Cada vez es mayor la evidencia acerca de la importancia que una adecuada distribución espacial tiene sobre el proceso de aprendizaje del alumnado, una tendencia que hasta hace poco era considerada heterodoxa, pero que empezó a institucionalizarse.
El ordenamiento del espacio clase y del centro educativo en el que se integra se encuentra intrínsecamente ligado a la línea pedagógica de este último. Quizás por eso, toda distribución que rompa con las habituales hileras de mesas ordenadas horizontalmente a modo de cuadrícula y encaradas hacia el docente se considera una plasmación espacial de las llamadas pedagogías alternativas o, más concretamente, de las pedagogías libres.
Son diversas las visiones sobre la educación que en algunos casos apostaron por traspasar las fronteras de las aulas, pero que siempre implicaron una nueva forma de aprender en base a reconsiderar qué rol ocupaban tanto el docente como el alumno respecto al proceso de formación. Y a esto se sumaron luego los cambios en la adquisición de conocimiento provocados por la irrupción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Xavier López, director de la innovadora escuela pública catalana Octavio Paz, explicó a Aula Planeta el profundo cambio que ellos encararon. “Lo que hemos hecho es transformar la antigua aula en cuatro microespacios: uno para investigación, otro para la lectura, un tercero para la asamblea y un último para el debate. El profesor se encarga de pensar distintas propuestas a desarrollar en cada espacio”, señaló.
Principios sobre los que organizar un aprendizaje utilizando el espacio escolar:
- El ordenamiento del espacio debe responder al objetivo de la clase, facilitando los roles que deberán tomar los alumnos para alcanzar dicho objetivo a través de la distribución de las mesas, sillas, computadoras o cualquiera de los demás elementos que componen un aula.
- El aula debería ser considerada un espacio de intercambio y cooperación entre iguales, más basado en las competencias sociales y/o comunicativas que en las memorísticas. Es por eso que no tiene por qué estar tan enfocada hacia la figura del profesor como pilar central, es mejor que lo esté hacia los alumnos y las relaciones que se forman entre ellos.
- El profesorado difícilmente puede ceder su lugar al alumnado como gestor del aprendizaje si el aula y las metodologías que en ella se utilizan no están adaptadas a las TIC. La existencia de una zona dedicada a la búsqueda de información, a partir de una terminal de internet, por ejemplo, es una buena manera de introducir estas tecnologías en el proceso de aprendizaje del alumnado, potenciando su alfabetización digital sin descuidar espacios en los que el debate y el diálogo presencial resulten fundamentales para la toma de decisiones y la cooperación.
- En tiempos de educación expandida y aprendizaje ubicuo, no vale la pena reducir al aula el espacio de aprendizaje. Hay que aprovechar otros espacios de la escuela e incluso fuera de ella para facilitar el proceso de aprendizaje.