Comenzar con un nuevo proyecto profesional o académico no está exento de dificultades, y tal vez la principal tenga que ver con la falta de constancia o motivación. De allí que cada vez esté más en boga el denominado “Método Kaizen”, una forma de lograr lo que nos proponemos de forma paulatina y mediante pequeños esfuerzos.
La palabra “kaizen” proviene del japonés “Kai” (cambio) y “Zen” (para mejor), y es, como su nombre lo indica, una filosofía que busca la mejora continua. Es una metodología que busca la evolución de las personas y el trabajo en común para alcanzar determinados objetivos en cualquier disciplina, incluida la académica.
La idea principal del método consiste en que el tiempo es un recurso valioso que debemos aprender a administrar eficientemente, según consignó el sitio Universia. Si deseamos convertir una acción en un hábito tenemos que incorporarla de a poco todos los días, con el fin de evitar la ansiedad de querer hacer todo junto y de golpe, lo que lleva a la frustración.
El método enseña a ser paciente y no buscar cumplir con los objetivos de manera inmediata. En el ámbito académico, se suele confiar en estudiar mucho en poco tiempo para aprobar el examen, cuando en realidad ese conocimiento es temporal y se olvidará con facilidad. En cambio si distribuimos nuestro tiempo y dedicamos momentos del día a adquirir ese conocimiento este será paulatino y más memorable.
Cómo aplicar el método kaizen paso a paso:
- Diagnosticar el problema: para mejorar el rendimiento académico hay que analizar ciertos factores como la hora en que se estudia, el material que se necesita, el entorno y los ruidos del ambiente, el nivel de concentración, entre otros.
- Nuevas propuestas: a partir de los datos del diagnóstico se diseña un plan de acción para conseguir mejoras.
- Puesta en Marcha: las propuestas elegidas se ponen en funcionamiento.
- Seguimiento: todo plan de acción debe tener un seguimiento para poder realizar correcciones o reforzar ciertos aspectos.
Si se quiere mejorar el rendimiento académico se debe conocer en qué momento del día uno es más productivo y qué entornos mejoran esa productividad. Además se debe preparar todo lo necesario de antemano, para de este modo, no levantarse todo el tiempo en busca de apuntes, libros u otros materiales. Por último, hay que tener en cuenta que aprender es un proceso y lleva su tiempo. Es mejor distribuir el estudio un poco cada día que hacerlo todo junto.