El peronismo llega debilitado como nunca al 17 de octubre, el Día de la Lealtad, su fecha más simbólica, la que recuerda un acontecimiento que se convirtió en el mito de origen del mayor movimiento de masas que tuvo la Argentina.

Aquel 17 de octubre de 1945 se produjo la “magia”, el encuentro del pueblo trabajador con quien ese día se consagró como su líder: Juan Domingo Perón, quien ocho días antes había sido obligado a renunciar a sus cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión, para luego ser llevado detenido a la isla Martín García.

Visto a la distancia, aquella comunión debe ser mirada con nostalgia por una dirigencia justicialista que enfrenta una de sus horas más complejas: derrotada en las urnas, con dificultades para representar a un universo de trabajadores que pierden poder adquisitivo y derechos, desprestigiada por su última experiencia de gobierno que terminó con casi la mitad de la población debajo de la línea de pobreza, y atravesada por internas que ponen en duda hasta la posibilidad de realizar un festejo fuerte, justamente, del 17 de octubre.

La crisis de liderazgo es lo que hace, finalmente, que este 17 de octubre sea la contracara de aquel de 1945.

Sin embargo, la fecha le da a esa dirigencia en permanente disputa intestina la oportunidad de construir una foto de unidad que parece difícil, pero que nunca hay que descartar en un movimiento cuyo fundador decía que los peronistas son como los gatos: “Cuando parece que nos peleamos nos estamos reproduciendo”.

Esa foto la deberían protagonizar Cristina Kirchner y Axel Kicillof. Parece mentira: hay miles de imágenes de la expresidenta con quien fue su ministro de Economía y a quien luego impulsó a la Gobernación bonaerense.

Pero ahora ni siquiera se ponen de acuerdo para dar una versión definitiva sobre una reunión entre ambos que habían programado para este martes. Según el entorno de Cristina se hizo, según el del mandatario provincial no.

Como telón de fondo, está la decisión de la exmandataria de postularse para ser presidenta del PJ. Todo un mensaje de que no está dispuesta a jubilarse de la política ni a ceder el protagonismo que Kicillof –que hasta ahora no se pronunció en respaldo de Cristina y parecía inclinado a apoyar al riojano Ricardo Quintela como jefe del peronismo nacional– reclama para sí, con la idea de convertirse en candidato presidencial en 2027.

Kicillof encabezará el que será el acto más importante de conmemoración del 17 de octubre a nivel nacional, en la localidad bonaerense de Berisso, bajo el lema “Lealtad al Pueblo. La Patria no se vende”.

La idea original de la organización era producir un hecho que empodere al gobernador bonaerense frente a los embates que sufre por parte de La Cámpora, la agrupación que lidera el hijo de Cristina, Máximo Kirchner.

Sin embargo, entre el reguero de versiones de las últimas horas, se barajó la posibilidad de que Cristina participe de la convocatoria.

Si eso efectivamente sucediera, sería un signo de unidad que marcaría el encolumnamiento de Kicillof detrás de Cristina y posiblemente también la caída de la postulación de Quintela a presidente del PJ.

Si Cristina se queda en su casa, con la posibilidad incluso de que Máximo Kirchner organice alguna actividad aparte para celebrar el 17 de octubre, significaría que el quiebre llegó para quedarse.

Esa situación pondría a Kicillof en un desafío complejo pero acaso imprescindible para realmente construir un liderazgo propio a nivel nacional: rebelarse ante la “madre”. Es lo que en su momento hizo Néstor Kirchner y lo que no quiso o no pudo hacer Alberto Fernández.

En Rosario

 

Mientras tanto, en Rosario, habrá un solo acto por el Día de la Lealtad. Será este jueves a las 18.30 en el Cristo Redentor del parque Independencia. “Convoquemos a todos y a todas para reafirmar una vez más nuestro compromiso de construir una patria con independencia económica, soberanía política y justicia social”, dice la invitación del comité departamental del Partido Justicialista.