El pasado 6 de diciembre fue todo fiesta para Rosario Central en Mendoza. Se conseguía un título después de 23 años y todo era para disfrutar; el Patón Bauza en ese momento, su imagen, en realidad, era más grande que antes: había regresado a su casa y levantando una copa, nada más y nada menos. Casi cuatro meses después, la realidad es otra.
Por aquel entonces, festejos mediante, nadie se acordaba que no jugaba bien el equipo, que no gustaba la forma de pararlo, que la mayoría decía que el juego era lento y ya en ese momento, el nombre de Diego Cocca había sonado en los pasillos del Gigante, al igual que el de Ricardo Zielinsky, pero todos se dejaron llevar por la alegría de haber obtenido el tan ansiado título. Todos se dejaron llevar por las emociones, hinchas y dirigentes. ¿Quién iba a decirle a hombre que acababa de ser campeón que el ciclo había terminado en diciembre?
Los directivos no tenían la espalda, todos pensaron cómo sacar del cargo a alguien que había logrado lo que se le negó a Miguel Ángel Russo y al Chacho Coudet en dos ocasiones. Era difícil pensarlo y ejecutarlo, pero la comisión tendría que haberlo hecho ya que no estaba convencida que iba a mejorar el conjunto canalla con la conducción del mismo DT en el banco. Y lo que no pudieron hacer en su momento, lo tuvieron que llevar a cabo 6 fechas después de haber reiniciado la Superliga en el 2019 y con escasa cosecha de unidades.
Lo raro fue el cambio de decisión, de opinión entre los miembros de la directiva, porque mas allá de ir a buscar a uno de los nombres que se habían mencionado, decidieron darle la oportunidad a Paulo Ferrari, tal vez pensando que con el inexperimentado Coudet, la cosa salió bien y podía repetirse. El Loncho, relacionado directamente con Central, tenía un proyecto con jugadores de inferiores, con ideas renovadas y estuvo muy bien que se le diera la posibilidad, aunque no fue sostenido por quienes lo pusieron en el cargo.
Pocas veces un DT debuta con tres competencias seguidas como fue la Copa Argentina, la Superliga y Libertadores en 15 días. Y cuando parecía que la idea futbolística se estaba interpretando en el plantel -los propios jugadores coincidían con el trabajo de Ferrari-, 21 días más tarde todo quedó trunco desde lo deportivo y lo personal. Otra vez la dirigencia fue protagonista y nuevamente no tuvo la espalda, no bancó su propio proyecto y sin demasiadas explicaciones, lo despidió. Inclusive después de que Ferrari diera la conferencia de prensa tras el encuentro con San Lorenzo y mencionara que iba a seguir trabajando en el club. Con él también dejó de ser manager Mauro Cetto y no fue de común acuerdo.
El ex lateral y capitán canalla dijo estar tranquilo porque por fuera de Central, todo fue respaldo. Contó que lo llamó hasta Marcelo Gallardo, acaso el mejor del palo en el fútbol argentino, para apoyarlo y destacarle el trabajo realizado en estas semanas.
Ahora empieza otro ciclo, con Diego Cocca al frente del conjunto auriazul, acompañado por Javier García como preparador físico, Gustavo Zapata de ayudante de campo y Renzo Valinoti como analista de video. El nuevo conductor, claro, traerá refuerzos, ideas suyas y pocas veces cuando se busca un DT de apuro coincidan los pensamientos con lo institucional y dirigencial.
A Cocca experiencia le sobra, currículum también; lo que necesitará es tiempo de trabajo. Tiempo y apoyo dirigencial. Ése que no tuvo Ferrari unos pocos días atrás.
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