La decisión de Vladimir Putin de llevar a cabo, lo que aún sigue llamando una “operación militar especial” en Ucrania, está cambiando el equilibrio de fuerzas globales. Esta semana, el mandatario ruso visitó Corea del Norte, uno de los países más aislados del mundo, en busca de armamento para sostener la ofensiva. Pero el vínculo se profundizó con la firma de un “acuerdo de defensa mutua en caso de agresión”. Esta alianza ha alarmado a Washington y a sus aliados porque refuerza el poder de sus oponentes, pero también preocupa a China.
La dinastía Kim tiene muchas particularidades. En 2002, luego del atentado a las torres gemelas, el gobierno de George W. Bush la incorporó dentro del “Eje del mal” que amenazaba al mundo occidental formado por Irán, Irak y Corea del Norte. Pero en 2006, su entonces líder Kim Jong-il sorprendió con la explosión de su primera bomba atómica. Desde ese momento, el país enfrenta varias sanciones del Consejo de Seguridad de ONU, que fueron apoyadas por Rusia y China.
Aunque en marzo de 2024 la situación cambió. China se abstuvo y Rusia vetó una moción para extender el Panel de Expertos del Comité de Sanciones de la ONU. Desde hace 18 años, se encargaba de monitorear el cumplimiento de las penalizaciones nucleares en Corea del Norte y quedó disuelto. La resolución ha descolocado a Washington, ya que se queda sin mecanismos de control hacia la proliferación nuclear de la dictadura oriental.
Acorralado por las sanciones internacionales, ha sido China el gran sostén económico del gobierno de Kim Jong-un y es su principal socio estratégico y comercial. Ambos comparten una frontera de más de 1.400 kilómetros. Una de las prioridades de Pekín es mantener al líder norcoreano en el poder porque lo considera una barrera entre su frontera común y las tropas estadounidenses estacionadas en Corea del Sur.
Aunque al gobierno norcoreano también le viene muy bien el apoyo de Rusia para aliviar aún más la presión. No dieron a conocer la letra chica del “Acuerdo Integral de Asociación Estratégica” pero se cree que firmaron compromisos para el suministro de alimentos, petróleo y tecnología de punta para el desarrollo de armas nucleares, misiles, submarinos y satélites. Esto sumado al pacto de seguridad, que incluye una cláusula de defensa mutua, bajo la cual cada país acepta socorrer al otro ante una eventual agresión externa.
Un giro del destino ha favorecido a Corea del Norte. Su ejército ha sido largamente ridiculizado por su anticuada tecnología y su extenso arsenal de armas de la era soviética como, por ejemplo, los proyectiles de artillería. Estos parecían haber quedado obsoletos y hubieran sido difícilmente ubicables si no fuera porque ahora Putin, en su guerra de desgaste en Ucrania, los necesita afanosamente.
En tanto este acercamiento entre Rusia y Corea del Norte ubica al gobierno de Xi Jinping en un lugar que no le agrada en absoluto. Estados Unidos podría llegar a situarlo dentro de un “nuevo eje del mal” formado por Corea del Norte y Rusia. Al alinearse con dos Estados aislados del concierto internacional, China se expone a las consecuencias que pueden traer las acciones de dos líderes imprevisibles.
El país asiático no puede negar su influencia sobre Rusia y Corea del Norte. Unos días antes de la invasión a Ucrania, Xi declaró su amistad “sin límites” con Putin. Si bien la relación ha tenido altibajos, el gobierno de Estados Unidos acusa a China de ser el principal sostén de la ofensiva rusa en Ucrania. ¿Cómo? Comprandole enormes cantidades de petróleo, bienes de consumo y tecnologías de doble uso (como los chips) para mantener su infraestructura militar.
En tanto, la relación con Corea del Norte viene profundizando los lazos desde septiembre de 2023. Fue luego del envío de una delegación a Pyongyang en el marco del 75° aniversario de la fundación de la República. El Jefe de la diplomacia china destacó hace unos meses la “inquebrantable” política de ambos gobiernos por mantener, consolidar y desarrollar la “amistad tradicional”. Y agregó que “No importa cómo cambie la situación internacional”.
Hay que tener en cuenta que Corea del Norte es el único país con el que China tiene un tratado de defensa. Se trata del “Tratado de amistad, cooperación y asistencia mutua” de 1961, por el que Pekín se compromete a contribuir con su aliado en áreas de cultura, economía, desarrollo tecnológico y social. Aunque no se limita solamente al apoyo comercial. Una de sus cláusulas fundamentales prevé que en caso de agresión militar, una nación debía salir en defensa de la otra.
En este contexto, el presidente Joe Biden vio una urgente necesidad. En agosto de 2023 en Camp David -sitio emblemático de la diplomacia norteamericana- buscó consolidar una alianza permanente con el primer ministro japonés Fumio Kishida y el presidente surcoreano Yoon Suk-yeol. Los tres acordaron afianzar la cooperación en materia de seguridad y economía preocupados por la carrera armamentística de Corea del Norte y la influencia de China en la región.
El líder norteamericano logró que dos vecinos en tensión como Japón y Corea del Sur pasaran a ser aliados. Sumado a que el acuerdo de Camp David significa para China un incremento de la presencia militar extranjera en su frontera. Lo cual es leído por Xi Jinping como un aumento del riesgo de confrontación o conflicto armado en la región. El gobierno asíatico ha hecho una lectura en la que culpa a Estados Unidos de crear alianzas que llevarán a una nueva Guerra Fría.
La posta de la narrativa global en estos momentos la ha tomado este “nuevo eje del mal” que considera culpable de los males contemporáneos a Estados Unidos que impide el florecimiento de un mundo multipolar. Antes de la visita de Putin a Corea del Norte, medios oficiales rusos como Russia Today y Sputnik, titularon “Corea del Norte, apartada durante décadas, es bienvenida al mundo multipolar”. También que Pyongyang ha sido víctima “del dictado” de Estados Unidos.
En tanto, el principal periódico estatal de Corea del Norte denunció la “dictadura neocolonialista mundial” de Estados Unidos y elogió a su líder Kim Jong-un por resistir “la presión económica, la provocación, el chantaje y el chantaje militar de Estados Unidos”. En este contexto China elige no confrontar con el país de Joe Biden y presentarse a sí misma como una nación pacífica y contraria a dividir el mundo en bandos rivales. Aunque sus acciones digan lo contrario.
Lo cierto es que el trasfondo aglutinador de los nuevos realineamientos tienen como base la guerra en Ucrania. El acuerdo firmado esta semana entre Corea del Norte y Rusia exaspera porque refuerza el poder de dos países con gobernantes rebeldes, impredecibles y renuentes a seguir las reglas del sistema internacional. Kim lo llamó “el tratado más fuerte jamás creado” que ayudará a acelerar la creación de un “nuevo mundo multipolar”. En tanto para Putin, se trata de un “documento revolucionario”. La historia dirá.