Un equipo de científicos, dirigido por el Instituto Max Planck de Psicolingüística en Nijmegen (Países Bajos), descubrió que las variantes genéticas que aumentan la probabilidad de padecer dislexia se asocian a diferencias en las áreas cerebrales involucradas en la coordinación motora, visión y lenguaje. Los hallazgos se publicaron en Science Advances.

Alrededor de un 5% de niños en edad escolar cuenta con graves dificultades para aprender a leer y/o deletrear. Esta afección, conocida como dislexia, está parcialmente influida por genes y resulta muy hereditaria.

"Sin embargo, la dislexia es un rasgo complejo que no puede explicarse mediante cambios en una única región cerebral o un solo gen. Estudiar exactamente qué genes afectan a qué redes cerebrales puede ayudar a comprender cómo se desarrollan de manera diferente las funciones cognitivas en esta dificultad de aprendizaje", explicaron los científicos.

La investigación

Para comprender cómo la contribución genética a la dislexia se vincula a la estructura cerebral, los autores realizaron un estudio genético a gran escala. Usaron datos de más de un millón de personas recopilados por la empresa 23andMe, los cuales revelaron variantes genéticas que aumentan la probabilidad de que una persona padezca dislexia.

A partir de la base de datos del Biobaco del Reino Unido, pudieron calcularse "puntuaciones poligénicas" de dislexia para más de 30.000 adultos y relacionarlas con exploraciones cerebrales. Si bien la base de datos no tenía información sobre quiénes tenían dislexia, su predisposición genética variaba entre adultos y podía vincularse a partes específicas del cerebro.

Una mayor probabilidad genética de dislexia se asoció a un menor volumen en áreas cerebrales involucradas en la coordinación del movimiento y el procesamiento de sonidos del habla. Por el contrario, las variantes genéricas relacionadas a la dislexia se asociaron a un mayor volumen en la corteza visual.

Asimismo, se observaron diferencias en un haz de materia blanca en lo profundo del cerebro, llamado cápsula interna. En esta área del cerebro, la densidad de materia blanca se asoció a influencias genéticas no sólo en la dislexia sino también en el logro educativo, inteligencia fluida y trastorno por el déficit de atención e hiperactividad (TDAH), rasgos correlacionados a la dislexia.

"Estos resultados son coherentes con la idea de que la dislexia es un rasgo complejo que puede implicar una combinación de procesos cognitivos alterados", explicaron. Si bien el estudio usó datos de adultos, algunos cambios cerebrales pueden estar vinculados a un desarrollo alterado del cerebro durante las primeras etapas de la vida, por ejemplo en el feto o durante la infancia, que luego se mantienen estables a lo largo de la vida.

"Otros cambios podrían reflejar respuestas del cerebro a décadas de comportamiento alterado en personas con mayor predisposición genética a la dislexia. Por ejemplo, años de evitar la lectura en la vida personal y profesional podrían afectar al sistema visual del cerebro", explicaron.

Los investigadores planean usar datos de niños o adolescentes en próximos estudios, en pos de estudiar más de cerca los cambios cerebrales que están involucrados en causar dislexia. "Comprender la base cerebral de la dislexia también puede ayudar a lograr un diagnóstico más temprano y una intervención educativa con estrategias más específicas adaptadas a los perfiles de cada niño", concluyeron.

Fuente: Ediziones.