Buenos Aires (enviado especial). Ir del bunker de La Libertad Avanza de Javier Milei al de Unión por la Patria con Sergio Massa a la cabeza es un viaje a la intimidad de dos universos paralelos y en pugna, dos escenarios encontrados en casi todo aunque con algunas coincidencias de fondo, cierta demanda transversal a modificar una Argentina agotada pero con recetas y mensajes tan disímiles que impacta.
Frente al Hotel Libertador, donde con toda lógica se instaló LLA, brilló lo inorgánico (como un joven que cayó con una máscara de Jason, ese personaje de película de terror que encarnaba a un psicópata asesino que disfrutaba de matar a otros sin motivos), lo extravagante (un auto escondido y adornado con globos de cumpleaños para Milei) y los defensores de la doctrina ultraliberal y sus variantes como salida hacia un país muy distinto al actual.
Unión por la Patria montó su centro de campaña en el Complejo C de Chacarita. La prensa estuvo por un lado, con un lugar amplio, a diferencia de la expulsión de buena parte de los medios que hicieron los libertarios (incluso de agencias internacionales). La dirigencia peronista quedó separada en un salón bastante exclusivo y afuera, la militancia. El primer anillo, bien orgánico: los movimientos sociales y políticos (Evita, Barrios de Pie y La Cámpora) y los sindicatos (Uocra y Upcn, entre los más nutridos). Desde temprano estuvieron las banderas, los bombos y las trompetas.
Más tarde llegaron, ya para festejar la inesperada victoria por seis puntos (victoria con balotaje, claro), muchos grupos de jóvenes. Hacia el filo de la medianoche, cuando Axel Kicillof, primero, Sergio Massa, después, y toda la cúpula de UP salieron a celebrar, hubo una euforia que se pareció bastante a un desahogo de angustia contenida. Más que oportuno fue el nombre de la parroquia vecina por esa misma calle Dorrego: "Resurrección del Señor".
Pero antes de que la multitud cantara la marcha peronista y Massa se agarrara el corazón y lo buscara a Wado De Pedro para llevarlo al primer plano y lo abrazara, y el ministro candidato pusiera su cabeza en el pecho de Wado como un gracias, o un perdón, o un perdón y gracias, antes de toda esa emoción cruzada, la pregunta era por cuánto ganaría Milei.
El domingo 22 de octubre preparaba, como ya había ocurrido en las Paso pero al revés, otra sorpresa electoral. De cara a lo que se viene, nadie podrá cometer el error de decir qué sabe con seguridad qué pasará. Conviene, más bien, revisar esos mundos enfrentados y buscar pistas del debate que se reinicia.
Globos incómodos, un viejo custodio y el rugido que no fue
A las 16.30, la previa en el hotel donde Milei espera en una habitación del piso 21 conjuga el entusiasmo por hacer una buena elección con el cumpleaños del líder y candidato.
Por calle Córdoba, bien frente al edificio de la Ansés, están las vallas y la pantalla, a la vuelta por Florida hay cuatro arbolitos que ofrecen compra y venta de dólares y reales. Uno cotiza a mil el billete verde y a unos pasos una chica dice que está 1.030. En el medio una pareja baila tango y los peatones, muchos lucen como turistas, pasean sin prisa.
En el ingreso al hotel, dos jóvenes en un escritorio negro revisan en sus Macbook de Apple el listado de acreditaciones. Niegan a muchos, demasiados, porque dicen que no hay espacio.
–Es la primera vez que me pasa en la vida.
–Yo no voy a seguir esperando acá y rogando por una opción.
Los que se indignan y se dan manija son reporteros gráficos de agencias internacionales como Associated Press (AP) o France Press (AFP). No los dejan ingresar para hacer sus trabajos.
–¡Tiene miedo, la casta tiene mieeeedo! –grita desde la otra punta el joven con la máscara de Jason (de la película Viernes 13), uno de los primeros en llegar al vallado.
El vestuario se completa con un gorro piluso de Argentina, con el 10 de Messi, una remera con un halcón y una bermuda. Grita también "que se vayan todos" o "basta de piquetes y de chorros".
–¿Por qué la máscara?
–¿Me estás grabando?
–No.
–Ah, es por mi trabajo –responde y baja el tono fuerte a un susurro cómplice.
Llegan con sus gorras de "Make Argentina great again", un homenaje a la campaña de Donald Trump en Estados Unidos, Gastón (35 años, referente del Partido Libertario en Caba, camperita Reebok azul y roja) y Tomás (27 años, dirigente de ese espacio pero de provincia de Buenos Aires, saco y pantalón azul, remera blanca y alpargatas bordó).
Militan hace cinco años, antes de que Milei sea candidato. Son testigos de la explosión de esa fuerza y de la figura del economista y ex panelista de televisión (antes de que considerara a buena parte de los periodistas como "ensobrados"). Hablan de sus ideas y convicciones hasta que Tomás se define como "Objetivista Randiano” (por Ayn Rand) y entonces Gastón (autodidacta) explica que hay diferentes ramas internas.
