La primera funcionaria saliente luego de la carta de Cristina Kirchner en la que marcaba que había "funcionarios y funcionarias que no funcionan" fue la arquitecta rosarina María Eugenia Bielsa.
Su reemplazo al frente del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat será el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, quien compartió actos con Alberto Fernández en el último tiempo y fue muy elogiado por el presidente por su gestión en esa ciudad del conurbano bonaerense.
Con la salida de la rosarina, el gabinete pierde a una de las pocas piezas del interior del país, que ya tenía un "déficit de federalismo", como graficó un informe de Rosario3.
Este miércoles a la mañana, ya circulaba la información de que Fernández preferiría que los cambios en el gabinete pudieran hacerse sin demasiado ruido, ya que lo ve como un ajuste de tuercas lógico en un equipo que lleva casi un año de trabajo en el peor de las condiciones, más que como un acontecimiento político en sí mismo.
Las especulaciones están a la orden del día, sobre todo después de la carta de Cristina Fernández de Kirchner que puso en palabras lo que muchos, incluso el presidente, pensaban: hay figuras que no supieron adaptarse al ritmo que demandan la doble crisis de pandemia y recesión.
También trascendió que el presidente ya tiene sobre su escritorio varias opciones de recambio para su staff de ministros y secretarios de Estado, algunas de las cuales ya están en marcha.
Hace meses que Bielsa es una de las ministras más señaladas a la hora de apostar por recambio. Dirigente con peso propio y una larga carrera antes de aterrizar en el gabinete de Fernández, Bielsa no cuenta con el respaldo de ninguna de las columnas que sostienen el Frente de Todos.
El área que hasta hoy encabezaba aparece en el foco de la crisis. Las malas condiciones habitacionales de muchísimos argentinos quedaron en primer plano durante la pandemia; las tomas de terrenos volvieron a poner en agenda la cuestión; los alquileres estuvieron entre los costos de vida que más aumentaron este año.
A ese estado de situación se contrapuso un ministerio que “nunca terminó de arrancar”, según consignan en la Rosada. Ponen como ejemplo el caso del Renabap, que tiene a cargo la integración urbana de más de 4000 barrios populares, un proyecto que comenzó en la gestión anterior, pero Fernández adoptó como propio pero que no tuvo progreso en estos meses, a pesar de esa decisión política.