Distintos expertos a nivel mundial, principalmente desde el área de neuropediatría y psicología, se encargan de difundir diversas evidencias en torno al uso de pantallas en los más pequeños y sus graves consecuencias para el desarrollo.
Cuando el cerebro está en desarrollo el impacto de las pantallas puede ser muy grande, sobre todo en menores de seis años. De hecho, estudios científicos han descrito que se producen alteraciones tanto estructurales como funcionales del cerebro con el uso de las pantallas.
“Con nivel estructural hacemos referencia a que se ha identificado menor volumen, menor tamaño de ciertas estructuras en el cerebro de los menores que se exponen a pantallas; y a nivel funcional, lo que se ha visto es que determinados circuitos cerebrales, que están conectando distintas regiones cerebrales, no se están desarrollando bien en un cerebro que está en desarrollo”, explicaron desde la Sociedad Española de Neurología Pediátrica. Se trata de los “circuitos” que se encargan del lenguaje, el aprendizaje, de la atención y de la regulación de las emociones.
“No sabemos el tiempo que se necesita para que las pantallas impacten en el desarrollo del cerebro de los menores, lo que sí se sabe es que solo con que estén expuestos ya aumenta la probabilidad estadística de terminar como un problema en el desarrollo”, inciden.
Un aumento de consultas en neuropediatría
La investigación sobre la repercusión de las pantallas siempre ha llamado la atención en áreas como la neuropediatría, por el “muy alto” número de pacientes que tienen problemas de atención, de aprendizaje, de lenguaje y a la hora de relacionarse en estos últimos años.
En este aspecto, los profesionales resaltan que al momento de indagar sobre la historia personal del niño que va a consulta, se pregunta sobre factores y hábitos y el consumo de pantallas suele ser muy excesivo. Uno de los efectos más notorios es el retraso en el lenguaje, cuyo riesgo puede multiplicarse hasta por seis cuando los bebés menores de 12 meses ven pantallas por más de dos horas al día.
“Y se ha relacionado con la aparición de problemas en área social con lo se ha denominado el pseudoautismo por pantallas, que es cuando tenemos niños pequeños que tienen tantos problemas en el lenguaje como problemas en el área social. Imitan a un cuadro de autismo, pero cuando se retiran las pantallas, los síntomas empiezan a disminuir”, apuntaron.
Además, a partir de los 6 años, aquellos niños expuestos a dispositivos pueden tener menos probabilidad de desarrollar la lectura de forma temprana, y más dificultad de aprendizaje de pensamientos lógicos como los de las matemáticas.
El papel de la dopamina: un comportamiento adictivo
Por otra parte, con la visualización de las pantallas, el cerebro libera dopamina, un neurotransmisor que produce sensación de placer, por lo que la persona percibe una “gratificación inmediata”. Así, cuando el cerebro está sometido a estímulos repetidos que liberan dopamina, percibe sensación de bienestar. Eso termina activando el circuito de recompensa cerebral, que es el mismo que se pone en marcha en otros comportamientos adictivos como el de las drogas o el juego.
“A muchas familias les ha preocupado comportamientos que han observado en sus niños pequeños y adolescentes que se han puesto agresivos cuando les han interrumpido el uso de pantalla porque recuerdan a síntomas similares a los del síndrome de abstinencia”, comentaron.
Nuevas evidencias
Otros organismos, como la Asociación Española de Pediatría (AEP), actualizaron sus recomendaciones en cuanto al uso de pantallas en la infancia y la adolescencia, a partir de “nueva evidencia científica”.
Según subraya la AEP, la nueva evidencia científica muestra que hay una “fuerte asociación” entre el tiempo que los padres pasan frente a la pantalla y el de sus hijos, “sobre todo durante las comidas y en el dormitorio”.
Actualización de las recomendaciones de los pediatras
Las recomendaciones actualizadas de los pediatras son:
-De 0 a 6 años: Cero pantallas, no existe un tiempo seguro. Como excepción y bajo supervisión del adulto se puede usar para el contacto social con un objetivo concreto. Por ejemplo, que la persona que está al otro lado de la pantalla le cuente un cuento o le cante una canción.
-De 7 a 12 años: Menos de una hora (incluyendo el tiempo escolar y los deberes). Limitar el uso de los dispositivos con acceso a Internet. Priorizar los factores protectores: actividades deportivas, relaciones con iguales cara a cara, contacto con la naturaleza, sueño, alimentación saludable, etcétera.
Si se decide que utilicen un dispositivo es recomendable: que sea bajo la supervisión de un adulto, con dispositivos fijos y evitar el baño y dormitorio. Pactar límites claros previamente tanto en tiempo como en contenidos adaptados a la edad.
-De 13 a 16 años: Menos de dos horas (incluyendo el tiempo escolar y los deberes). Si se permite el acceso a dispositivos -sin ser la única medida que se tome- instalar herramientas de control parental. Priorizar el uso de teléfonos sin acceso a internet. Retrasar la edad del primer móvil inteligente (con conexión a internet).
Fuente: EFE.