“Muy bien, Pato, muy bien”. Dos veces el gobernador Maximiliano Pullaro aprobó, en voz baja y haciendo un gesto con la cabeza, mientras la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, pronunciaba el discurso con el que lanzó el Plan Bandera, el operativo que, mediante el despliegue de fuerzas federales y provinciales, buscará combatir el delito organizado y ponerle freno a la escalada de violencia urbana que se convirtió en el signo distintivo de la ciudad y en un karma para sus habitantes.
El primer muy bien del mandatario santafesino llegó cuando Bullrich anunció que está en conversaciones con su par de Defensa, su ex compañero de fórmula presidencial Luis Petri, para enviar al Congreso un proyecto modificatorio de la ley de seguridad interior para permitir que las Fuerzas Armadas se integren con “tareas logísticas” al combate contra el delito.
No dio más detalles sobre el asunto Bullrich. Pero una fuente de su cartera explicó a Rosario3 que la idea es que los efectivos militares puedan “ocupar” territorios conflictivos, tener presencia allí, para monitorear el movimiento de narcos y sicarios, y mantener informado al comando a cargo de la coordinación de la tarea de las fuerzas de seguridad federales y provinciales.
Doctrina Chocobar
El segundo muy bien de Pullaro, que no solo fue más enfático sino que además generó un cerrado aplauso de los integrantes de las fuerzas de seguridad federales presentes durante el acto en el Monumento a la Bandera, llegó cuando la ministra anunció una mayor cobertura legal para los efectivos que lesionen o maten mediante el uso de armas durante su trabajo.
“Vamos a cambiar el artículo 34 del Código Penal para que la legítima defensa no sea la tradicional sino reforzada para los miembros de las fuerzas de seguridad que en muchos casos están detenidos de manera injusta por el solo hecho de haber llevado adelante la tarea que el Estado les encomienda”, dijo Bullrich.
La afirmación marca el regreso de la doctrina Chocobar, que instauró la propia Bullrich cuando fue ministra de la gestión de Mauricio Macri. Luis Chocobar es un efectivo policial que mató por la espalda a un ladrón mientras escapaba después de atacar a un turista con un cuchillo, en el barrio porteño de La Boca.
El Tribunal Oral de Menores (TOM) porteño Nº2 condenó a Chocobar por el delito de "homicidio agravado por el uso de arma de fuego cometido con exceso en el cumplimiento de un deber". Bullrich acompañó al policía durante el proceso, lo abrazó y cuestionó esa condena. El caso se convirtió para ella en símbolo de su lucha contra el garantismo.
La calle y la cárcel
La idea de transmitir tranquilidad y reconocimiento a las fuerzas de seguridad sobrevoló todo el acto. De hecho, Pullaro comenzó su discurso con un saludo “especial” para las tropas federales y también para la policía provincial que, remarcó, tiene la responsabilidad primaria en el combate del delito en territorio santafesino.
El “público” estaba casi por completo integrado por uniformados, que se desplegaron alrededor del mástil mayor del Monumento junto a modernas camionetas, tanquetas y hasta una lancha de Prefectura en el río. Bajo el viento y la lluvia, no demasiado intensa pero persistente, escucharon con satisfacción el cambio de discurso oficial, que tuvo otra pata importante: la decisión de actuar con la mayor dureza con los reclusos que ordenen crímenes y balaceras desde las cárceles, una linea de acción que Pullaro puso en marcha desde el primer minuto de su gestión bajo la convicción de que la batalla contra la inseguridad se dirime en la calle pero también en las cárceles. "Preso que comete un delito va a ir a celda de aislamiento", advirtió este lunes.
Los efectivos presentes y los vehículos que se exhibieron eran casi todos de las fuerzas federales: Gendarmería, Policía Federal, Prefectura y Policía de Seguridad Aeroportuaria. Una fuente de cartera de Seguridad provincial contó que desde Nación pidieron también despliegue de patrulleros de la Policía Santafesina. La respuesta fue que ante la escasez de recursos eso era imposible, pues quedaría absolutamente desprotegida la calle.
El acto terminó con una caminata de Bullrich y Pullaro para saludar a todos los batallones presentes.
La esperanza
Bullrich llegó unos minutos antes de lo previsto, cerca de as 14.50. Se bajó de una camioneta en la mitad de la cuadra de Primero de Mayo entre Rioja y Córdoba para luego caminar hasta la explanada del Monumento, donde lo esperaban Pullaro y el intendente Pablo Javkin. Pero primero fue a sacarse fotos con los trabajadores de un centro médico de rehabilitación que la saludaban desde una ventana. “Vamos, Pato. Con vos tenemos esperanzas de que todo esto se arregle”, le dijeron.
Al verla desde la puerta del Concejo, se acercaron rápido el edil del PRO Carlos Cardozo y Agapito Blanco, que acababa de asumir luego de que el Tribunal Electoral dictaminara que la banca que había dejado vacante Martìn Rosúa, que ahora es diputado provincial, le correspondía a él por la ley de paridad de género y no a María Soledad Ruiz de Galarreta, que es quien estaba más arriba en la lista. “Pato, viniste a mi asunción”, bromeó Blanco. Bullrich, que no tiene por qué conocer semejantes pormenores de la política local, no entendió. Y saludó luego a Miguel Tessandori, que se presentó como secretario general de la Municipalidad, aunque recién tomará posesión de ese cargo este martes, ya que hoy continuaba en su banca de concejal para garantizar la aprobación del presupuesto.
La ministra se sacó fotos con algunos ciudadanos más durante su caminata, hasta que se encontró con Javkin y Pullaro.
Patitos en fila
La sintonía entre los tres fue evidente. Pullaro, cuando la nombró a Bullrich por primera vez en su discurso, pronunció antes que su nombre y apellido la palabra “amiga”. Ella sonrió y cuando le tocó hablar devolvió la gentileza: mencionó al “amigo” Pullaro. El protocolo no contemplaba que hablara el intendente, pero cuando anunciaron al gobernador, le hizo un gesto para que primero tomara el micrófono él.
En ese marco, no sorprendió que se anunciara que había acuerdo total sobre cómo se conducirá el nuevo comando unificado que coordinará el accionar de las fuerzas federales y la policía local que trabajarán en el territorio: estará al mando del propio gobernador, como él había pedido, y de un delegado de la ministra Bullrich, que será el dirigente del PRO local Federico Angelini, alguien que tiene funcionarios de su confianza en el nuevo gobierno provincial y que es un referente importante de Unidos para Cambiar Santa Fe, el nuevo oficialismo santafesino.
La nueva etapa, quedó claro, tiene a todos los patitos en fila. El alineamiento es total. Y ya no hay excusa posible en torno a las pertenencias políticas.
Por eso, si bien no hubo precisiones sobre la cantidad de efectivos federales que actuarán en las calles de Rosario -Bullrich le dijo a Rosario3 que un 20 o 25% más que en la gestión anterior pero evitó dar números concretos-, el intendente Javkin, que tanto denunció que la ciudad fue abandonada por la Nación y la provincia (algo en lo que este lunes coincidió Pullaro), esta vez manifestó satisfacción absoluta: “Esta ciudad hoy recibe lo que reclamaba. Un acto de Justicia para que la gente buena de Rosario pueda transitar la ciudad en paz. Para que todo lo maravilloso que tenemos esté por encima de las cosas difíciles que veníamos afrontando. Esta ciudad va a agradecer enormemente esta decisión política para recuperar la paz y las calles de nuestra ciudad”.