Una de las grandes consecuencias de la situación de pobreza que atraviesan miles de familias en la Argentina, está relacionada con la alimentación: más 1 millón de niñas, niños y adolescentes se salta al menos una comida diaria, lo que puede afectar su desarrollo. Si bien existen muchas dimensiones de esta problemática, las principales refieren a la falta de ingresos de las familias, pero también incide la falta de información acerca de las características nutricionales de los alimentos a los que acceden los hogares que viven en situación de mayor vulnerabilidad.
Las niñas, niños y adolescentes son los más afectados por la inseguridad alimentaria que ha aumentado en forma alarmante de un 35,8% en el periodo 2018-2020 a un 37% en el período 2019-2020 (FAO, 2021).
Mejorar la alimentación de las infancias vivan donde vivan
Para reforzar acciones que promuevan la salud y el desarrollo de las chicas y chicos, desde UNICEF llevan a cabo el programa Mi cocina, mi familia: una capacitación que está dirigida a las familias de comunidades indígenas y el foco está puesto en la optimización de los recursos disponibles, incluyendo los alimentos cultivados en las huertas comunitarias.
Este programa además de compartir información sobre nutrición, abre la posibilidad de generar nuevas fuentes de trabajo en las comunidades. Realizado junto con la Fundación MABRA, el programa cuenta con equipos integrados por profesionales de cocina y nutrición. Consisten en la instalación de cocinas móviles en espacios de fácil acceso para las familias donde reciben información y herramientas con contenido teórico-práctico durante 14 días. A su término, se entrega a cada participante una certificación de Auxiliar en gastronomía y economía familiar.
En estos espacios de aprendizaje también participan las familias en la degustación de las recetas para vivenciar cómo reciben las niñas, niños y adolescentes las nuevas propuestas e ingredientes incorporados en los platos.