El intendente electo Pablo Javkin coronó un largo día de asunción este martes a la noche en el Monumento a la Bandera en un acto con su gabinete y un discurso cargado de simbolismos. Se presentó como "el hijo de las calles de Rosario" que busca unir a la ciudad dentro de su diversidad, en un abrazo final con Aldo Pedro Poy y Ariel Cozzoni, los concejales ídolos de Central y de Newell's. Junto con esa apuesta por la rosarinidad bien entendida, Javkin levantó la bandera del "respeto al otro" y de la importancia del "control" para la convivencia.
El doble acto de la tarde noche comenzó en el Concejo. La promesa era que el intendente llegaría a las 18 y a las 18.30 empezaría a hablar ante los ediles. Así ocurrió y la puntualidad no fue casual. Respeto y control, mezclados con una dosis de emoción por los años de militancia y preparación, y de humildad no forzada, marcaron el primer día de Javkin al frente de la intendencia.
Con 35 grados en las calles y los televisores de los bares proyectando la fiesta en Plaza de Mayo por la asunción de Alberto Fernández y Cristina Fernández Kirchner, Javkin también evocó al nuevo presidente. Citó el concepto de la "fraternidad" que usó Alberto horas antes. Destacó la importancia de "hacer con el otro", de "escuchar y aprender".
Más tarde, en sintonía con el mensaje de unidad y trabajo en conjunto, se hizo presente el gobernador Omar Perotti. "Rosario también necesita un tiempo fraterno y solidario", definió Javkin.
Espíritu colaborativo y traiciones calientes
La flamante presidenta del Palacio Vasallo, María Eugenia Schmuck, abrió la sesión especial vestida con un rojo impecable. Le habló al "señor intendente" pero también "al querido Pablo", su viejo compañero de militancia universitaria. Recordó "con emoción y orgullo" sus pasados, "al Viejo Don Raúl" y entonces ella, Javkin y su mujer (Cecilia, juntos a sus hijos en el palco de honor) se emocionaron juntos.
"Lo conozco de 1991, yo empezaba a militar en Ciencias Políticas y él ya estaba en la FUR. Tomamos facultades, peleamos contra leyes injustas. Pasaron 28 años y acá estamos", resumió Schmuck a Rosario3, como si las lágrimas pudieran explicarse en dos líneas.
Para la jura formal, subieron los concejales Roy López Molina, nuevo vicepresidente primero, y Marina Magnani, vice segunda. El desbancado ex titular del cuerpo, Alejandro Rosselló, clavó la mirada en el piso. "Es un traidor, rompió Cambiemos", volvió a decir después del acto sin ocultar su dolor por la votación de su par del PRO que lo dejó sin ese cargo.
Schmuck le tomó juramento formal al intendente "por la vigencia del sistema democrático" y Javkin afirmó "sí juro". Se dieron un abrazo y dos besos. Se escuchó el "olé, olé, Pablo, Pablo" que nació de la tribuna donde estaban las banderas de "Franja Morada" y "1983".
Aunque suene raro, fue un acto radical por la toma del poder en Rosario (con Javkin –quién hace dos años sacaba sólo 8,7% de los votos–, la propia Schmuck y hasta el rector de la UNR Franco Bartolacci). Cosas de la política. El intendente lo entiende así: "Es trabajo y perseverancia. En un momento la sociedad te ve, por un contexto político determinado. Pero eso no lo manejás, nadie lo maneja".
El abogado, ex titular de la FUR, ex concejal, ex diputado, ex secretario municipal, entre otros cargos, habló de la capacidad de construir desde la pluralidad en tiempo de crisis, como ocurrió tras el estallido del 2001. "No es un espíritu corporativo. Las construcciones son conjuntas y colectivas", aseguró.
