“Estoy llorando con este filtro... Qué fuerte verme de esta manera”, dice la actriz y modelo mexicana Edsa Ramirez en su cuenta de TikTok, @edsawellness, al verse envejecida artificialmente por un filtro de realidad aumentada. Edsa, a sus 33 años, tiene un cutis suave y resplandeciente que transmite juventud y frescura; sin embargo, no puede evitar verse profundamente afectada por la visión de su rostro envejecido. El filtro, como una ventana al futuro, abruma al presentar de forma poderosa y convincente las inevitables consecuencias del paso del tiempo y la fugacidad de la belleza.
El efecto de realidad aumentada Aged, que muestra en una pantalla dividida cómo te verías dentro de unos años con arrugas y canas, viralizó rápidamente a principios de este mes. Millones de personas alrededor del mundo lo utilizaron en estas últimas semanas, comparando sus rostros avejentados artificialmente con la imagen actual de sus padres, sus abuelos o algunos famosos que han llegado a viejos. No es el primer filtro de este tipo en la plataforma, pero sus resultados verosímiles y poco exagerados lo transformaron rápidamente en uno de los más populares.
Los filtros de realidad aumentada son muy conocidos entre los usuarios de las redes sociales. Introducidos en 2015 por Snapchat con el nombre de “lentes”, utilizan tecnología avanzada de reconocimiento facial y superposición de imágenes para agregar máscaras o efectos interactivos sobre las personas o el entorno capturado por la cámara del teléfono. Como era de esperarse, rápidamente Instagram, Facebook y posteriormente TikTok, no solo desarrollaron filtros para sus propias plataformas, sino que además permitieron a los usuarios crear y compartir sus propios efectos, evolucionando como un instrumento para expresar la creatividad y la imaginación.
Los avances en inteligencia artificial y procesamiento de imágenes, junto al aumento del poder de cómputo de los dispositivos móviles, han permitido que estos filtros sean cada vez más precisos y detallados. Esta evolución en calidad y realismo ha llevado a resultados sorprendentemente auténticos, con detalles sutiles en texturas, luces y sombras como el mencionado filtro de envejecimiento, cambios de género o transformaciones artísticas o humorísticas.
Pero en marzo de este año, Bold Glamour, un filtro de belleza hiperrealista de TikTok, causó sensación dentro de la plataforma y disparó las alarmas fuera de ella. Es que este filtro mejora instantáneamente el aspecto físico de las usuarias, suavizando la piel, afinando la nariz y destacando labios y pómulos. El resultado es francamente sorprendente, al menos exteriormente. Pero psicológicamente, el efecto de estas herramientas puede ser muy negativo, sobre todo entre las usuarias más jóvenes.
“En estos casos, todo se vincula con la autoestima. Hay una tendencia natural a no vernos como nos gustaría vernos”, cuenta a Rosario3 Héctor Albornoz, dr. en psicología y psicoterapeuta cognitivo. “Nosotros tenemos una percepción, una imagen del esquema corporal incorporado en nuestra cabeza, y por allí el espejo no nos devuelve lo mismo. Entonces esto altera y afecta lo que tiene que ver con la autoestima. Estos filtros, naturalmente, irrumpen en el psiquismo de la persona, cuando le mostrás desde lo real y en tiempo real qué bien te podrías ver. No solo como estás, que ya no te gustas, sino cómo te podrías ver a partir de ahí”, explica el Dr. Abornoz.
El uso de filtros de belleza en las redes sociales es una práctica muy común, especialmente entre las usuarias más jóvenes. Según un estudio realizado por la Universidad de Londres, el 90 por ciento de las mujeres entre 18 y 30 años han utilizado al menos una vez filtros de belleza, o editado sus fotos publicadas en redes sociales, debido a la presión que sienten por ajustarse a los ideales de belleza establecidos.
Otra investigación realizada por la consultora francesa Ipsos, titulada “The Global Beauty Index 2021” y basada en una encuesta a más de 19.000 personas de 27 países, reveló que el 60% de las personas que utilizan filtros de belleza lo hacen para sentirse más seguras de sí mismas.
Para Albornoz “esto tiene que ver con el mal uso de la tecnología. Porque todos tenemos un ideal de cómo nos gustaría que nos vean, todos deseamos la aceptación y la aprobación del entorno, pero algunos, más que desear esa aceptación y esa aprobación, la necesitan. Y allí es cuando se torna nocivo, cuando va en detrimento de la propia integridad psíquica. Los filtros que embellecen son una carrera que no tiene una meta, no tiene un punto de llegada, el estado de conformidad no se alcanza nunca”, describe.
Estos efectos de realidad aumentada no hacen más que empujar los estándares estéticos hacia márgenes poco realistas. Ejemplo de ello es que tan solo horas después de que el filtro Bold Glamour se volviera viral, TikTok y YouTube se vieron inundados de tutoriales de maquillaje que buscaban replicar la magia aparente de la tecnología en los rostros del mundo real. Una clara muestra de la influencia que estos filtros tienen en la sociedad.
Esta brecha entre la realidad y lo que se muestra en la pantalla tiene el potencial de afectar negativamente la autoestima de las personas. “Acá lo que se juega es la autoaceptación”, señala el Dr. Albornoz. Para el psicólogo, “tiene que ver con eso, con verme como en realidad soy. Sí, no tengo un metro ochenta, tengo un metro setenta y uno. No tengo ojos verdes, tengo ojos marrones. No tengo la melena de Brian May como tenía en su momento, soy pelado. Pero trato de mejorar, buscar ser mi mejor versión, pero desde lo real. No con lo que me gustaría, sino con lo que tengo”, enfatiza.
“Es un tema muy amplio porque abarca muchas aristas: lo que tiene que ver con la autoestima, con la autopercepción, con la demanda del mundo exterior, con lo que nos gustaría ser y con lo que es”, advierte el psicoterapeuta. “Tenemos que ir a lo real, porque es como que nos estamos comparando, y siempre nos vamos a ver en desventaja. Primero tenemos que aceptarnos tal cual somos en la realidad, como verdaderos, y desde ahí trabajo para modificarme, para estar conforme conmigo. Allí consiste el verdadero crecimiento, esa maravillosa posibilidad que nos da la vida de modificar conductas, cambiar actitudes, convertirnos a cómo nos gustaría. Pero insisto, primero tenemos que aceptarnos tal cual somos”, resalta Albornoz.
Los estudios más recientes han encontrado una sólida relación entre el uso de redes sociales y la insatisfacción corporal, tanto en adolescentes como en adultos. Ansiedad, depresión, baja autoestima, trastornos alimentarios y problemas con la imagen corporal son algunos de los efectos adversos que los algoritmos de las plataformas producen inadvertidamente sobre millones de usuarios. La exposición constante a imágenes retocadas y filtros de belleza y la búsqueda de aprobación y validación a través de likes y comentarios no hacen más que contribuir a la inseguridad física y emocional.
No obstante, la belleza real y auténtica no necesita filtros, ya que trasciende las imposiciones sociales, mediáticas o de la industria de la moda. La comparación permanente con cánones inalcanzables y ficticios nos arrastra, en la imposible búsqueda de la perfección, a una dinámica imposible de escapar. La verdadera belleza reside en la confianza y en la aceptación de uno mismo, valores centrales que la cultura de las redes sociales parece querer ignorar deliberadamente.