Uno de los aspectos más frustrantes de la enseñanza es tratar con un alumno reacio al estudio, que puede tener la capacidad intelectual para sobresalir, pero lejos de aprovechar su potencial, opta por el camino más fácil y menos provechoso para él. La mayoría de los maestros aseguran que prefieren tener un grupo de estudiantes con dificultades que trabajen duro, en lugar de otro con alumnos muy capaces, pero que sean flojos.
Es extremadamente importante que los maestros evalúen a un niño a fondo antes de etiquetarle como “vago”, según consignó el sitio Formación y Estudios, y si esto ocurre, es clave mostrarle el camino para que revierta su actitud.
Un típico ejemplo es el de aquel estudiante que constantemente no completa o entrega las tareas, pese a que participa activamente en clase y muestra una inteligencia promedio. Se trata de una situación frustrante para maestros y padres, y por eso es vital que trabajen en conjunto. En segundo lugar, es importante determinar si existe o no un problema subyacente que afecte la capacidad del estudiante para completar el trabajo de manera precisa y oportuna. Puede resultar que la pereza sea el problema, pero también puede ser algo completamente diferente.
Como maestro, siempre estarás buscando señales de que un estudiante pueda necesitar servicios especializados como el habla, la terapia ocupacional, el asesoramiento o la educación especial. Por caso, si el chico es reticente a realizar trabajos escritos, un terapeuta ocupacional puede ser de gran ayuda, ya que trabaja con niños que carecen de habilidades motoras finas, como la escritura a mano. Enseñan a estos estudiantes técnicas que les permiten mejorar y superar estas deficiencias.
Es necesario comprender que este comportamiento no cambiará de la noche a la mañana. Le tomará tiempo al estudiante desarrollar el hábito de completar y entregar todo su trabajo y sobre todo, de tener motivación para el cambio por lo que el trabajo con la autoestima es muy importante también.
Trabajando junto con los padres, será necesario elaborar un plan para asegurarse de que sepan qué tareas debe completar en casa cada noche. Puede enviar un cuaderno a casa o enviar por correo electrónico a los padres una lista de tareas cada día. A partir de ahí, responsabiliza al alumno por completar su trabajo y entregarlo al maestro, con las consecuentes sanciones si esto no sucede. Mientras los padres continúen cooperando, el estudiante comenzará a formar hábitos saludables al completar y entregar las tareas.