El gobernador Omar Perotti encabezó este sábado una reunión de gabinete después de mucho tiempo. El objetivo, repasar líneas directrices, unificar discurso y alinear a los ministerios para el año electoral. Recordó que la pandemia está ingresando en una etapa compleja. Pidió estar atentos, fortalecer protocolos y controles, sobre todo ahora que la actividad se está recuperando y sería muy dañino volver atrás.
Pidió a los ministros comunicar mejor lo que el gobierno está haciendo. Boleto gratuito, campaña de vacunación, Billetera Santa Fe y obra pública. Es lo que hay. Sobre este último punto insistió en que el emblema de su gestión “serán las miles de pequeñas obras que le resuelvan los problemas a la gente y le mejoren el día a día”. Vivienda y cloacas se mencionaron como ejemplos.
El gobernador también manifestó su satisfacción por el encuentro que mantuvo el viernes en Santiago del Estero por el avance del plan interjurisdiccional para los bajos Submeridionales en el que trabajan esa provincia, Santa Fe, Chaco y Nación. Hizo hincapié en la necesidad de desarrollar el norte provincial para arraigar gente y evitar migraciones. Discursivamente nada nuevo de lo que dijeron todos los gobiernos de los últimos 25 años.
Lo importante es seguir y si es posible acelerar el proceso sostenido de inversión en políticas de salud –que incluye el mantenimiento de lo que está funcionando–, sociales e infraestructura. Anuncios como una unidad de terapia intensiva para Vera o ampliar el hospital de San Javier son obras fenomenales para cumplir esos objetivos.
Lo que el gobierno no debería perder de vista es que las obras de gran escala –para eso se necesitan proyectos, tiempo y dinero– cambian la vida de una ciudad, una región o una provincia. Por eso Rafaela peleó tanto para que se priorice el acueducto Desvío Arijón que le lleva agua desde el río Coronda. Es pasmosa la cantidad de santafesinos que no acceden a agua potable segura y de calidad, y localidades que no pueden pensar en actividades productivas por el mismo motivo. A pesar de los cientos de millones de dólares invertidos desde 2008 en acueductos, es mucho lo que falta. Y no es sólo un problema del norte o de la franja oeste de la provincia: decenas de miles de santafesinos que viven en el Gran Rosario necesitan las siguientes etapas del acueducto Gran Rosario.
Vuelta de página
La reunión de gabinete también era necesaria para dar la vuelta de página al ciclo post Sain. El ex ministro de Seguridad tuvo que dejar el gobierno y está acorralado por la oposición y sectores del propio peronismo. Esta semana Diputados abrió el proceso de juicio político con inocultable beneplácito de la Cámara alta y se le pidió formalmente al fiscal general que no lo readmita en su cargo concursado como director del Organismo de Investigaciones. La incompatibilidad es manifiesta, criterio también aplicable a los nombramientos pasados de funcionarios del Frente Progresista en la Justicia.
Sin embargo en el caso Sain los argumentos jurídicos quedaron en segundo plano, porque hay una decisión mayoritaria en la Legislatura provincial y en ámbitos judiciales de que el ex ministro no asuma ese cargo ni ningún otro en la provincia. Sain agredió y ofendió a mucha gente y hoy eso pesa más que todas sus virtudes juntas y el respaldo expresado por el Partido Justicialista.
Mientras tanto Jorge Lagna tuvo su primera semana como ministro de Seguridad muy activa y con mucha presencia en Rosario, dato que entusiasmó al intendente Pablo Javkin. La reunión “fue productiva en intercambio de información y disposición a trabajar en conjunto”, según ambas partes.
El intendente suele repetir que si se trabaja en conjunto –incluye a la Justicia y las fuerzas federales– aparecen resultados. Su mirada es que además de investigación criminal, la provincia tiene que apostar a lo operativo, a recuperar el control de la calle. Lagna tiene un diagnóstico parecido y le dio el gusto: le habló de la próxima incorporación de agentes, motos, armas y patrulleros.