–Está el anarcocapitalismo o los paleolibertarios (que son más conservadores), pero todos se oponen al marxismo que como perdió la lucha de clases ahora lucha por el control de los cuerpos humanos y te dice cómo tenés que pensar y existir, por ejemplo con la ESI (educación sexual) –desarrolla Gastón.
–¡Cómo no lo hicimos candidato! –dice con admiración Tomás de su compañero.
Llegan globos amarillos y violeta. Le cantan el feliz cumpleaños a Milei. Algunos dicen "Javier" para que rime y otros optan por "El León".
–¡Viva Perón! –grita uno que pasa en auto.
La tensión no escala. Los que sostienen los globos cruzan y los atan a un auto que está tapado y subido a una grúa. Abajo hay una camioneta Toyota Hiace negra. Es un regalo para Milei, dice el conductor de la grúa. Al rato una mujer lo desmiente: no hay regalo. "Es un auto ploteado, publicidad", cambia el relato.
Los globos tienen la inscripción "Feliz cumpleaños Milei", y están atados al no regalo. La situación pasa de bizarra a opaca. Un delegado de La Libertad Avanza pide que retiren los globos porque da macrismo y no quieren esa imagen.
–Pero dicen "Feliz cumpleaños Milei" –intentan explicar la diferencia con el otrora símbolo PRO.
Todo parece manejado por un hombre mayor, petiso y retacón, con saco y corbata. Le molestan las preguntas de Rosario3.
–¿Vos quién sos, qué querés? –repregunta y después responde enojado– Yo soy Rafael Aguirre, el que salió en todos los diarios.
"Javier Milei incorpora a su seguridad al histórico custodio de Carlos Menem", tituló La Nación en la semana y agregó: "Se trata de Rafael Carlos Aguirre, que fue la sombra del expresidente desde 1988 hasta 2021; lo acercó Barrionuevo al armado libertario".
De ese grupo emerge un hombre disfrazado de León que anima a la tropa que espera afuera del hotel. El equipo de Crónica TV le saca todo el jugo posible. "Un rugido, un rugido, otro más", le pide el periodista. Es un momento épico cuando El León se cruza con Jason.
Un poco más tarde, a las 18.30 se suma el rosarino y armador político José Bonacci. Jura que Barrionuevo no tiene peso en el espacio. Anticipa un triunfo de Milei que al final no se dará. Ramiro Marra sale del interior del hotel y le choca las manos a quienes están en las vallas al trote, pura energía. No son tantos pero el despliegue y matices parece infinito. Salvo por la bandera del Partido Libertario, que existe como tal y tiene sus militantes, el resto son pequeños grupos e individuos sueltos (o libres).
El peronismo unido y la prudencia
Pasadas las 19.15, ya hay sonrisas en el centro de campaña del peronismo. Se le dibuja en la cara al Cuervo Larroque, que se acerca a hablar sin decir nada al espacio de la prensa.
El clima de triunfo, aunque con cautela, empieza a desbordar. Se confirmará en las horas siguientes con los datos: primero que habrá balotaje, después que Massa fue el más votado y por último que llegó a los 36 puntos, contra un Milei que se quedó en 30 y una relegada Patricia Bullrich, y un Juntos por el Cambio en crisis.
Por Dorrego, de espaldas a la calle Villaroel (con o, no con u), están exultantes y dan notas el titular de la CGT Héctor Daer, Antonio Caló de la UOM, Pablo Moyano que habla contra "la derecha que nos quiere sacar el aguinaldo" o Roberto Baradel que defiende la educación pública. Se sacan una foto antes de entrar al bunker. "La casta sindical", les gritaría Jason si pudiera.
El choripán a 1.500 pesos, los bombos, la marcha y otros cantos tradicionales, los soldados de Perón, un corazón con las iniciales de la vicepresidenta CFK; todo está presente. Una resurrección, una fiesta también. Se celebra cuando Kicillof remarca que "no nos venció la antipolítica" o que "este voto significa que la dictadura Nunca más".
–Cuando el peronismo se junta no le gana nadie –le grita un hombre mayor a dos jóvenes periodistas que se pasean entre la multitud de afuera del bunker con una cámara.
Ya con el resultado puesto, habla Massa del crecimiento de 15 puntos de las Paso a las generales y vuelve a llamar, prudente, a la unidad nacional. "Es el fin de destruir al otro. La grieta se murió", define. Al filo de la medianoche, sale a celebrar con la militancia: "Lo dimos vuelta". Sobran los besos, abrazos y la emoción. En el fondo todos saben que aún falta la segunda vuelta, que estas dos elecciones fueron como un péndulo frenético que elevó a unos primero y a otros después. La certeza es que todo puede pasar.