Les pidió a los ediles tener un contacto directo y evitar la burocracia que busca conflictos en lugar de soluciones (puso como ejemplo los pedidos de informes acumulados en el Ejecutivo). "Humildad, trabajo y respeto", fueron sus tres banderas. "No vengo a refundar nada sino a iniciar una etapa de trabajo colectivo, con inclusión e integración", dijo y cerró con la letra de una canción que habla de ganar junto "con los que vienen detrás".
"A pesar de nuestras diferencias hoy vi un espíritu de militancia, eso cambió y se los reconozco", concedió Caren Tepp, de Ciudad Futura, antes de dejar el Palacio Vasallo. López Molina se comprometió a colaborar desde Cambiemos "siempre que Javkin revierta la incapacidad demostrada por el socialismo en temas como seguridad pública, obras públicas y transporte".
Mientras tanto, el nuevo jefe del Palacio de los Leones se topaba con la pregunta de los periodistas y reconocía que la ciudad tiene "inconvenientes financieros complejos". Dijo que pagará el aguinaldo de los empleados municipales pero que no podía adelantar mucho más porque prefiere dar "pases cortos", como un número cinco que maneja con criterio la pelota y para quien tirar un caño está prohibido.
"Me gustaría terminar el año con el presupuesto aprobado", pidió rodeado por unos 30 trabajadores de los medios. Otro periodista y conductor de televisión, Gerardo Rozín, no hacía preguntas. Estaba sentado, de traje sobrio, como un ministro o secretario, pero sólo dijo presente en carácter de amigo.
De Belgrano a Messi, y el ruido de la trompeta
A las 19.30, Javkin dejó el Concejo y subió al Propileo del Monumento. Lo esperaba un acto muy bien montado. Otra vez la prolijidad, la organización (o el respeto y el control, en términos de la nueva gestión). Después de la orquesta de barrio Ludueña, el intendente volvió a hablar. Esta vez leyó su mensaje oficial porque "cada palabra es importante".
En tiempos de divisiones y odio, el mandatario local dijo que en Rosario "tenemos la sensación tan linda que al otro lo conocemos de algún lado" y que entonces "el otro es alguien". Enumeró una serie de acciones que desea lograr en su gestión por la vecindad: "Que el auto pare en la senda peatonal, que alguien en silla de ruedas pueda andar por la calle, no tirar papelitos, separar la basura".
Una agenda virtuosa que, sin embargo, pareció centrarse entre los bulevares. ¿Eso habrán demandado los militantes de la Agrupación de Referentes Unidos (ARU) que llegaron en colectivos y que levantaron sus pasacalles de Barrio Tablada, Barrio Fonavi, Barrio Irigoyen, Villa Nueva, detrás de los invitados sentados en sillas negras?
Al fondo de todo, la banda que llegó desde los barrios festejó con bombos, trompetas y espuma al aire cuando Javkin celebró "la igualdad y la diversidad". Pero el mandatario levantó la mano y pidió rápido "un segundo" para seguir leyendo. La trompeta se desinfló como en una parodia de payasos. El sonido fue ruido y no tuvo lugar en ese momento del acto hiper programado, en donde además hubo una presentación de gabinete "al estilo NBA", como definió uno de los invitados.
Algo del viejo dilema de las dos ciudades que chocan, del centro y de los barrios con sus diferentes músicas, asomó en la noche del Monumento. Otro de los desafíos que Javkin debe enfrentar.
A lo largo de su discurso, desfilaron todos los símbolos de lo rosarino: el Monumento, el Escudo (nueva imagen oficial), la rebelión de Manuel Belgrano que izó la bandera argentina en estas tierras contra la voluntad de Buenos Aires. Javkin nombró también a Lionel Messi, "el mejor jugador del mundo que es más rosarino que el carlito". Señaló las eses comidas, la pasión por Central y Newell's (estuvo incluso el Tata Martino entre los invitados), y antes de que sonara Fito Paéz para desatar la fiesta del final, Javkin arengó: "Arriba el centro y los barrios, sobre todo los barrios"; y si no "que el pueblo de la ciudad de Rosario me lo demande".
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