“Esta pandemia ha dejado muchas enseñanzas y seguirá enseñándonos. En algún momento se escribirá la historia, cuando se pueda mirarla con la suficiente perspectiva y podremos sacar algunas conclusiones que, ahora, en plena vorágine, no podemos ver con claridad”, comienza diciendo el doctor Alcides Greca, médico, especialista en clínica médica y hasta hace unos meses, Profesor Titular de la Cátedra de Clínica Médica en la Universidad Nacional de Rosario.
Luego, haciendo un poco de historia, continúa con su relato:
“Primero deberíamos recordar algo que dijo Virchow, un brillante patólogo, una figura central en la medicina del siglo XIX: ´una epidemia es un problema social que tiene algunos aspectos médicos´.
Creo que algunos no han entendido este mensaje y se han centrado en el virus, en las cuestiones netamente infectológicas; y olvidaron que plantear una cuarentena es una decisión que afecta a la sociedad. Sabemos que una medida de ese tipo sirve para cortar transmisión de contagios, pero sostenerla mucho tiempo es imposible; porque este tipo de virus se trasmite entre las personas y los seres humanos somos seres gregarios que sólo podemos vivir en comunidades.
Por lo dicho creo que lo más importante es que sepamos cuidarnos y esto radica en tres cosas fundamentales: usar tapabocas, evitar reñirnos en los lugares cerrados, lavarnos las manos frecuentemente y razonablemente sin obsesión y mantener distanciamiento social evitando reuniones concurridas.
También creo que la técnica de generar terror, o estigmatizar por ciertas conductas a algunas personas y a algunos grupos, no es una buena estrategia. Es culpabilizar al obeso porque come; mientras que a algunas personas que practica deportes con alto riesgo nadie lo culpabiliza.
Todos los integrantes de la comunidad debemos asumirnos en el cuidado; aprendiendo a hacerlo; a cuidarnos como responsables que integramos una sociedad.
Hago foco en los grupos de riesgo, sin olvidar que el riesgo es un concepto de las compañías de seguros; las que, tomando datos actuariales, evalúan el riesgo y concluyen que teniendo tal edad y siendo diabético, y siendo hipertenso; el costo del seguro se encarece, ya que se tiene más probabilidades de morir estadísticamente.
Esto lo hemos tomado los médicos y decimos que los grupos de riesgo se componen con personas de tales características; lo que hace suponer a quienes no lo integran que pueden hacer lo que les plazca ya que no están amenazados. Suena como un razonamiento lógico.
En realidad, no es así; debemos cuidarnos TODOS, pese a que algunos tienen más riesgos que otros; así pasa en la vida de todos y con todas las enfermedades.
Debemos reflexionar sobre estas cosas y además personas desde otras vertientes de las ciencias han producido reflexiones muy valiosas a las que deberemos justipreciar con el tiempo.
¿No seremos nosotros, los que dejamos marcas en el ambiente y todavía no estamos lo suficientemente convencidos que las hemos hecho nosotros?
Es interesante la pregunta. Estamos TODOS involucrados; y en realidad nos podemos intercambiar los roles, ya que muchos médicos y personal de la salud han enfermado y muchos de los cuales han muerto atendiendo pacientes de covid. Debemos comprender que hay muchas cosas que no sabemos. Hay preguntas que no tienen respuestas y en esos casos debemos responder NO SÉ. Todos lo sabemos, poca gente lo reconoce y lo expresa de ese modo.
“Por ejemplo”, comienza a hacerse algunas preguntas, Alcides Greca, y a responderse, “¿cuánto va a durar la inmunidad de la vacuna? No se sabe
¿Cuándo va durar la inmunidad de la persona que ha tenido la enfermedad y ha desarrollado anticuerpos? No se sabe
¿Cuáles van a ser los efectos a largo plazo? No se sabe; ya que tiene que pasar el plazo, el tiempo no ha transcurrido lo suficiente ¿Qué efectos colaterales a largo plazo puede tener la vacuna?
No se sabe. Pese a que sabemos que tienen pocos y poco significativos a corto plazo.
Los médicos, la medicina y la ciencia en general tienen límites y muchas limitaciones. Cuando no reconocemos nuestros límites, funcionamos con limitaciones y nos equivocamos con esas limitadas certezas”
INFLUENCIA NOCIVA DE LA VIRTUALIDAD
A medida que avanzábamos en la charla, el doctor Greca, desgranaba los inconvenientes de equivocar nuestros análisis.
