamos desde el territorio y lo que buscamos es fortalecer la red de instituciones locales y de trabajo de los profesionales que se dan en territorio. Tenemos más de 150 instituciones entre todos los anclajes territoriales de la Municipalidad; los de la Secretaría de Deporte que son polideportivos y clubes con convenio, la Secretaría de Salud con los centros de salud y los efectores, la Secretaría de Género con los centros de protección, la Secretaría de Cultura con los espacios culturales y la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat con los 43 Centros Cuidar que son nuestros primeros anclajes donde desplegamos un montón de propuestas”, explica la directora de Infancias.
“Creemos en el fortalecimiento de ese adulto responsable que cuida y que debe cuidar, es justamente el eje de nuestro laburo”, continúa y cuestiona: “Ahora, ¿qué pasa cuando ese fortalecimiento no existe o cuando ese adulto que debe llevar adelante el rol de cuidado no está o no puede? Bueno, nosotros intervenimos siempre a pedido de otros adultos que están mirando esos procesos, una seño que está en la sala de tres o una médica pediatra. Entonces, nos activan estas alertas y nosotros empezamos a intervenir con nuestros profesionales para desplegar o crear una estrategia de acompañamiento, pero siempre primero el del fortalecimiento de ese adulto que debe cuidar”.
La Casa cuenta con 55 empleados propios de diversas profesiones para despejar y ordenar las escenas más crueles en las que niños, niñas y adolescentes son protagonistas, un equipo interdisciplinario compuesto por psicólogos, trabajadores sociales y abogados. Según establecen, tanto el intendente como Esquivel, Fotunio, Raspall y Gianelloni, la clave es la intervención personalizada, el trabajo puntual, caso por caso, sin poner el objetivo en la cantidad sino en la calidad del servicio.
“La apertura de la Casa de las infancias no es una fiesta ni una celebración, sino una necesidad que tenía el municipio de reconocer el laburo en los territorios y porque los pibes con los que nosotros trabajamos merecen un lugar lindo y cuidado, un lugar donde puedan disfrutar y jugar porque la realidad que están atravesando es durísima”, concluye Fortuito.