En Rosario son muchas las historias de asesinatos que no tienen justicia. Entre tantas, se destaca una que resonó en la sociedad por su alevosía y que sigue reverberando: el 27 de enero de 2004 la trabajadora sexual y dirigente sindical Sandra Cabrera (quien venía realizando reiteradas denuncias contra policías) fue asesinada en la zona de la Terminal de ómnibus. El único imputado, Diego Parvluczyk, un policía federal con quien la unía una relación amorosa, luego de permanecer cuatro meses detenido fue sobreseído. Tres años después la causa fue cerrada “por falta de pruebas”.
Una variedad de producciones artísticas han revisado la historia de Cabrera, destacando la valentía de la referente social y la impunidad alrededor del caso. A 20 años de su crimen, Rosario3 hace un repaso por las obras creadas por autoras mujeres: la primera fue en 2010 en el arte audiovisual, cuando la cineasta Lucrecia Mastrángelo estrenó un documental ficcionado llamado Sexo, dignidad y muerte, que se puede ver en la red social Youtube. A esta se suma otro audiovisual en un capítulo de la serie Mujeres con historia de Unicanal de la Universidad Nacional de Rosario.
En forma editorial, la novela Las Bufonas, de la fallecida escritora Alma Maritano envuelve la historia desde varios personajes en una trama compleja de redes de complicidades. También existe un personaje ficcional inspirado en Sandra Cabrera en la novela Reality de Beatriz Vignoli. En tanto, desde marzo del año pasado, se encuentra en proceso un podcast llamado Matar a una puta sindicalista, de las periodistas rosarinas Laura Hintze y Arlen Buchara, que estrenará en la primera mitad de este año, y ya cuenta con un tráiler y un sitio web con detalles de la historia.
En diálogo con este medio, la realizadora Lucrecia Mastrángelo dio a conocer cómo pensó aquella primera producción sobre la vida y la lucha de Cabrera; y por su parte, la periodista Laura Hintze brindó un adelanto de la que será la producción más actual, en el formato sonoro online.
Una docuficción “para generar empatía”
La realizadora audiovisual Lucrecia Mastrángelo recordó, 14 años después de su estreno, cómo pensó el film documental Sexo dignidad y muerte. Sandra Cabrera, el crimen impune: “Empecé a investigar en el 2008. Era una historia rosarina sobre la cual no se había hecho ninguna producción. Entré por la causa judicial, y me pareció tremendo enterarme cómo se llevó adelante ese juicio, y de cómo quedó liberado el novio. Es una película vigente, que se sigue mirando en sectores educativos para debatir sobre trabajo sexual y sobre cómo funciona la Justicia en Rosario”.
Fue en el camino, al entrevistar a sus amigas y compañeras de trabajo, que Lucrecia entendió de los atributos que tenía Sandra: “Me encontré con semejante mujer, con unos ovarios... iba a los medios a denunciar la corrupción, defendía a las compañeras amenazadas. Al escribir el guion, pensé si la película iba a estar a la altura, si iba a reflejar su valor”.
“Sobre el trabajo sexual, yo tenía mis prejuicios, como muchos. Y los derribé. Descubrí el mundo de las trabajadoras y el de las agremiadas. Me costaba entender que elegían este trabajo. Admiré que peleaban por ser monotributistas, tener una obra social y una jubilación digna. Al conocerlas entendí su mirada, eran mujeres de 30 a 50 años, sostenes de hogar con hijos, en una red solidaria que encontré más fuerte que en los sectores medios, en un colectivo muy vulnerado”, comentó.
En cuanto al caso judicial que desencadenó su homicidio, la realizadora observó: "La teoría era que este novio policía la usaba, y ella estaba enamorada de él. Entonces él recibió órdenes de eliminarla porque peligraba los negocios que denunciaba”.
Por otra parte, recordó que “la causa se cae por un argumento del abogado defensor del imputado, Carlos Varela, que plantea que no se puede confiar en los testimonios de sus compañeras (varias la vieron con él por última vez esa noche) porque ellas eran trabajadoras sexuales”. Para Mastrángelo “este resultado fue mafioso y disciplinador”.
¿Y por qué una docu ficción y no un documental? Consultada sobre el recurso desarrollado en su obra, explicó: “Lo hice para que la actuación logre la empatía del espectador con una prostituta, que para la sociedad suele ser una de las peores cosas que se puede ser. Y funcionó como un recurso movilizador: ella volvía con los tacos en la mano tarde a la noche y su nena la esperaba dormida en una silla, y dormían juntas en una camita. Así como se veían escenas de violencia en las discusiones de ella con su novio policía”.
