Los efectos nocivos sobre la salud que se desprenden de la exposición al aire contaminado son varios y se investigan desde hace décadas. Diferentes estudios han constatado que esto representa un factor de riesgo para contraer afecciones crónicas como cáncer de pulmón, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfisema, asma, enfermedades cardíacas y también sufrir accidentes cerebrovasculares. Y las consecuencias de respirar diariamente este aire siguen bajo investigación.
Expertos en salud de todo el mundo llevan a cabo análisis cuantitativos para descubrir si el aire contaminado, que se concentra fundamentalmente en áreas densamente urbanizadas e industrializadas, tiene otras consecuencias para la salud. Y resultados publicados semanas atrás refuerzan otros anteriores que apuntan a la conexión entre respirar aire de mala calidad y el desarrollo de trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer y el Parkinson.
La enfermedad de Parkinson es un trastorno cerebral que causa movimientos involuntarios o incontrolables, como temblores, rigidez y dificultad con el equilibrio y la coordinación. En la mayoría de los casos, la enfermedad no es hereditaria, por lo que al estudiar sus causas se apunta a una combinación de factores genéticos y ambientales.
Relación entre exposición al aire contaminado y el párkinson
Según un estudio publicado en JAMA Network Open, una mayor exposición a la contaminación del aire aumenta el riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson (EP).
El trabajo estuvo coordinado por la doctora Brittany Kryzanowski, del Instituto Neurológico Barrow en Phoenix. Junto a su equipo, llevaron a cabo un análisis que incluyó datos de 346 pacientes con EP y 4.813 controles emparejados que participaron en el Proyecto Epidemiológico de Rochester (con muestras de entre 1998 a 2015).
De ese análisis se desprendió la conclusión de que la exposición a partículas contaminantes de menos de 2,5 micrómetros de diámetro (PM2.5) está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar la EP, lo que representa un riesgo que se vuelve más alto para personas que viven en áreas metropolitanas.
El estudio mostró que quienes están más expuestos a estas partículas tienen un 23% más de probabilidad de desarrollar EP en comparación con aquellos que están menos expuestos.
Los investigadores también observaron que las personas con mayor exposición al dióxido de nitrógeno (NO2) tienen un 13% más de probabilidad de padecer la enfermedad en comparación con aquellas menos expuestas. Además, la exposición a la contaminación del aire está asociada a una mayor probabilidad de presentar una forma rígida acinética de EP, con un aumento del 36% en el riesgo por cada incremento de una unidad en la concentración de partículas PM2.5.
Entre las personas que ya tienen párkinson, los investigadores encontraron que una mayor exposición a partículas contaminantes está asociada con un mayor riesgo de desarrollar discinesia, es decir, movimientos involuntarios.
Por cada aumento de una unidad en la concentración de estas partículas, el riesgo de desarrollar este trastorno aumenta en un 42%. De manera similar, una mayor exposición al dióxido de nitrógeno (NO2) se asoció con un incremento del 13% en el mismo riesgo.