Por Teresa Blanco
El desarrollo individual de cada niño y niña está influenciado por el contexto en el que nace, y este contexto está compuesto por las relaciones familiares de su entorno familiar inmediato y otros componentes importantes del ambiente, como la escuela a la que asiste, las relaciones interpersonales que establece, el barrio en el que vive, etc. En este sentido, debemos destacar la importancia que ocupa el rol de los cuidadores primarios en el desarrollo cognitivo infantil, ya que muchas de las habilidades que adquirimos en la primera infancia dependen fundamentalmente de las interacciones entre los cuidadores o cuidadoras y los niños y niñas (Vargas-Rubilar, 2013).
Dentro de las habilidades cognitivas que se desarrollan durante la primera infancia se pueden destacar las funciones ejecutivas, que engloban una serie de procesos cognitivos necesarios para lograr comportamientos dirigidos hacia un objetivo (Luria, 1966, Stuss & Benson, 1986): control inhibitorio, memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva, planificación y resolución de problemas. Por más que haya ciertas actividades que el niño o la niña realice que requieran puntualmente de una función ejecutiva más que de otra, estas trabajan siempre en conjunto interviniendo en casi todas las actividades de la vida diaria.
Algunas de las condiciones que pueden garantizar los cuidadores y cuidadoras para estimular el desarrollo de las funciones ejecutivas de los niños y niñas tienen que ver con los componentes del “cuidado cariñoso y sensible” (The Lancet, 2016): comportamientos, actitudes y conocimientos sobre el cuidado (por ejemplo: salud, cuidado de la higiene y cuidado de la alimentación); estimulación (por ejemplo: hablar, cantar y jugar); calidad de la respuesta (por ejemplo: vinculación temprana, apego seguro, confianza y comunicación sensible); y seguridad (por ejemplo: rutinas y protección contra daños). Son estas condiciones las que permiten que las familias puedan garantizar la buena salud y nutrición de los niños y niñas, pero además también generar las oportunidades para el aprendizaje temprano, mediante interacciones receptivas y emocionalmente propicias (OPS, 2021). Es por ello que es fundamental acercar información a los cuidadores y cuidadoras sobre cómo enriquecer y mejorar las interacciones con sus niños y niñas a cargo.