El reciente estudio “Reconstruir la educación, no las barreras” publicado por el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE) de la UNESCO tuvo como propósito contribuir con una mirada panorámica acerca de las acciones que los países de América Latina vienen realizando para garantizar el derecho de niños, niñas y adolescentes con discapacidad a una educación inclusiva y de calidad.
Según resaltan Sergio Meresman y Cynthia Brizuela, autor y autora de la publicación, “pese a esta creciente visibilidad, todavía hoy la educación inclusiva suele verse como una propuesta compleja o difícil de abordar”.
Sin embargo, según explican, la educación inclusiva “significa algo en principio tan sencillo y concreto como que todos los niños y niñas de una misma comunidad o un mismo barrio puedan ir a la misma escuela, tengan o no una discapacidad”.
Como afirman en el estudio, “para los niños y niñas, ir a una escuela se traduce en experiencias de vida y convivencia que marcarán para siempre su historia”, por lo que una educación inclusiva contribuye a la calidad educativa de todas las personas.
De esta manera, cuando los equipos docentes, las escuelas y el sistema educativo en general están preparados adecuadamente para brindar una educación inclusiva, no solamente se benefician los niños, niñas y adolescentes con discapacidad.
Además, el estudio plantea que existe una importante brecha en el acceso a educación de calidad para las personas con discapacidad en América Latina.
Esta brecha se agravó especialmente en el contexto de la pandemia de COVID-19, impactando con especial crudeza en los grupos más frágiles y estructuralmente relegados.
Documento UNESCO
Específicamente, el documento del IIPE UNESCO sostiene que las situaciones de exclusión y segregación de la infancia con discapacidad se encuentran a menudo naturalizadas, por lo que se requiere de acciones afirmativas y urgentes que las incluyan de manera transversal en la agenda futura para reimaginar y reconstruir la educación.
Esa agenda debe considerar al estudiantado en todas sus trayectorias, en los distintos niveles, y en las transiciones entre los mismos. También debe involucrar a todas las instituciones educativas (públicas, privadas, regulares, de educación especial, entre otras) que aportan a garantizar inclusión y equidad para toda la sociedad y en todos los países de la región.