En el film hay escenas en los calabozos de la ex Jefatura de San Lorenzo y Dorrego, donde muchas veces las prostitutas fueron llevadas presas en esos tiempos. Sobre eso, la cineasta detalló: “Las compañeras de Sandra vinieron a la filmación para que nos digan cómo vivieron las detenciones, y ellas nos decían que se les helaba la sangre por verse representadas con actrices y actores de policías. Con su reacción supimos que estábamos contando las cosas con fidelidad. Y fue gracias a las excelentes actuaciones de Alejandra Codina y Gustavo Guirado. Hago mías las palabras de César González, que dice que el cine es justicia poética, y yo le digo reparación. Porque el cine restituye la dignidad perdida de estos colectivos al ser reconocidos y narrados".
Matar a una puta sindicalista, un podcast en la cocina
Las periodistas Laura Hintze y Arlen Buchara están terminando un podcast que ya dio que hablar tras presentarse un tráiler en el festival Estéreo a fines de 2023. Para mediados de este año será lanzado, aunque aún no definen si será “por episodios o completo” en las plataformas sonoras como Spotify.
Laura Hintze dio algunos adelantos sobre esta producción en pleno proceso que avanza firme: “Con Arlen veníamos trabajando hace muchos años en la agenda de las trabajadoras sexuales, y pensamos el proyecto como un desafío que queríamos realizar para movernos del lugar de confort en las redacciones”.
Recordó cómo comenzó todo: “En marzo de 2023 nos reunimos y empezamos a pensar el podcast y el nombre, y desde entonces fue un año de mucho aprendizaje sobre el caso. Nos conmovía como rosarinas, periodistas y feministas, porque siempre entendimos que fue un crimen que quedó impune, y que ella sufrió amenazas policiales”.
“Sandra reclamaba los mismos derechos laborales que hoy, 20 años después, se siguen pidiendo desde la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina en Rosario (Ammar), que es nacional y local”, observaron.
A la historia de Cabrera, Hintze sumó que les resulta atractivo investigar el contexto histórico: “Buscamos mostrar cómo era Rosario hace 20 años y su ebullición posterior a 2001, así como narrar de qué forma vivían las trabajadoras sexuales, cómo se contaban los femicidios, y los crímenes mafiosos, que comenzaron en esa época, como el caso de Pocho Lepratti. Previamente, en democracia, no se conocía esa clase de asesinatos”.
Sobre el proceso de investigación destacó: “Nos gustó encontrarnos en el archivo con que desde el primer día los medios y la Justicia entendían que era un crimen relacionado a su denuncia a la Policía, y que era una escena armada para que parezca que fue un cliente”.
Arlen Buchara reside en Buenos Aires y su coequiper en Rosario. La distancia plantea un modo particular de trabajo: "Nos reunimos semanalmente (a veces presencial y otras virtualmente), y la pasamos muy bien trabajando juntas, en un trabajo creativo, profesional, comprometido y con más gente talentosa, como nuestros asesores Martín Parodi y Sebastián Ortega”, indicó Hintze.
Finalmente, adelantó: "Estamos por hacer las últimas entrevistas, que son clave, y terminando la producción de los capítulos y redacción de los guiones, para terminar antes de mitad de año".
Quién fue Sandra Cabrera
Sandra Cabrera vino a Rosario de jovencita, desde San Juan. Tenía tres hijos, dos que siguieron viviendo en esa provincia, y la más pequeña, en esta ciudad. A principios de 2000 Sandra comenzó a dirigir a Ammar desde donde afrontó las detenciones a prostitutas y la explotación de chicas menores de edad en los boliches, cabarets y whiskerías, y denunció narcotráfico y corrupción de la policía provincial.
Tenía 33 años en la madrugada del 27 de enero de 2004, cuando fue asesinada de un disparo en la nuca. Su cuerpo fue arrojado a una esquina de la zona de la terminal de ómnibus “Mariano Moreno”, donde trabajaba por las noches.
Unos días antes había acompañado a otra trabajadora sexual a hacer una denuncia contra Moralidad Pública de la Policía de Santa Fe (una división que combatía la prostitución) por cobrarle una coima para "permitirle trabajar".
Estaba en una relación con Diego Parvluczyk, quien fue el único imputado en la causa. Era policía federal de la división de Drogas Peligrosas y había sido visto con ella por última vez por varias compañeras que oficiaron de testigos. El imputado fue sobreseído, y cerrada la causa.
El homicidio de Cabrera quedó impune, y quien fuera el único imputado no puede ser vuelto a juzgar por este caso.