“Con esto de la virtualidad se produjo un fenómeno que, en un primer momento de la pandemia nos deslumbró, porque podíamos trabajar a distancia. Al poder concretar todas las reuniones que deseábamos, por los diferentes canales que hoy están disponibles, además de las redes, creíamos que era extraordinario este aporte. No hay distancias ni nada que nos impida poder estar conectados, pensábamos; incluso, con personas de otros países y con varias simultáneamente. Esto nos parecía que había venido para quedarse y creímos que de allí en más todo sería de este modo, y que nos ayudaría a resolver el tema del distanciamiento. Luego de un tiempo prudencial, evidenciamos cada vez más que las reuniones presenciales son irreemplazables. Ahora descubrimos que la virtualidad si bien es una herramienta útil, no es más que eso. Confundir una herramienta con un modo de vida, es un error grave.
¿Nos habremos olvidado de revisar la literatura para enfrentar nuestra ignorancia?
Creo que sí. En la literatura hay mucho de qué aprender. Empezando por el Decamerón, recurriendo a Albert Camus; hay mucho material del cual nutrirse para encontrar indicios para enfrentar lo que nos pasa. En todas las épocas, los escritores, los artistas, fueron adelantándose a los hallazgos de la ciencia; la que con su método y su rigor termina demostrando lo que otros percibieron siglos antes.
¿No hay una estigmatización de la vejez a propósito del coronavirus?
Este tema que propones es absolutamente cultural y occidental; los orientales no piensan de ese modo. Y, en esta situación de pandemia, se ha puesto de manifiesto.
Descreo de la sobreactuación que se hace con las personas de edad a las que se les aconseja resguardarse en exceso y que los más jóvenes son los encargados de cuidarlos. En este tipo de mensajes veo algo oscuro.
Creo, más bien, que a las personas de la tercera y cuarta edad hay que explicarles los cuidados para que ellos se cuiden. Saben hacerlo. Y lo hacen muy bien.
Isabel Allende, esa buena escritora chilena, en una nota expresó: ´tengo 77 años y sé que, si contraigo el virus, voy a morir´. Yo le contesto que eso no es así. De ninguna manera. Una persona mayor no necesariamente va a morir por el contagio con coronavirus. De hecho, hay muchos ancianos que han superado con éxito la infección por coronavirus. Algunos tuvieron una enfermedad benigna. Es cierto que tienen más riesgos que una persona joven como pasa con muchas enfermedades.
Debemos ser cuidadosos en cómo comunicamos y no hacerles sentir a las personas mayores que son absolutamente incapaces de todo y hay que hacerles todo. Este exceso de paternalismos hace mucho daño; lo vemos en el consultorio a diario; personas añosas cargadas de angustia por su estado de soledad, por el desamparo que sienten. Éste tal vez sea uno de los efectos del covid más importantes y, a la vez, más invisibilizados; ya que hablamos de las secuelas cardíacas del covid pero pocos lo hacen de estas cuestiones vivenciales que afectan la vida emocional de las personas y que son de alta gravedad. Lo vemos cotidianamente en el consultorio.
Ustedes nos enseñaron eso de que no hay enfermedades sino enfermos…
…por supuesto; es así para todo. Cuando nosotros hablamos del infarto de miocardio, hablamos de una construcción intelectual; ya que, dos pacientes con infarto de miocardio no tienen la misma enfermedad ni son iguales. Uno hace una muerte súbita y el otro vive 20 años más, haciendo una vida normal y saludable. Lo que nos edad elementos para pensar que las enfermedades están en el contexto de las personas.
Separar las enfermedades de las personas es un grave error; y, sobre todo, cuando hablamos de enfermedades crónicas no trasmisibles. Por eso, justamente decimos, tiene una neumonía y es diabético. Tener una neumonía es una circunstancia; el hecho de ser diabético lo constituye. Esto es lo que diferencia a las enfermedades agudas de las crónicas.
A lo que hay que agregar el contexto social y emocional.
*Alcides Greca, especialista en clínica médica, matrícula 6610, ex Profesor Titular de la Cátedra de Clínica Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario