Los menores "son los más sensibles a sufrirla y son quienes pueden experimentar, si no se tratan, desde malestar general hasta trastornos en su crecimiento y desarrollo intelectual", destacó la SAGE en un comunicado.

Mediante la campaña la SAGE busca educar sobre este padecimiento que suele ser desconocido por la comunidad.

"Las fuentes de contagio son muy comunes y entre ellas está la falta del lavado de manos, alimentación con vegetales crudos mal lavados o tratados con aguas no seguras, consumo de agua contaminada y deficiencias en instalaciones sanitarias", agregó.

En el caso de los niños, se suman los objetos contaminados que se llevan a la boca.

“Debemos recordar que los parásitos culminan su ciclo cuando llegan al suelo, contaminando las aguas y las redes cloacales, y reproduciendo infecciones”, explicó el gastrenterólogo Edgardo Smecuol.

“Algunos parásitos también pueden encontrarse en la ropa de cama o en toallas, convirtiéndolos en difusores dentro del grupo familiar, y en la tierra, por lo cual andar descalzo se vuelve otra fuente de infección”, añadió.

En cuanto a los síntomas, cambian según el parásito que se encuentre en el organismo. Los más frecuentes son: prurito (picor) anal, dolor y distensión abdominal, vómitos, diarrea y fiebre.

Otros menos frecuentes son la pérdida de peso, la tos, alteraciones del sueño e irritabilidad. La forma de detectar si un niño o adulto está sufriendo parasitosis intestinal es hacer un examen directo de las heces.

Según la SAGE, en Argentina, "las parasitosis intestinales impactan principalmente en las poblaciones más vulnerables a raíz de la falta de higiene y el difícil acceso al agua potable, lo que hace que la afección se propague de manera rápida y silenciosa"