No hay caso. La supremacía brasileña a nivel clubes en el continente es abrumadora. Será la sexta final consecutiva de Copa Libertadores con al menos un equipo de aquel país y la cuarta de las últimas cinco definiciones que será íntegramente entre brasileños. Desde Flamengo-River, en 2019, el único argentino que se coló entre ellos fue Boca, el año pasado. En ambos casos fueron derrotas 2 a 1.
Este año River dio un golpe de timón después de ganar la fase de grupos casi con puntaje ideal (sólo resignó dos puntos en Montevideo después de ir ganando 2 a 0).
Arrancó los mata-mata con ventaja de localía sobre todos y con final proyectada en el Monumental. Un combo perfecto.
El Brasileirao es un torneo feroz, con cuatro descensos que obliga a jugar una final cada fin de semana
Entonces repatrió a Gallardo, compró a dos campeones del mundo y a un mundialista de 2018.
Y ni así pudo: fue superado claramente por Atlético Mineiro, equipo del que recibió tres goles en Brasil y al que no pudo convertirle ninguno en un Monumental que puso toda su imponencia al servicio de un objetivo que el equipo millonario no consiguió.
Fue el primer rival de fuste que debió enfrentar y lo eliminó sin esfuerzo.
Gabriel Milito, el entrenador de Atlético Mineiro, parece tener la respuesta sobre la supremacía brasileña.
“En Brasil hay 12 equipos fuertes, con mucha historia y presupuestos mayores que el fútbol argentino. Es Sudamérica, pero es muy diferente. Eso les permite tener a los jugadores durante más tiempo”, razona Gaby, que también llevó a su equipo a la final de la Copa do Brasil, pero marcha décimo en el Brasileirao.
Con permiso Gaby, no sólo eso. El Brasileirao es un torneo feroz, con cuatro descensos que obliga a jugar una final cada fin de semana. El nivel de competencia en la tierra de Pelé es altísimo. Superior al de las principales ligas europeas, algo que también mencionó Milito en la conferencia de prensa posterior a la clasificación a la final.
Mineiro se enfrenta cada fin de semana a su clásico Cruzeiro, Flamengo, Fluminense, Inter, San Pablo, Corinthians, Botafogo... Y siguen las firmas.
Ellos están acostumbrados a jugar partidos como el del martes casi todos los fines de semana.
El nivel de competitividad de unos y otros es diametralmente opuesto.
River, más allá de ganar o perder, sólo debe afrontar alta exigencia en el nivel local ante un puñado de rivales. No es casual que haya sucumbido ante el primer adversario duro.
Es muy romántico disputar un torneo de 30 con rivales qué ni en sueños imaginaron jugar en primera, pero la precarización de la competencia está a la vista.