Si alguna vez surfeaste, sabés del vértigo y de la sensación placentera que dejan las endorfinas tras esta experiencia, aunque el lado menos conocido de este deporte se impone como filosofía y estilo de vida que propone aquietar la mente para fluir con el mar, conectarse con lo sensorial y disfrutar del poder de la naturaleza, según publica revistaohlala.com.
El surf puede ser un tipo de meditación en movimiento: para entrar en sintonía con el mar, se necesita hacer foco en el instante y cultivar la paciencia y la perseverancia que permite subirse a la ola. Ese ritual frente al mar potencia la conexión con uno mismo y, con tiempo y disciplina, permite llegar a auténticos estados meditativos.
Desde el comienzo, este deporte propone a quien lo practica, desconectarse de todo y entrar en equilibrio con la naturaleza: el 90% de una sesión consiste en estar sentado a la espera con la mira en el horizonte. Ese lapso en silencio es ideal para registrar el cuerpo ante la inmensidad el entorno. La llegada de la ola refuerza esa sensación del "aquí y ahora": hay que agarrarla y subirse para diluir el "no voy a poder hacerlo".
El agua es el lugar ideal para estar sensible y percibir los ritmos de la naturaleza. Todos nuestros sentidos están en alerta. Tal es la conexión con el medioambiente que quien se sube a una tabla rápidamente aprende a leer el mar y la meteorología. La conciencia verde está a flor de piel.
Meditación sobre la tabla
Usá estas herramientas para meditar y descubrir las imágenes que te potencian.
1. Sentate en la tabla con las piernas cruzadas y percibí cómo el peso del cuerpo recae sobre los isquiones.
2. Enderezá la espalda y relajá los hombros.
3. Mirá hacia el horizonte y conectate con el movimiento cíclico de las olas. Hacé una inhalación profunda y exhalá lentamente.
4. Cerrá los ojos y despedite de los pensamientos que pasen por tu cabeza en ese momento. Conectate con la brisa sobre tu piel y con los olores de la playa. Cada ola que llega a la orilla es una situación que dejamos ir, una tras otra. Concentrate en esa energía interna que fluye.
5. Inhalá y exhalá tomando conciencia del curso de la respiración.
6. Abrí los ojos y reposá la mirada sobre el horizonte nuevamente.
La dimensión curativa
Con los años, el surf dejó de ser un deporte cerrado a tribus playeras para adoptarse como parte de programas terapéuticos. En Estados Unidos se usa para ayudar a los soldados a manejar el trastorno de estrés postraumático, el Servicio Nacional de Salud británico prescribe clases de surf a jóvenes que padecen depresión y en Australia la fundación One Wave organiza jornadas para niños y adultos bajo tratamiento psiquiátrico.
Este deporte transmite confianza en uno mismo que decanta tras sobreponerse a una enorme masa de agua y energía. La clave es entender que, más allá del entretenimiento, el surf es una actividad energética, curativa y de muchísima conexión.