La pregunta sobre cómo incorporar tecnología en el aula, para que alumnos de colegios primarios y secundarios puedan aprovechar distintas herramientas propias de un entorno en constante desarrollo, sobrevuela la agenda educativa y resuena cada vez que el lanzamiento de un nuevo dispositivo o aplicación trastoca la actividad de quienes se dedican a enseñar.

Esta discusión, que sigue una dinámica condicionada por las iteraciones de la industria tecnológica, incluye propuestas radicales como la de prohibir el uso de teléfonos celulares durante las clases, medida que ya fue adoptada por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Y correctas o no, lo cierto es que el interrogante de cómo reordenar la enseñanza guiándose con un mapa de dispositivos y aplicaciones en constante expansión representa siempre un desafío.

La alfabetización digital se vuelve cada vez más relevante, y la inversión de tiempo y recursos para que ello sea posible corre por detrás de una industria caracterizada por el ritmo acelerado de su evolución. Los avances en materia de Inteligencia Artificial (IA) representan el ejemplo más claro de esa cualidad. Antes del lanzamiento de ChatGPT –que se presentó en noviembre de 2022–, el fantasma de la automatización no tenía un rol tan protagónico en la discusión pública sobre esta tecnología. Pero tan solo semanas después de su aparición, ya había reportes sobre sus posibles impactos transversales en cualquier industria.

“Al permitir la automatización de muchas tareas que antes realizaban humanos, la IA generativa tiene el potencial de aumentar la eficiencia y la productividad, reducir costos y abrir nuevas oportunidades de crecimiento”, indicó un artículo que analizaba la IA generativa, publicado por la consultora McKinsey en diciembre de ese mismo año, un mes después de que el chatbot desarrollado por OpenAI sacudiera la industria.

Y esa transversalidad de la IA también se hizo notar en el sistema educativo, en donde la discusión sobre la importancia de aprender cómo aprovechar esta tecnología en entornos educativos sigue vigente. En ese marco fue que se plantearon iniciativas en Córdoba y Mendoza para dar capacitaciones al respecto.

En el campo de la docencia, el foco debe posarse sobre la necesidad de mantener y reforzar el vínculo con los alumnos, dado que lo más importante de su labor ha dejado de ser el contenido en sí mismo, al que puede accederse en cualquier momento mediante un dispositivo conectado a internet.

Si maestras o maestros fueran despojados de su humanidad, el resultado sería un ente con las características de Iris, un humanoide fabricado para que actúe como docente y que se presentó en la Escuela Secundaria Superior KTCT en Kallambalam, en el estado de Kerala, India. Este robot con el aspecto de un maniquí perturbador fue fabricado por Makerlabs, una empresa del país asiático dedicada al desarrollo de tecnología para la educación.

Gracias al modelo de IA que se ejecuta en el procesador interno de Iris, y a los micrófonos y altavoces que le permiten escuchar y reproducir audio, los alumnos que interactúan con ella pueden hacerle preguntas de todo tipo para obtener respuestas.

Y aunque sus creadores la definan como “la primera docente IA de India”, se trata de una utilización aparatosa que no reviste la seriedad que debería tener el debate sobre cómo aprovechar adecuadamente esta tecnología en el ámbito pedagógico. Aunque su mención sí sirve para tener presente que la IA ya se ha esparcido entre los alumnos y alumnas.

Hacia una educación personalizada


 

La IA se convirtió en la principal apuesta de las grandes compañías tecnológicas, que buscan incorporarla en cuanto producto y servicio sea posible, dando lugar así a la consolidación de un contexto en el que quienes no entiendan cómo funcionan estos desarrollos quedarán marginados de oportunidades de trabajo y de la posibilidad de aplicarlos para resolver problemas concretos o como asistencia para tareas cotidianas.

En el campo de la educación, lo que consideran algunos especialistas es que la IA “está convirtiéndose en la regla”. Florencia Gabriele, educadora e investigadora con un doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad Northeastern, sostiene que además de ser necesaria, la IA “estará integrada en todo”, en cualquier dispositivo tecnológico. Lo que también supone un gran desafío en cuanto a los tiempos para su adecuada incorporación en las escuelas.

