El 6 de agosto el gobierno ucraniano tomó una decisión muy arriesgada: atacó militarmente a su agresor en su propio territorio. Ante la incapacidad del ejército de Zelensky de frenar al enemigo en el frente de batalla -en las regiones de Járkov, Donetsk y Lugansk- decidió abrir uno nuevo en la provincia rusa de Kursk y cambiar la dinámica de la guerra. Lo hizo con gran éxito aunque el logro mayor ha sido devolver la esperanza a un país que poco a poco se iba desmoralizando. ¿Qué se puede interpretar de esta nueva estrategia?
Para empezar hay que tener en cuenta la importancia de esta maniobra. Rusia no es cualquier Estado del concierto internacional. Es una potencia militar con capacidad de disuasión nuclear que no había experimentado una invasión territorial desde la segunda guerra mundial en 1941. El éxito inicial de la operación en Kursk ha ayudado a Ucrania casi a igualar el terreno que Rusia le ha conquistado en los últimos nueve meses. Es éste un gran aliciente después de las frustradas esperanzas de la fallida contraofensiva de hace un año.
Era vital para la supervivencia ucraniana en este conflicto darle un giro a las circunstancias. Zelensky ha logrado dejar en evidencia el fallo de los servicios de inteligencia rusos que no han detectado la acumulación de fuerzas enemigas en la frontera. ¿Cómo ésto fue posible?
Fueron claves una buena base de inteligencia previa y abundantes medios de guerra electrónica. Especialistas indican que gracias a una “burbuja” de drones FPV se pudo prescindir del apoyo de la artillería pesada en la fase inicial. Si ésta se hubiera trasladado masivamente a la frontera habría dado un fuerte indicio de ofensiva.
Pero además la operación dejó en evidencia la incapacidad de Vladimir Putin para proteger sus fronteras. Según el jefe militar ucraniano Oleksandr Syrskyi, desde que comenzó el ataque sorpresa hasta este jueves, las tropas ucranianas avanzaron 35 kilómetros, capturaron 1.150 kilómetros cuadrados de territorio ruso y 82 asentamientos. Además, se considera que más de 175.000 ciudadanos rusos han sido evacuados. Sumado a sorprendentes y numerosas bajas entre las tropas de Moscú.
En esta misión ha sido clave para Ucrania la difusión propagandística. Los soldados se han encargado de dejar registros de todas sus hazañas y publicarlas en redes sociales. Uno de los primeros videos que se difundieron muestra a un combatiente que planta bandera en "el objeto estratégico de Gazprom" -la compañía de gas estatal rusa- y afirma que está bajo control de 99, batallón mecanizado del 61, brigada del ejército ucraniano e informa que la situación en la ciudad es tranquila sin que haya habido destrucciones.
Otros registros hacen visible una gran cantidad de cadáveres de soldados rusos en las calles. Así como también cuerpos dentro de camiones militares totalmente destruidos. Otros revelan la mayor captura de prisioneros en una sola operación desde el inicio de la guerra. Son 102 soldados pertenecientes al “488º Regimiento de Fusileros Motorizados de la Guardia de Rusia” y a la unidad “Akhmat”. Distintas fuentes se encargaron de explicar que fue gracias a la toma de un bastión fortificado que contaba con complejas instalaciones subterráneas.
La última hazaña se ha conocido este sábado cuando se divulgó un video presumiblemente grabado desde un dron. En éste se ve una enorme explosión que derrumbó un gran puente sobre el río Seim, al norte de Glushkovo, uno de los distritos de la región de Kursk. Un comandante ucraniano a través de Telegram explicó el nivel de especialización de los pilotos que “utilizan ataques de alta precisión contra bastiones enemigos, reservas de equipos, así como centros logísticos enemigos y rutas de suministro”.
Con esta apuesta extraterritorial, Ucrania ha empezado a cambiar la narrativa de la guerra a su favor y logra ensanchar los márgenes de acción. Ningún aliado -hasta ahora- ha expresado temor de una gran escalada, ni preocupación por la extensión regional del conflicto. Así como tampoco aparece en el horizonte una amenaza nuclear que podría llegar a esbozar Moscú. De todas maneras, fuentes del Ministerio de Defensa, expresaron que se espera una dura acción de represalia y no se descarta un bombardeo contra el barrio político de Kiev.
Hay que tener en cuenta dos escenarios en este intento de Zelensky de trasladar la guerra a Rusia. Por un lado, cuanto más tiempo Ucrania se mantenga en territorio enemigo -el cual ha expresado que no desea anexionarse- más compleja y problemática será la situación para Putin. La operación tiene como objetivo aumentar la capacidad ucraniana de negociación al momento de gestionar la paz. Que Kiev esté levantando líneas de defensa en Kursk significa que no tiene intención de abandonar suelo ruso en el corto plazo.
Por otro lado, si las fuerzas ucranianas logran ser expulsadas en las próximas semanas, será un éxito para Rusia y posiblemente defina el curso de la guerra a su favor. Se presume que podría llegar a trasladar tropas y armas desde el frente de batalla hacia Kursh. Putin declaró que ésta fue una “provocación a gran escala” y que restablecer el control de la región es una prioridad. El general de mayor rango ruso prometió aplastar la incursión. Se teme que la respuesta sea inesperada y que aumente aún más la violencia de la guerra.
La táctica de Zelensky está apostando principalmente a desestabilizar políticamente a Putin. Con este ataque, el país de los zares ingresa a una nueva fase de incertidumbre en una sociedad que ya se había adaptado en gran medida a la guerra, aunque no en su propio territorio. Sorprende la lentitud y la desarticulación que ha tenido su respuesta. Si Ucrania continúa con éxito las incursiones transfronterizas, misiones de sabotaje u operaciones osadas, desafiará la percepción de que Rusia tiene una victoria asegurada.