El cáncer de cuello uterino se constituye como la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres de entre 35 y 64 años a nivel mundial. A su vez, en Argentina se diagnostican anualmente cerca de 4 mil nuevos casos de esta enfermedad.
Es por ello que las y los expertos hacen hincapié en la importancia de realizarse controles ginecológicos periódicos para conocer los cuidados pertinentes a atender, o bien, descubrir a tiempo ciertas lesiones que luego podrían devenir en este tipo de cáncer que en la clínica se denomina Cáncer de Cérvix.
Cáncer de cuello uterino: el rol del VPH
El agente causal de este tipo de cáncer es el Virus del Papiloma Humano (VPH), el cual puede afectar tanto la piel como mucosas orofaríngeas, del ano, vulva, vagina, y cuello del útero. El contagio es habitualmente por vía sexual. A su vez, se suman factores de riesgo como la inmunodeficiencia, el uso prolongado de anticonceptivos orales, el consumo de cigarrillo, inicio precoz de relaciones sexuales, múltiples parejas sexuales, entre otros.
Sí es cierto que no todas las personas que tengan HPV van a desarrollar un cáncer de cuello uterino. De hecho, la mayoría de las infecciones se resolverán espontáneamente. Sucede que la persistencia de la infección viral a lo largo de muchos años, puede llevar al desarrollo de lesiones premalignas y eventualmente el cáncer. Por eso, es necesario realizarse el examen ginecológico de manera periódica, para establecer un diagnóstico precoz y controlar oportunamente las lesiones.
En este sentido, para prevenir la enfermedad se recomienda:
-Realizar la prueba de papanicolaou (PAP) de forma regular y, de ser posible, test de HPV a partir de los 30 años.
-Vacunar contra el HPV a los 11 años y eventualmente en otros casos seleccionados.
-Utilizar preservativo o campo de látex para disminuir el contagio de las infecciones de transmisión sexual.
-Evitar el consumo de tabaco.
Tanto el PAP como la colposcopía, que son estudios que se complementan, se realizan con el objetivo de detectar cambios incipientes que pudieran ser precursores del cáncer del cuello uterino, ya que estas lesiones son asintomáticas en sus estadios tempranos.
Actualmente, la prueba de HPV permite una pesquisa significativamente más precisa que el PAP, que netamente indica si es negativo o positivo para este tipo de lesiones. La ausencia de la infección viral demostrada con estas pruebas, prácticamente anula el riesgo de tener una lesión y permite espaciar el intervalo para el control a 5 años.
Algunas recomendaciones para realizarse el PAP/ test de HPV:
-Reservar un turno para una fecha alejada del período de menstruación.
-Evitar las relaciones sexuales por 48 horas previas al estudio.
-No realizar lavados vaginales.
-No utilizar tampones, óvulos, cremas o realizar ecografía transvaginal por 48 horas previas al estudio.
El tratamiento de las lesiones premalignas producidas por el HPV (llamadas lesiones de alto grado), detectadas a tiempo, evita la progresión al cáncer. El tratamiento consiste en extraer la lesión por medio de una intervención quirúrgica, habitualmente utilizando un bisturí de radiofrecuencia, un procedimiento denominado LEEP, para extraer el tejido anormal. El cáncer, cuando se detecta en sus estadios iniciales tiene tratamientos altamente efectivos también.
Controles: cuándo comenzarlos
-3 años después del inicio de la actividad sexual.
-Se deben realizar una vez al año, o más seguido si el médico se lo indica, ante algún factor de riesgo.
-Deben ser periódicos, sin necesidad de sentir algún síntoma.
-La prueba de HPV se comienza a usar a partir de los 30 años de edad.
Fuente: NA.