Esta semana el canciller británico David Cameron visitó las islas Malvinas no sin antes dejar en claro que “la soberanía no será objeto de discusión". Esto no fue ninguna sorpresa. Es una constante en la política exterior británica no poner en tela de debate la “soberanía” y así no dejar lugar a algún tipo de negociación. Una vez en suelo malvinense, Cameron le aseguró a los isleños que podrán seguir “el tiempo que quieran” bajo la administración británica. “Y espero que sea por mucho, mucho tiempo, posiblemente para siempre".
El mandatario evitó volar sobre territorio continental argentino. Su trayecto comenzó desde Londres hacia Asunción del Paraguay. Luego desde Porto Alegre (Brasil) hacia las Malvinas. A la vuelta, Cameron correspondió el favor en un encuentro con el presidente Santiago Peña. Fue la primera visita de un ministro de Exteriores británico a Paraguay en 160 años. En tanto Brasil acepta vuelos militares británicos, desde o hacia Malvinas, bajo tres condiciones de emergencia: humanitaria, médica o aeronáutica. Se desconoce en cuál de las tres se catalogó este viaje.
Lo cierto es que Cameron parece no haber aprovechado la oportunidad de manifestar una mayor delicadeza en las relaciones diplomáticas con Argentina. Tampoco se esperaba, ya que sus antecedentes políticos no colaboran. En 2013, en su etapa como Primer Ministro, promovió un referendo en las Islas Malvinas. Este no sólo, no contó con el auspicio o supervisión de Naciones Unidas, sino que contradijo las resoluciones de la Asamblea General y tuvo validez legal nula. El resultado no vinculante no los sorprenderá: el 99.83 por ciento pidió conservar el estatus de Territorio de Ultramar del Reino Unido.
La afición de David Cameron por los referendos lo llevó a ser el impulsor de otra consulta popular: la del Brexit en 2016. Su apuesta era ganar (o no perder) poder político. Su jugada maestra resultó ser un error fatal. El Primer Ministro militó en contra pero el daño estaba hecho. La votación tuvo un escaso 52 a un 48 por ciento a favor del retiro de la Unión Europea. Fue cuestión de horas para que éste presentara su renuncia. Actualmente, la prensa británica ha criticado su vuelta a la gestión pública. Rumores malintencionados dicen que lo hizo debido al aburrimiento en su vida cotidiana.
Lo que trajo como viento de cola el Brexit es el descontento de los isleños por haber quedado excluidos del acuerdo de comercio y cooperación con la Unión Europea. Esta salida ayudó al éxito de la diplomacia argentina durante la administración de Alberto Fernández, que en julio de 2023, logró incluir la cuestión Malvinas en la Declaración Conjunta UE-CELAC. La “nueva postura” las reconoce como un “territorio en disputa” y ya no como un “territorio de ultramar europeo”. Incluso se utilizó el nombre argentino de las islas.
Pero esta semana, a poco más de dos meses de haber asumido Javier Milei, llamó la atención la inacción del gobierno nacional en relación a la parada estratégica de David Cameron en suelo ocupado. En este tipo de casos se suele emitir un comunicado de repudio. Otra opción, consiste en enviar un exhorto a la embajada remarcando el carácter colonial de la ocupación. Al menos estas fueron las últimas iniciativas que Argentina tomó en respuesta a la presencia de la hermana del rey Carlos III, Ana de Edimburgo en 2022, o la de David Rutley, subsecretario de Estado Parlamentario y Ministro para las Américas hace tres meses.
En esta ocasión, no sólo se demoró en condenar la asistencia del altísimo funcionario del Foreign Office a los territorios en disputa, sino que tampoco se cuestionaron sus dichos. Durante más de 24 horas ni Cancillería, ni la ministra Diana Mondino tuvieron algún tipo de reacción. Ante este retraso, las provincias tomaron la posta, lideradas por Gustavo Melella gobernador de Tierra del Fuego. Éste inmediatamente reprobó la visita y la catalogó como una “provocación”. También declaró al canciller británico “persona non grata” en toda la extensión del territorio provincial. Se le sumaron los gobernadores de Buenos Aires, La Pampa, Rio Negro, Santiago del Estero y La Rioja.
Además, en una clara falta de coordinación, o dirección de los poderes del Estado, hubo contradicciones en algunas declaraciones. El vocero presidencial Manuel Adorni, en la habitual ronda matutina, evitó criticar el viaje del canciller, que ya había ocurrido, y afirmó que el Gobierno no tiene "por qué meterse en la agenda de otros países". Como si la visita hubiera sido a cualquier lugar del planeta y no a un territorio colonial, ocupado y en disputa.
Recién por la tarde, apareció la primera reacción de la canciller Diana Mondino que pretendió ser irónica en X: "Valoramos el gesto del Canciller de UK Cameron de incluir a la Argentina en su vista a la región. Estaremos felices de recibirlo, en una próxima ocasión, también en Buenos Aires". Lo cierto es que no se hizo ninguna declaración formal de rechazo a la visita. Esta llegó al día siguiente, y dos días después del hecho consumado. Fue luego de que Mondino se reuniera con Cameron en Río de Janeiro, en el marco de la Cumbre de Ministros de Relaciones Exteriores del G-20. Una vez finalizado el encuentro fue cuando finalmente, desde el Palacio San Martín, emitieron un comunicado.
Este detalla que durante el acercamiento “la canciller Mondino expresó el malestar por sus declaraciones y su visita a las Islas Malvinas, tras lo cual reafirmó los derechos de soberanía de la República Argentina en la cuestión de las Islas Malvinas y reiteró la disposición de su país a resolver la disputa de conformidad con el mandato de la comunidad internacional”. Al fin.
La pregunta es, si con el gobierno libertario, Argentina ha suavizado el reclamo. ¿Se lo habrá puesto una vez más bajo el “paraguas de soberanía”? Esta controvertida fórmula permite discutir distintas cuestiones, en especial el tema de la pesca, sin tocar el tema de la soberanía. La última administración que lo ha aplicado ha sido la de Mauricio Macri. Este quedó sellado con el pacto “Foradori-Duncan” que le otorgó al Reino Unido concesiones de explotación de recursos naturales argentinos en la región y se removieron obstáculos para el crecimiento económico y el desarrollo de las islas. Fue un notable retroceso en el reclamo de soberanía.
La debilidad de la posición argentina en la cuestión Malvinas es atribuible a las posiciones cambiantes de los gobiernos de turno, aunque principalmente a aquellos que han ablandado su posición. Cuidado con las propuestas de “cooperación mutua”. Los acuerdos conjuntos en distintas materias como seguridad, comercio, ciencia y tecnología, no hacen más que beneficiar a los británicos. Su principal interés es la autosuficiencia de las islas, principalmente mediante inversiones en pesca y energía, para reducir el costo de su mantenimiento. Y así, como expresó Cameron a los isleños, podrán seguir bajo la administración británica “posiblemente para siempre”. Con muy bajo costo.