El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) dará a conocer este miércoles los índices de ocupación, desempleo y actividad de los 31 principales aglomerados urbanos correspondientes al cuarto trimestre del año pasado. Si bien no se perciben grandes cambios en materia de desocupación, el aumento de la pobreza viene siendo sostenido y esto impacta sobre las clases más empobrecidas. En ese sentido, el director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, adelantó a Rosario3 que el número de pobres seguirá en aumento producto del actual “proceso de recesión” con “alta inflación y estancamiento, menores remuneraciones y menos trabajo”. Sin embargo, no cree que “explote” socialmente y aboga por cambio de escenario frente al año electoral que requerirá de un “acuerdo político”, gane quien gane, para llevar adelante una serie de “reformas estructurales progresistas”.
El especialista también dio cuenta de un informe sobre la percepción de la venta de drogas en los barrios de los principales conglomerados urbanos donde el Gran Rosario muestra los índices más altos. La región no tiene mayores diferencias con el conurbano bonaerense, según su mirada, aunque destaca el impacto del factor neurálgico como centro de distribución y el despliegue de bandas sobre los sectores más vulnerables de la población.
Salvia vino a la ciudad para disertar en la presentación de las licenciaturas en Ciencia Política y Relaciones Internacionales que se empezaron a dictar en la UCA.
-¿Más allá de los índices en materia de empleo que se darán a conocer hoy, ¿cómo se explica el crecimiento sostenido de la pobreza?
-En los últimos 50 años hay venido creciendo el porcentaje de la pobreza más allá de alguna situación coyuntural. La tendencia es creciente. La Argentina de hace 50 años tenía una pobreza del 7% y hoy más del 40. El 30% de los pobres son estructurales y lo han sido quizás desde los últimos 15 años. El dato sobresaliente de estos años es que hay clases medias empobrecidas que fueron volcadas a esa condición. El proceso es producto de una falta de política de Estado de desarrollo económico y de generación de puestos de trabajo que multiplique empleo en las pymes y no en planes sociales. Los planes sociales ocupan un papel muy importante como contención social pero no son la solución a la pobreza. La solución a la pobreza es que haya más trabajo. Las clases medias y trabajadores necesitan más trabajo y seguridad para poder pensar su futuro, ahorrar, invertir y salir de esta situación. La ecuación económica parece fácil de resolver, lo que parece difícil es la ecuación política ya que la clase política no está a la altura de los desafíos de hoy.
-¿Cuáles son las perspectivas para este año?
-Ahora estamos frente a un proceso de recesión donde la inflación no cede y no hay oportunidades de crear más trabajo ni siquiera informal o es muy poco en comparación con la inflación. Del 38% del último trimestre de 2022 la pobreza estaría aumentando por efecto de una estanflación, alta inflación con estancamiento, con menores remuneraciones y menos trabajo. Ahora esto no es explosivo. Los planes sociales aumentaron durante el actual gobierno haciendo que los hogares pobres dependieran más de la ayuda estatal, son más pobres y dependen más de la asistencia pública y sean más vulnerables a la inflación. Las clases medias pobres son las que incrementaron los índices de pobreza en estos años, son los nuevos pobres. Hay casi 6 millones nuevos de pobres, empobrecidos por la falta de trabajo y la inflación, y son asalariados que reclaman trabajo y no planes.
-¿Cómo impacta en lo político ese universo de nuevos pobres?
-Son segmentos que se identifican con la anti-política y están enojados porque todos los gobiernos prometieron y no les cumplieron con sus propuestas de más trabajo y reducir la pobreza. Son los segmentos que le permitieron ganar a Cristina con el 54% de los votos en 2011, después a Macri en 2015 y eligieron a Fernández en 2019. Hoy apoyan a Bullrich o Milei por enojo o como reacción frente a una política que ha vaciado su contenido, es poco creíble y con agotamiento de su discurso.
-¿Estamos atravesando un año electoral, ¿qué debería esperarse de los candidatos que pujarán en las urnas?
