Anunciado por cadena nacional con ínfulas de refundación nacional, el Pacto de Mayo que se firmará en Tucumán este lunes a la noche quedó reducido a un acto de clausura. La firma del decálogo de generalidades no es más que una formalidad para dar por cerrado el desconcertante primer capítulo del gobierno de Javier Milei. Haber llegado hasta aquí no es poco si se tiene en cuenta todo lo que pasó en la Argentina en los últimos siete meses.
Habrá foto en Tucumán porque finalmente hubo ley Bases y pacto fiscal. Una ley Bases reducida, corregida y en algunas partes reorientada, pero al menos, le permite al Presidente mostrar la aprobación que puso como condición para convocar a Tucumán e incorporar a Federico Sturzenegger al gabinete para empujar las reformas del segundo capítulo.
Los gobernadores que estarán bajo la luna tucumana son los que en distinta medida ayudaron a que Milei llegara hasta allí. Eran conscientes del pantano en el que se había metido Milei y las consecuencias para la gobernabilidad si ni siquiera lograba sacar esta versión minibús de la ley ómnibus.
Los mandatarios del universo no peronista y algunos pocos peronistas eligieron sostenerlo y contenerlo. Le mostraron que los necesita y que no está en condiciones de gobernar sin ellos, aun habiendo reducido la inflación y conservando el respaldo de la mitad de los argentinos.
El PRO y Macri marcan distancia
El PRO fue el otro gran sostén de Milei. Fue incondicional cuando todos trababan para negociar. Fue el aliado que no lo hizo renegar, aunque puertas adentro crecía el debate . Por un lado, el electorado del PRO quiere que a Milei le vaya bien, pero a la vez el Presidente tira de la cuerda hasta límites muy riesgosos y puede llevarse a todos puestos.
Durante ese tembladeral que fue el primer capítulo del gobierno, Mauricio Macri administró con paciencia los tiempos. Esperó a que Milei saliera del pantano en el que se enterró con la ley Bases y el pacto fiscal, y una vez aprobadas marcó diferencias. Rompió el seguidismo inicial para avisar que el PRO no está tan de acuerdo con algunas cuestiones.
Lo hizo por medio de la Fundación Pensar, think thank del PRO, con un texto que también firmaba María Eugenia Vidal. “Se abrió una ventana en el partido, es una grata sorpresa”, le dijo la vicegobernadora de Santa Fe Gisela Scaglia a Rosario3.
A eso le siguieron otros dos hechos protagonizados por Macri. En el primero abortó cualquier posibilidad de fusión entre el PRO y La Libertad Avanza al impedir que la presidencia de la asamblea del partido quedara en manos de Patricia Bullrich, promotora de esa idea.
Eso conlleva que ningún integrante de la conducción partidaria del PRO sea funcionario en el gobierno. Bullrich siendo ministra no hubiera tenido las manos libres para expresar críticas o diferencias del PRO a Milei porque está a tiro de decreto. El doble papel de Bullrich hubiera condicionado y volvía vulnerable al PRO, que ahora en más se enfocará en ayudar a la gobernabilidad de Milei desde el Parlamento, pero con un acuerdo previo y reservándose capacidad de negociación.
El tortuoso tratamiento de la ley Bases, dejó en claro algunas cosas. Que buena parte del radicalismo que votó a favor lo hizo pensando en no quedar pegado al kirchnerismo. Y que si bien los 34 votos del PRO en Diputados no le alcanzan al gobierno para sacar una ley, lo que es seguro es que sin ese apoyo ni siquiera podrá sentarse a hablar con el resto de las fuerzas dialoguistas.
Macri también le pidió a MIlei que cumpla con el fallo de la Corte que repuso la coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires. El expresidente vela por la ciudad que recuperó por vía de su primo Jorge. Milei dio señales de haber entendido el mensaje: mandó al vocero Manuel Adorni a dar fe de pago.
El rol de Maximiliano Pullaro
Después de recorrer 2 mil kilómetros este fin de semana por el centro norte provincial, desde Pozo Borrado hasta Llambí Campbell, el gobernador Pullaro viajará a Buenos Aires para desde ahí volar a Tucumán.
El santafesino es uno de los que mejor diálogo tiene con el gobierno nacional. De hecho, esta semana tiene audiencias programadas por hidrovía, rutas y conectividad. La semana pasada logró que el gobierno abriera la Cancillería para acoger la presentación de un foro de negocios que se hará en septiembre en Rosario; y ayer la Casa Gris informó que “con aval de Nación” presentó un proyecto de ley de biocombustibles que reemplaza el que Milei metió en la primera ley ómnibus y que le volteó un grupo de gobernadores, con Pullaro a la cabeza.
La presencia de Pullaro no va a pasar desaperciba en Tucumán. En los últimos tiempos captó la atención nacional y algunos ponen la ficha con su imagen en el casillero vacante que dejó Juntos por el Cambio en el tablero nacional.
El gobernador pidió a todos los referentes de Unidos que eviten cualquier referencia a una hipotética candidatura presidencial. No quiere que ese tema interfiera en su gestión y menos exponerse a que le peguen por algo que jura que no va a ocurrir.
En esta columna se contó hace varios meses el motivo de esa negativa, que días atrás repitió ante un dirigente de primer nivel de Unidos: “No me siento preparado en los temas del país. Me preparé para gobernar Santa Fe y creo que lo estoy haciendo mejor que cualquier otro que hubiera estado en este lugar, pero no es así con lo nacional”.
