Arrancaron el 6 de enero, y hasta el 28 de febrero se extenderán los Talleres de Verano de las Juventudes, con propuestas especiales de temporada que buscan sostener la oferta y anticipar el trabajo del año.
En la planta central, entre los telones que dividen sectores, el correteo y las voces del Taller de Realización de Cortometrajes anuncian ensayos de rodaje. Desde el subsuelo, el ritmo sincronizado de los cajones peruanos del Taller de Percusión otorga una cadencia particular a todo el espacio. A unos metros, el silencio también resuena desde el salón del Taller de Arte Mural, donde se pinta, se habla poco y se observa mucho.
Entre esos movimientos y sonidos transcurren las mañanas de verano en el Galpón de las Juventudes. Pensados para jóvenes de 13 a 25 años (pero dejando las puertas abiertas para personas de más edad que quieran sumarse), los Talleres de Verano aprovechan el hiato en el ciclo lectivo para atraer a pibes y pibas a una notable diversidad de disciplinas artísticas, suscitar la curiosidad e incluso ofrecerles pistas sobre su vocación.
“La importancia de continuar con los talleres durante el verano es el acceso a la cultura, darle la posibilidad a todos los jóvenes rosarinos que puedan tener alguna atracción. Están todo el año estudiando o trabajando, y la idea es que vengan acá, que piensen en otra cosa y se entretengan. Hay gente que viene hace dos o tres años y por eso hicimos distintos niveles. La idea es fomentar la curiosidad, sobre todo en el verano que es cuando están más distendidos para que puedan encontrar qué les gusta hacer”, cuenta Andrea Nisnevich, la flamante directora de Juventudes de la Municipalidad.
Desde marzo, la grilla cambia y los talleres se reproducen en cantidad y en horarios. Como cada año, se espera a cientos de jóvenes de toda la ciudad. Pero la actividad específica del verano sorprendió con su popularidad: “Tuvimos una convocatoria enorme. Abrimos la inscripción a través del mail y las redes sociales y tuvimos una respuesta masiva. En algunos talleres para los que esperábamos cinco o seis pibes y pibas terminaron teniendo hasta veinte, como el de Cortos que fue un éxito rotundo”, afirma Andrea.
En el subsuelo, hay menos histrionismo pero igual intensidad de trabajo. En el Taller de Percusión, que se desarrolla también los martes de 10 a 12, el profe Nicolás marca y explica una clave rítmica afrolatina en un cencerro y el grupo de seis jóvenes se suma con golpes sincronizados sobre cajones peruanos. Hay que animarse a encontrar el pulso, a probar distintos ensambles. Las manos se abren contra la madera y animan todo el Galpón en un ritmo colectivo.
Muy cerca, en el Taller de Arte Mural, que tiene lugar los martes y miércoles de 9 a 12, predomina la introspección propia de la pintura. Sólo se escucha la voz, cada tanto, del profe Ariel haciendo sugerencias, mostrando texturas y colores, consultando por el desarrollo de un trabajo. El grupo de diez pibas y pibes se inclina sobre sus lienzos, algunos parados, otros sentados, otros a medias entre ambos. Tienen que replicar a mayor escala una obra que atienden en libros de pintura o una fotocopia.
A estas actividades, en enero se suma el ciclo de cine los viernes de 10 a 13, mientras que en febrero, la grilla incorpora Ensamble Musical (lunes, martes, miércoles y viernes de 10 a 13), Ajedrez (miércoles 10 a 12) y Acrobacias (jueves de 10:30 a 12).