Enviado especial.- De Nueva Jersey a Miami. Houston y otra vez Nueva Jersey a Miami. Miles de kilómetros por cielo y tierra. Y todas las ciudades con un denominador común: la apatía por el fútbol. Para la selección argentina fue otro titulo, otro más para este conjunto formado por Lionel Scaloni y para el gran capitán, Lionel Messi. Pero todo se vio empañado por circunstancias que podrían haberse evitado.
Estadios del primer mundo con campos de juego de la B Metropolitana. Técnicos que se quejaron, expresaron su malestar. Jugadores no escuchados.
Estados Unidos demostró que no está a la altura de las circunstancias y la casa madre del fútbol sudamericano fue cómplice de lo sucedido al quedar en silencio.
El estadio Hard Rock se convirtió en un caos generalizado. La gente llegó muy temprano para poder ingresar tranquila pero la mala organización de Conmebol, de los propios encargados de garantizar que todo salga de la mejor manera, lo impidió. Desmayados, golpeados, arrestados, familias con niños atrapadas ente vallas y cuatro horas de espera bajo el sol para poder ingresar.
Estados Unidos falló en la seguridad y en el respeto a aquellos que pagaron sus entradas y muchos quedaron afuera. Hoy tendrían que pedir disculpas, alguien debería renunciar y FIFA replantearse si son merecedores de organizar nuevamente un espectáculo de estas características en el 2026.