“Como suele ocurrir con las tecnologías emergentes, los educadores tienden a llegar tarde, mientras que son los estudiantes quienes están trayendo estas tecnologías al aula. Este es un fenómeno con el que los educadores deben ponerse al día y superar rápidamente a los estudiantes”, le planteó a Rosario3 la especialista dedicada al estudio de la integración de la tecnología en la educación y al diseño instruccional para entornos de aprendizaje.

La posibilidad de que un humanoide como Iris reemplace a un docente es –a día de hoy– ciencia ficción. Pero por fuera de ese tipo de usos, hay otras oportunidades que sí resultan interesantes para el día a día de los docentes.

Gabriele lo ejemplifica listando algunos usos posibles de ChatGPT: “La IA puede ser utilizada por los docentes para la planificación de lecciones, para personalizar el aprendizaje, para proveer una retroalimentación o corrección inmediata, mejorar el desarrollo de competencias digitales o por los estudiantes como un compañero de estudio”. También se puede experimentar con el uso de cascos de realidad virtual o aumentada, para que los estudiantes puedan conversar con figuras históricas.

A medida que la IA se siga desarrollando y afinando sus capacidades para resolver problemas matemáticos o reconocer patrones para replicar razonamientos humanos, su incorporación en la educación será cada vez más notoria. Y se trata de algo ciertamente inevitable si se revisan los antecedentes de otras grandes tecnologías que se convirtieron en herramientas de uso masivo, como internet o los smartphones, que a su vez sirven de soporte para que la interacción con los asistentes inteligentes se dé en tiempo real y de forma cada vez más natural.

En ese escenario se necesita un “enfoque equilibrado” para la integración efectiva de la IA en las aulas. Gabriele sostiene que, por un lado, “es importante volver a lo básico y, en ocasiones, evitar el uso de tecnología”. Mientras que, al mismo tiempo, se requiere “repensar los objetivos de aprendizaje”.

“Estamos pasando de un sistema que premia la memorización a uno en el que el pensamiento crítico dentro de un dominio específico es cada vez más importante. Es fácil evaluar la memoria de alguien, pero la educación debe ir más allá”, apuntó la educadora.

Y, en la misma línea, agregó: “Tradicionalmente, nos hemos centrado en la memorización, pero la IA nos brinda la oportunidad de superar eso. En el lugar de trabajo, la IA se encargará de muchas de tareas rutinarias, lo que nos permite centrarnos en ser más productivos y lograr mejores resultados. Los docentes, que en todo el mundo están sobrecargados y agotados, tendrán tiempo disponible para actividades más importantes como conectar con los estudiantes, enseñar y abordar temas críticos como la salud mental”.

En cierto punto, esto podría derivar en que los docentes dejen de ser “administradores” y refuercen su rol como “educadores”. Y ese viraje en las prácticas habituales dentro del aula deberá mirarse cada vez con más atención para entender cuáles son los roles que cumple la tecnología. Para el aprendizaje de idiomas, por ejemplo, ya existen plataformas como Talkpal o TeeRead –desarrollada por una emprendedora argentina–, diseñadas como soluciones específicas que se sirven de las capacidades de la inteligencia artificial. Y para la adquisición de cada habilidad se puede pensar en un asistente inteligente que acompañe a los estudiantes en el proceso.

Alumnos y alumnas ya usan aplicaciones de IA, y son ellos quienes la están introduciendo en el aula.

La IA ya convive con la educación, aunque su uso siga generando preocupaciones dentro de las escuelas. “Hemos hablado con estudiantes sobre el uso de la IA, y aunque a menudo afirman que no lo están haciendo, en silencio sí lo hacen, pero no quieren que la escuela lo sepa. Hoy en día, los docentes deben asumir que todos están utilizando IA”, sostuvo Gabriele.

Y enseñar cómo aprovechar esta tecnología es necesario no solo porque su adopción ya es un hecho, sino además por los requerimientos del mercado laboral. Sobre este punto, la investigadora indicó: “Cuando hablamos con empresas que contratan a nuestros estudiantes, su expectativa es que los recién graduados o pasantes aporten conocimientos de IA a sus roles. Así como antes se esperaba que sepas usar una hoja de cálculo, ahora está ocurriendo lo mismo con la IA, y no saber sobre el tema te deja en desventaja frente a otros candidatos”.

