“Escuchen, corran la bola, juegan en Francia, pero son todos de Angola... Qué lindo es, van a correr, son come travas como el p... de Mbappé. Su vieja es nigeriana, su viejo camerunés, pero en el documento, nacionalidad francés”. El vivo de Instagram de Enzo Fernández en el micro que trasladaba a la selección tras ganar la Copa América, con otros jugadores en segundo plano, no llegó ni a la mitad porque sus compañeros le pidieron a los gritos que lo corte, pero ya era tarde. El acto despreciable de racismo, xenofobia y homofobia estaba consumado y registrado.
Es una patética canción de cancha que parte de la hinchada argentina entonó en Qatar mucho antes de la final y por eso hubo una denuncia de la Federación Francesa de Fútbol.
“Quiero disculparme sinceramente por un vídeo publicado en mi canal de Instagram durante las celebraciones del equipo nacional. La canción incluye un lenguaje muy ofensivo y no hay absolutamente ninguna excusa para estas palabras”, respondió Enzo al rato de que el tema explotara.
“Me opongo a la discriminación en todas sus formas y me disculpo por quedar atrapado en la euforia de nuestras celebraciones de la Copa América. Ese vídeo, ese momento, esas palabras, no reflejan mis creencias ni mi carácter. Lo siento mucho”, amplió el ex volante de River, a quien inmediatamente dejaron de seguir sus compañeros franceses de Chelsea, club que evalúa cuál será la sanción disciplinaria para el futbolista.
No hay excusas, como él mismo dice. Ya no son tiempos en los que ese tipo de manifestaciones puedan atenuarse, son imperdonables.
La pelea contra el racismo, la homofobia y la xenofobia costó y cuesta mucho como para que, en cualquier contexto, una persona se manifieste de esa manera.
El fútbol es un ambiente ultra machista en el que no se perdona la homosexualidad. En Europa, en el fútbol europeo, y en algunos países de Sudamérica, como el nuestro, se inició hace muchos años también una corriente racista y xenófoba que se propagó rápidamente por el resto del mundo.
La Fifa pelea denodadamente contra el racismo, o al menos lo intenta, pero ni menciona la homosexualidad, que desde siempre hostiga al mismo nivel. Solamente los generaliza como actos discriminatorios.
¿Alguien puede creer que casi no haya homosexuales entre las estrellas del fútbol mundial? Es que el machismo a ultranza no deja resquicios para que cada cual sea o se perciba como se le antoje.
No debería haber espacios en las tribunas para esos cánticos cavernarios que se repiten partido tras partido. Pero mucho menos deberían promoverlo los protagonistas del juego, como sucedió con Enzo Fernández y otros más.
En unos pocos días, Enzo deberá volver a verles la cara a sus compañeros franceses, a los que acusó de angoleños, como si ser angoleño fuera un defecto. Es lo mismo que sucede aquí cuando se estigmatiza las nacionalidades paraguaya y boliviana.
Es muy difícil transformar a las multitudes enfervorizadas y enajenadas en una cancha de fútbol, pero es imprescindible que los protagonistas se comporten a la altura de las circunstancias y entiendan de una vez por todas qué lugar ocupan en la sociedad.