Esa determinación argumental por la negativa, por momentos contrasta con la práctica discursiva diaria del gobierno, que parece alimentar lo contrario en la comparación constante con el resto. Por ejemplo, cuando se asegura que Santa Fe va a ser el motor de la reactivación nacional, que los créditos hipotecarios son los de las tasas más bajas, o que nadie proyecta e invierte en obra pública como Santa Fe. Más aún, el gobernador celebra por estas horas porque entiende que están ocupando en el escenario productivo nacional el rol protagónico que históricamente ostentó Córdoba. Proyecto presidencial no, santafesinismo sí, repiten.
Kicillof y el otro casillero vacío
El que no estará en Tucumán es Axel Kicillof (tampoco Quintela de La Rioja y Melella de Tierra del Fuego), quien se pone el traje de referente opositor frontal. El gobernador de Buenos Aires apuesta a lidera un nuevo tiempo en el peronismo.
Por un lado, se deskirchneriza para ensanchar su base de apoyo, construir transversalidad política y federal y llegarle a sectores no peronistas que rechazan a Milei. Por el otro, esta semana, aprovechando el aniversario del 1° de julio, profesó fe peronista sin ambigüedades y ante todos los sectores internos en el acto de homenaje a Juan Domingo Perón.
Kicillof no corre solo. También Cristina Fernández da el presente en ese campo de oposición frontal. La ex presidenta incomoda al gobernador bonaerense, no le cede la escena completa ni le deja orientar en soledad a ese bloque político opositor. Hace apariciones públicas calculadas, capta la atención mediática y el gobierno la admite como interlocutora, aunque sea para que Adorni diga que le da lástima.
Cristina dice todo el tiempo aquí estoy. ¿Para qué quiere estar? Un tema es garantizarse que el peronismo no la sacrifique en el altar de la conveniencia cuando el frente judicial se complique. Pero hay más, ¿pretende ser Cristina la arquitecta del dispositivo político-electoral para enfrentar a Milei en 2027 como lo fue con Macri en 2019?
Kicillof no parece dispuesto a cometer un matricidio político, pero Cristina no se retira ni deja librado a su suerte su capital político residual. Poco o mucho, su voz y sus apariciones regulares condicionan al desperdigado peronismo de estos tiempos.
Una brújula por favor
Tan desperdigado, que los cinco senadores del peronismo santafesino –Armando Traferri, Eduardo Rosconi, Osvaldo Sosa, Rubén Pirola y Allcides Calvo– fueron esta semana a la Casa Rosada a reunirse con un funcionario que responde al secretario de Turismo Daniel Scioli. También un pequeño grupo de intendentes pasó por esa oficina. En plan de acumular capital, Scioli le ofrece “planes de turismo político” a antiguos compañeros de ruta, a pesar de que son tiempos en los que “no hay plata”, obra pública ni transferencias discrecionales.
Viendo cómo se desarrolló el tratamiento de la ley Bases en el Congreso, podría decirse que el peronismo la sacó barata. Negociadores oficiales más habilidosos le podrían haber hecho un desastre en los bloques parlamentarios, cuya unidad se sostiene en acuerdos precarios basados en el espanto a Milei. Hubo daños, pero muy reducidos.
Si eso pasa en el peronismo nacional, qué decir en Santa Fe, donde Unidos hegemoniza todos los frentes. Los antiguos liderazgos se devaluaron, el reacomodamiento es inevitable. Mientras los senadores auscultan a Scioli, la concejala Norma López arma un espacio propio dentro del PJ tras años en La Corriente de Agustín Rossi, al igual que lo hizo Leandro Busatto; Marcelo Lewandoski hace lo propio (este viernes trajo a Rosario al ex ministro Matías Kulfas); Perotti acampa en la Legislatura y Rossi trabaja denodadamente para controlar daños y conservar protagonismo. El massismo todavía no muestra sus cartas y Ciudad Futura tira la red en el río revuelto que es hoy el peronismo para crecer en la provincia.
2024 es un año del desconcierto, pero también de búsqueda. Es cuestión de innovar, pero sin resignar discurso y capital político. El jefe de los diputados nacionales de Unión por la Patria Germán Martínez, muy crítico de Pullaro cuando colabora con Milei, al mismo tiempo dio el presente en el Banco Municipal y destacó el lanzamiento de préstamos hipotecarios a través de un banco público con fondeo del Estado para llegar a donde no llega el mercado.
El socialismo mismo mostró su “ancho de banda” en su ciclo Comunidad de Ideas –uno de los foros de debate con mejor nivel que tiene la ciudad– al sumar al ex candidato a intendente por el PJ Roberto Sukerman, el ministro de Trabajo del PRO Roald Báscolo y el ex ministro radical Julio Genesini a la disertación sobre reforma laboral que dieron el directivo de Toyota Argentina Daniel Herrero, la economista Marina Dal Poggetto y el investigador de la fundación Fundar Sebastián Etchemendy.
Las consecuencias de las últimas elecciones presidenciales sobre el mapa político argentino tal como lo conocíamos no están todavía a la vista. La crisis de representación, pero también de identidad, alcanza a radicales, peronistas, socialistas, PRO, por decir los más relevantes. Fuera de Milei, sólo aquellos que no ambicionan gobernar ni conquistar mayorías se dan el lujo de hacer como si nada hubiera pasado.