Por iniciativa del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) y de la Dirección de Organismos Internacionales de Cancillería, la Organización de la Naciones Unidos resolvió instituir el 16 de septiembre como el Día Mundial de la Cardiología Intervencionista, una especialidad clave en la prevención y tratamiento de la enfermedad cardiovascular.
"La fecha fue elegida en conmemoración de la primera angioplastia que fue realizada en 1977 en Suiza, por un médico alemán llamado Andreas Roland Grüntzig, lo que significó un gran avance para nuestra sociedad", señaló a Télam Martín Cisneros, actual presidente del CACI.
Cisneros destacó que la designación de este día fue el resultado de una gestión del CACI que viene impulsando desde hace años atrás por los presidentes predecesores, los médicos Diego Grinfeld y David Vetcher.
"Gracias a esas gestiones y al apoyo que recibimos por la Dirección de Organismos Internacionales de Cancillería, se instruyó a la delegación argentina para que al participar del último plenario de las Naciones Unidas se proponga al 16 de septiembre como el día Internacional de la Cardiología Intervencionista, lo cual fue aprobado", detalló Cisneros, quien es director médico ejecutivo de Sanatorio Francés de Córdoba.
El especialista recordó que "la enfermedad cardiovascular es, sin duda, la principal causa de muerte en el mundo, por lo cual todo el desarrollo que ha tenido nuestra especialidad, tanto en diagnóstico como en el tratamiento de patologías es y será fundamental".
"En este sentido -continuó- consideramos que esta fecha es importante no sólo para conmemorar la primera cirugía intervencionista sino también para difundir sobre la prevención de este tipo de patologías tan prevalentes en el mundo moderno".
Creado en 1985, el CACI es una sociedad científica que agrupa a todos los especialistas en Hemodinamia y Cardiología Intervencionista del país y es avalado por el Ministerio de Salud de la Nación para certificar la especialidad de Hemodinamia y Angiología General.
La angioplastia introdujo una forma menos invasiva de operar del corazón (antes de ésta solo se realizaba a "cielo abierto", es decir, abriendo el esternón); consiste en introducir un catéter a través de una punción que se realiza en la ingle -vía femoral- o en la muñeca -vía radial-.
De esta manera, se puede acceder al sistema vascular arterial, lo que permite llegar hasta las arterias coronarias; en la mayoría de los casos (85%) se coloca, además, un stent, que es un dispositivo metálico que mantiene la arteria abierta e impide que esa arteria vuelva a obstruirse en ese mismo lugar.