La incorporación de la IA en entornos educativos también requiere prestarle especial atención a las fallas de aplicaciones como ChatGPT, que se extienden a toda otra herramienta que también funcione a partir de modelos grandes de lenguaje (LLM). En la “Guía para el uso de IA generativa en educación e investigación” elaborada por la Unesco se advierte que, aunque los modelos de IA “pueden producir textos que parecen convincentes”, estos “suelen contener errores y pueden incluir afirmaciones dañinas”.

La falta de precisiones en las respuestas de estos modelos se debe a que funcionan imitando patrones lingüísticos, es decir, “encadenan palabras de maneras que son habituales” basándose en la información de su entrenamiento. Es decir que no solo no comprenden realmente la complejidad de la realidad ni los datos que procesan, sino que además se pueden apreciar los sesgos por los cuales reproducen “solo la visión más común o dominante del mundo”, por lo que se acentúa la necesidad de reforzar el enfoque crítico sobre sus respuestas.

Para abordar estas cuestiones, Gabriele recomienda investigar de qué manera se deben elaborar correctamente los prompts (las indicaciones que se le dan al modelo para que genere una respuesta), cuya precisión también mejora la calidad de las respuestas.

La importancia de los vínculos humanos y la precisión para evaluar


 

Más allá de los usos y consideraciones ya expuestas, también se suman otros aspectos que se deben contemplar, como los vinculados con la relación entre docentes y alumnos y los criterios a la hora de hacer evaluaciones.

En AI in Learning: Designing the Future, una publicación de la editorial Springer, se cita un “Modelo de Bienestar Escolar” elaborado a partir de nociones sociológicas con el fin de establecer una serie de condiciones imprescindibles para la enseñanza, el aprendizaje y la obtención de los logros deseados. Esas condiciones son cuantificables a través de una serie de indicadores que se dividen en cuatro categorías: condiciones escolares, relaciones sociales, medios para la realización personal y estado de salud.

La IA se puede incorporar como una herramienta más entre los medios para la realización personal de los alumnos y alumnas, asistiéndolos en la resolución de tareas y a la hora de estudiar, ya sea como vía de búsqueda de materiales o para la exploración de bibliografías ya definidas. Pero en cuanto a los otros aspectos, el rol docente sigue siendo el más importante.

Esto se manifiesta en lo referido a las relaciones sociales, para las que claramente la IA no tiene mucho que ofrecer. Retomando la guía para el uso de la IA de la Unesco, se hace hincapié en el valor de las conexiones humanas frente a un uso creciente de esta tecnología. “Los sistemas de IA generativa en la educación pueden limitar la autonomía y la actuación de los estudiantes al ofrecer soluciones predeterminadas o reducir el abanico de posibles experiencias de aprendizaje”, dice ese texto.

La IA generativa puede limitar la autonomía y la actuación de los estudiantes al ofrecer soluciones predeterminadas.

En tanto, un artículo del Foro Económico Mundial establece que el aspecto positivo de incorporar esta tecnología es que los docentes pueden automatizar tareas rutinarias para dedicarle más tiempo a la interacción con sus alumnos. Un enfoque al que Gabriele suscribe a la hora de pensar un uso responsable de esta tecnología dentro del aula.

“La IA está aquí para hacernos más eficientes al liberarnos de tareas tediosas y devolvernos tiempo para ser creativos y conectar con las personas. La IA puede encargarse de las tareas repetitivas sin cometer errores, lo que nos permite tener conversaciones más profundas y significativas con los estudiantes”, señala.

En ese sentido, la conclusión a la que llega la especialista es que “la IA no reemplazará a las personas”, pero “quienes sepan usarla sí reemplazarán a aquellos que no lo hacen”.

Teniendo en cuenta esa proyección es que se vuelve todavía más necesario apuntar al desarrollo del pensamiento crítico y a un uso responsable de la tecnología, que le sirva a los alumnos para “informarse y aprender” y sea aprovechada de manera constructiva, no para “hurgar en la vida ajena o enviar mensajes de odio escondidos detrás de una pantalla”.

Así mismo, es “fundamental elevar los estándares” a la hora de evaluar para no dejar pasar trabajos resueltos íntegramente con ChatGPT, en los que no haya una “tarea pulida, creativa e inteligente” por parte de los estudiantes.