-La tendencia es aumento de la pobreza, aunque no va a explotar pese a que pareció haber estado a punto de hacerlo el año pasado. Llegaremos a las elecciones con alta inflación y estancamiento pero con expectativas de cambio de escenario. Más allá del color político, ese cambio de escenario significa tomar medidas de desarrollo económico y de ajuste donde seguramente habrá perdedores y ganadores. Debe haber un acuerdo político para que no se ingrese en colapso institucional y social. Hay que mantener cierto nivel de crecimiento y también los planes sociales ya que no se pueden terminar de un día para otro sino más bien cambiar los modos de organización o reconvertirlos sobre su administración con aumento de participación de gobiernos locales y provinciales. Por eso se requiere de un reacomodamiento de alianzas políticas, sociales, sindicales, empresariales y profesionales. Argentina va a estar condicionada desde el punto de vista político pero se tendrá que reacomodar bajo nuevos consensos y formas de legitimización política. No importa quien gane, requerirá de un nuevo escenario que no sea unos contra otros sino que haya puentes de diálogo y acuerdos para que nadie utilice la crisis para destruir al otro. El acuerdo sobre los cambios, con estabilización macroeconómica, ajuste y reforma interna del Estado nacional, fomento a la inversión más allá de las áreas claves como Vaca Muerta. Necesitamos que las clases medias saquen los dólares del colchón para invertir en un país. Esos activos -unos 300 mil millones de dólares- pueden generar más empresas y más trabajos. Les llamo reformas estructurales progresistas y que incluye reformas laborales para generar más empleos, reformas tributarias donde los que más ganen aporten más junto al sector financiero, y apostar a cómo financiar la inversión en vez de la inflación, entre otras.
La percepción sobre Rosario
-¿De qué manera impacta la pobreza en el conglomerado del Gran Rosario frente a esta coyuntura en materia de seguridad y avance del narcotráfico?
-El Gran Rosario es tan conflictivo como el resto de los aglomerados. Sin duda hay un avance del narcotráfico sobre los sectores más pobres. No escapa a lo que ocurre en algunos cordones del Gran Buenos Aires tan alarmantes como graves en materia de consumo y circulación del narcotráfico. El narcotráfico atraviesa a toda la estructura social en cuanto a las adicciones, son víctimas de la droga por la desesperación o la falta de trabajo y oportunidades, y afecta a los sectores más empobrecidos. Rosario como en otros conglomerados donde el Estado está ausente y hay altos niveles de pobreza opera el narcotráfico más allá de la resistencia de la Iglesia, las organizaciones y la sociedad civil. El narcotráfico incorpora a los jóvenes a las adicciones y los utiliza como fuente de trabajo barata.
-El Observatorio publicó hace días un informe sobre la percepción de la venta de drogas y es en Rosario donde hay mayor percepción…
-En los asentamientos alcanza los niveles más altos. Eso no quiere decir que en los barrios de clase alta no lo haya. Los estudios muestran cómo el narcotráfico ocupa los territorios y eso se refleja en los sectores de clases bajas. Ahora bien, los niveles de Rosario son similares al conurbano bonaerense, incluso más bajos. Esto penetra también en barrios populares no solamente en las villas y es una novedad en términos de cómo avanza el narco en la medida que el Estado se retira. Ese giro también lo han tenidos las fuerzas de seguridad, ya no está más el policía que cuida sino está el que pacta con el narco, y eso es lo que se percibe.
-¿Por qué el avance del narcotráfico se manifiesta en Rosario de manera violenta, con muertes y luchas armadas entre bandas?
-El avance del narcotráfico es un fenómeno global, avanza porque hay oferta y demanda de drogas. En Rosario no hay mayor demanda que en otro conglomerado, incluso hasta puede ser menor. El problema está en la oferta y una de las explicaciones es justamente el papel de Rosario como puente de comercialización de la droga que viene del norte y sale al exterior o a otros puntos del país. Rosario ejerce un papel de centro de distribución, depende de negocios corporativos más importantes que el despliegue territorial local de las bandas. Ese factor ha hecho que derrame sobre bandas vinculadas a prestaciones de servicios de ese sistema distribuidor. Se han apropiado de beneficios y se han atrincherado en los barrios reproduciendo la venta y consumo en los sectores más pobres. Son mercados locales que operan sobre territorios vulnerables. Son emergentes que ejercen violencia y vulnerabilidad sobre los sectores más pobres. El problema del narcotráfico no se va a resolver hasta que no se resuelva el gran problema de la ciudad como centro neurálgico al igual que lo son también algunos lugares del conurbano bonaerense. Las villas son espacios de narcomenudeo donde operan bandas. El negocio del narcotráfico no depende de ese poder territorial de las bandas, depende de la comercialización a mercados de altos ingresos. Rosario cumple un papel dentro de ese escenario complejo. Por eso la política debe ser nacional, ni local ni provincial ni barrial. Todos deben operar sobre la prevención de las adicciones, trabajando con los adictos, desbaratando esas bandas que operan sobre territorios y las que operan financieramente, sobre los que legalizan los fondos.