Por definición, el blanco indica ausencia de color. Por tal motivo, se convierte en un lienzo perfecto para comenzar a crear sobre él a través de distintos colores y texturas que “corten” con su luminosidad.
De hecho, mayormente ante espacios con poca iluminación o ambientes muy pequeños, es recomendable que el blanco sea el elegido para la base donde se añadan luego pequeños detalles que no saturen ni generen sensación de agobio.
Los blancos
Si bien “el blanco” es uno, existen infinidades de tonalidades y matices para ir eligiendo de acuerdo a lo que se desee transmitir con el color. A continuación, algunas de las favoritas:
-Cálida: Se trata del blanco con toques amarillos o rojizos, creando climas cálidos y acogedores.
-Fría: El blanco junto a tonalidades azules o verdes generará climas “refrescantes”.
-Neutra: Un matiz neutro se crea a partir de una base blanca con un poco de negro.
Los climas
Para generar un clima más natural, es ideal combinar el blanco con materiales como madera o textiles, incluyendo plantas y fibras naturales.
En tanto, si se desea optar por un espacio más sofisticado, los detalles quedarán a cargo de los metálicos (preferentemente dorado).