El Frente y sus límites
También el Frente Progresista se reunió después de mucho tiempo. Fue virtual, el viernes, con asistencia completa de todas las fuerzas que lo integran. Los participantes coincidieron en la necesidad de ampliarlo, pero en el sentido de fortalecerlo como Frente Progresista y no asociarlo a Juntos por el Cambio. El espacio ya se mueve y planifica sobre la hipótesis de que Miguel Lifschitz encabezará la lista de candidatos a senador nacional. El ex gobernador camina la provincia sin pausa, pueblo a pueblo, con agenda propia y rodeado de socialistas y radicales.
“El Frente Progresista está en la etapa de evaluación de hasta dónde ampliar para que no se rompa, es decir que lo que se incorpore no termine sacando nada que ya está adentro”, explicó uno de los dirigentes radicales que participó del encuentro, realista, sabiendo que la propuesta de un acuerdo en bloque con Juntos por el Cambio es inviable porque rompe más de lo que suma.
Lo decía pensando fundamentalmente en los intendentes de Santa Fe, Emilio Jatón, y de Rosario, Pablo Javkin. Ellos también pidieron comprensión, pero en el sentido contrario: que se contemplen los intereses locales a la hora del armado y los posicionamientos políticos. J&J sufren la oposición frontal de las expresiones locales de Juntos por el Cambio, por lo cual para ellos es impensable ser parte de una coalición provincial en la que sean socios.
Los socialistas llegaron a la reunión del Frente atravesados por un proceso electoral interno que se calienta a medida que se aproxima el 18 de abril. Mientras el sector Bases que lideran Eduardo Di Pollina, Claudia Balagué y Miguel Cappiello incrementa la artillería discursiva, y desde Buenos Aires Roy Cortina hace lo propio, Miguel Lifschitz y Antonio Bonfatti juntan espalda con espalda después de años de desaveniencias.
El miércoles a la noche el acuerdo político entre ambos ex gobernadores, y del que también forma parte el sector Fuerza del territorio, se celebró con una reunión político-social en zona norte. Bonfatti ofició de anfitrión e hizo el asado para Lifschitz, la candidata a presidenta del partido Mónica Fein, el diputado Esteban Lenci, la concejala santafesina Laura Mondino, Rubén Galassi y Enrique Estevez. La histórica rama binnerista se reunificó ante el desafío de las elecciones partidarias de abril y las legislativas de este año, pero tiene como proyecto de fondo fortalecerse dentro del Frente Progresista y volver a sentar a Miguel Lifschitz en el sillón del Brigadier en 2024.
La guerra de los biocombustibles
La ley de biocombustibles, un tema clave para la economía de Santa Fe, entró en cuenta regresiva en el Congreso de la Nación. Esta semana fracasó la sesión especial convocada por la oposición para convertir en ley la prórroga de la ley de 2006 que vence el próximo 12 de mayo. El bloque del Frente de Todos no dio quorum porque resiste la prórroga y apuesta a sacar una nueva ley a partir de un proyecto que ya está en circulación y que entre lunes y martes ingresará formalmente a la cámara. Incluso ya fijó el 22 de abril como fecha tentativa para su tratamiento en el recinto.
La ley de biocombustibles está bajo una guerra de intereses entre fabricantes y petroleras, productores grandes y chicos, oficialismo y oposición. Y entre diputados y senadores. El Senado se mandó una picardía en diciembre pasado cuando de forma inconsulta le dio media sanción a la prórroga con el argumento de que no daban los tiempos para consensuar una nueva ley. En Diputados, y en el gobierno, cayó mal. De ahí el silencio y la negativa a incluir su tratamiento en las sesiones extraordinarias de la Cámara baja.
La respuesta a aquella picardía es la elaboración de un proyecto propio, que segmenta la participación de las empresas en el mercado de corte obligatorio de los combustibles y deja afuera a las grandes agroexportadoras. Es un proyecto de ley que se abrirá en las próximas dos semanas a la opinión de cámaras empresarias, bloques de la oposición y del propio Senado. Y también es una demostración de poder. No es casualidad que el propio Máximo Kirchner, jefe de la bancada oficialista, se haya puesto el proyecto al hombro. Una respuesta al Senado y un homenaje a su padre, que como presidente impulsó la ley original.