En la cotidianeidad con niñas y niños suelen utilizarse frases y expresiones que, tomadas en su literalidad, afectan a gran escala en la construcción de sus identidades, autoestima y autopercepción, es decir, en su desarrollo psicoemocional. Aunque no sea intencional, estas palabras calan hondo y pueden comenzar a ser leídas erróneamente por quienes las reciben, en este caso, personas con su psiquismo en pleno desarrollo.
Especialistas en la temática han desarrollado distintos libros y manuales dirigidos a madres, padres y cualquier persona adulta que se vincule con las y los más pequeños, sobre todo para saber qué se dice con lo que se dice. Y, por supuesto, de qué forma modificar esas frases cotidianas.
"Dar una vuelta" por el lenguaje con los niños
En España, una iniciativa lanzada a comienzos de mayo, invitó a la ciudadanía en general a participar en la reflexión sobre frases o expresiones comunes, muy arraigadas al lenguaje, y que necesitan de un cambio urgente.
“Buscamos dar visibilidad a la relevancia que tiene el uso adecuado del lenguaje en niños y adolescentes y cómo los adultos pueden ser responsables de algunos prejuicios que pueden afectar al desarrollo de los más pequeños”, explicó Sonia Carricondo, responsable de Comunicación y RSC de Grupo ASV, al que pertenece Meridiano Seguros.
Sobre las 400 frases elegidas se debatió y reflexionó en un Focus Group en el que han participado profesionales de la educación, la salud mental, familias, niños, niñas y adolescentes.
Frases que deberían evitarse
Por cotidianas que parezcan, utilizar a menudo algunas de estas frases para que hijos e hijas reaccionen u obedezcan, podría estar transmitir un mensaje erróneo. Algunas de las más frecuentes son:
-"¿De verdad lo hiciste vos?”. Esta frase suele utilizarse para mostrar sorpresa por algún trabajo o tarea que el niño o niña realizó, y generalmente busca impactar de manera positiva. Sin embargo, esa duda sobre la capacidad en los más pequeños puede comenzar a ser una semilla para la falta de seguridad en sí mismos.
-“Me vas a volver loco/a”. Con esta frase el o la menor siente todo el peso de la culpa directamente, cargando con la responsabilidad del bienestar ajeno. El pequeño corre el riesgo de ser demasiado sumiso en sus relaciones, priorizando las necesidades de los demás y dejando de lado las suyas propias.
-“No llores, que no es para tanto". Esta frase dificulta la compresión de sentimientos. Aunque la intención siempre sea restarle importancia para alejarlos del dolor, pueden interpretar que se desautorizan sus emociones. En estos casos siempre es mejor apoyarlos y consolarlos. Deben saber que, en un momento de debilidad, siempre que les pase algo pueden contar con la presencia y compañía de su familia.
-“Qué ganas de que se terminen las vacaciones y vuelvas al colegio. Me cansaste”. Como seres emocionales, escuchar este tipo de expresiones les puede provocar un impacto muy negativo al considerar que es una expresión totalmente real. Se sienten culpables del malestar de su familia y eso genera baja autoestima.
-“Sos un/a niño/a malo/a”. Esta expresión les puede hacer pensar que son “defectuosos”. No es lo mismo afirmar esto que ellos entienden como un hecho que no pueden cambiar, que especificar en qué se han equivocado y qué es lo que han hecho mal.
-“No sé ni para qué me molesto, ¡esto no te sale!”. Este tipo de frase expresa cómo el adulto duda de la capacidad del niño y lo invita a que él mismo no confíe en sus posibilidades. Además interpreta que no se valora su esfuerzo, y en su futuro, seguirá este ejemplo: “si no me sale, ¿para qué me voy a esforzar?”
-“Ya verás cuando lleguemos a casa”. Problemas de autoridad, intento constante de complacer a otros para evitar el castigo. Este tipo de afirmaciones produce ansiedad, terror y vergüenza en los pequeños y pequeñas porque mientras llegan a casa van a estar pensando en el castigo.
-“Basta de tonterías/pavadas”. Si un niño o a una niña escucha constantemente esta frase, puede dejarse llevar por las palabras de sus padres y dejar de creer definitivamente en los sueños.
-“Tu hermano/a no hace esas cosas. Deberías aprender de él/ella”. El o la menor percibe a esa otra persona con la que se le compara como un modelo que nunca podrá alcanzar y esto afecta a su autoestima. Considera que no es cómo les gustaría a los demás.
Dar una vuelta y evitar las frases negativas
La solución es aprender a manifestar de forma positiva lo que se les quiere decir a los hijos e hijas. Algunos consejos de especialistas para mejorar la manera de dirigirse a los niños:
1. Identificar este tipo de frases y cambiarlas por alternativas más positivas. Construirlas partiendo de estas bases:
-Hablar con claridad, teniendo en cuenta cómo va a interpretar el mensaje. Centrarse en el comportamiento y evitar hacer referencia a su forma de ser.
-Ayudarlo a expresar sus sentimientos y apoyar los mensajes con detalles como “Vi que…”, “Considero que…”.
-No utilizar el chantaje ni para castigar ni para premiar.
-Si el adulto se encuentra en un estado de nerviosismo alto, quizá es mejor buscar otro momento más oportuno para hablar y reflexionar al respecto. Si se trata de retar al niño/a porque está teniendo una conducta inadecuada, hacer referencia a que eso no se hace, incluso pidiendo ayuda e intervención a otro adulto de referencia que se encuentre en el lugar.
-Valorar los esfuerzos de los niños.
-Los temas delicados o difíciles de tratar, es mejor afrontarlos sin rodeos.
2. Darle la vuelta a la forma de comunicarse con ellos/as y marcar los límites de forma positiva.
3. Preguntarles a menudo a los hijos e hijas cómo están, qué les pasa y qué necesitan.
4. Practicar la escucha activa, poner atención cuando hablan y desarrollar la empatía con los hijos e hijas.
5. Escuchar, tener paciencia y tratar de comprender a los hijos y/o hijas y sus mensajes.
La importancia del lenguaje en el desarrollo emocional
A la hora de educar, los padres tienen una herramienta que influye notoriamente en el desarrollo mental, emocional y de personalidad de los menores. Esta herramienta es el lenguaje.
El adulto debe mostrar cómo regular dichas emociones, un proceso denominado "heterorregulación emocional" para que el niño en un futuro adquiera habilidades para una adecuada autorregulación, señala Orlando García director técnico de los centros Inteligencia Activa y licenciado en Pedagogía y Psicología.
Por eso, hay que tener muy presente qué hacer, qué decir y cómo decirlo, teniendo en cuenta siempre la importancia del lenguaje en su bienestar emocional.
Fuente: EFE Salud.