Los últimos días de carrera a la Casa Blanca vienen siendo frenéticos. Cada hecho que sucede parece el capítulo de alguna serie sobre “política y poder” al estilo House of Cards, The Politician o Succession. Además de los dos candidatos principales, las grandes protagonistas de estos momentos previos son las encuestadoras. La mayoría de ellas coinciden hoy en que Kamala Harris supera, por menos en un punto porcentual, a Donald Trump. Esto significa que la ventaja es demasiado pequeña y que se ubica dentro del margen de error. Nunca había sido tan baja desde que se iniciaron los sondeos.

Uno de los capítulos recientes de esta serie lo protagonizó el multimillonario Jeff Bezos, dueño de The Washington Post, uno de los periódicos más prestigiosos de Estados Unidos. Le puso fin a décadas de tradición y anunció que su medio no iba a respaldar editorialmente a ninguno de los dos candidatos a la Casa Blanca. Se esperaba que lo hiciera por la demócrata. El efecto inmediato de su acción fue la desuscripción de 250 mil lectores. El diez por ciento del total. Entre estos miles se encontraba el escritor Stephen King, que compartió en redes la imagen de “desuscripción”. A lo que se sumó además una catarata de renuncias en el consejo editorial.

Fotografía de guías electorales y hojas de votación anticipada en el Centro de votaciones del Centro Comunitario Columbia Heights, en Wahington (Estados Unidos) (Efe)

Días después Bezos explicó su decisión en una carta que no convenció a nadie. Distintos periodistas hablan de “obediencia preventiva” y temen no sólo que el multimillonario se esté arrodillando apresuradamente ante Trump sino que sea el inicio de una nueva era en las relaciones entre la prensa y el poder. El ensayista político Robert Kagan, fue el primero en dar un paso al costado después de décadas en el diario. Este sugirió que su ex jefe -también dueño de Amazon y de la empresa aeroespacial Blue Origin- se había reunido con el republicano unas horas antes de que se hiciera pública la decisión.

En otro capítulo, que causó gran revuelo, ocurrieron los dichos de un humorista en un mitin de Trump en el Madison Square Garden en Nueva York, quien llamó a Puerto Rico “una isla flotante de basura” y despotricó contra los latinos, los afroamericanos, los palestinos y los judíos. El candidato republicano, no pidió disculpas ante tanto racismo deliberado en su campaña, y en declaraciones a ABC News expresó sobre el artista: “No lo conozco, alguien lo puso ahí. No sé quién es”. Cantantes como Bad Bunny, Ricky Martin o Jennifer Lopez salieron a repudiarlo y a apoyar abiertamente a Harris.

Pero esto no quedó ahi. En un intento por colaborar en la campaña de la vice, el presidente Joe Biden hizo una videollamada con una organización de votantes latinos que apoyan a Harris. Allí se refirió a los dichos del humorista -y como en sus habituales traspiés cuando pronuncia una cosa pero quiere decir otra- expresó que “la única basura que veo flotando por ahí son sus partidarios”, refiriéndose a los seguidores de Trump. Y así, Biden la embarró de nuevo.

Esto le dio pie a los republicanos para dar vuelta la tortilla y dejar que Trump haga lo mejor que sabe hacer: un show mediático. Inmediatamente apareció bajando de un avión en Wisconsin, vestido con una pechera fluorescente, como si fuera un recolector de basura. Habló unas palabras con la prensa, se subió a un vehículo que transporta desechos e irónicamente preguntó desde la ventanilla: “¿Les gusta mi camión de basura? Es en honor a Kamala y Joe Biden”. Luego se dirigió a un acto de campaña donde dio un discurso también con el chaleco reflectivo puesto. 

El capítulo “famosos” es otro que tiene su picante. Aquí Kamala Harris lleva la delantera por lejos. El apoyo de artistas, referentes y celebridades a Trump es tan bajo que disgusta a sus propias filas porque también hay desertores. Además del ex vicepresidente Mike Pence, el ex gobernador de California Arnold Schwarzenegger -uno de los republicanos más conocidos del mundo- ha afirmado que no votará a Trump porque “siempre” será “estadounidense antes que republicano”. Y entre muy fuertes declaraciones expresó que “una victoria de Trump serían cuatro años más de mierda”.

Si bien su padre no se ha expedido, Barbara P. Bush, la hija del expresidente George W., ha anunciado que apoyará a Harris. En tanto Hollywood se volcó en masa a la demócrata: George Clooney, Barbra Streisand, Katy Perry, Cher, Eminem, Beyoncé, Leonardo DiCaprio, Taylor Swift, Oprah, la lista sigue y es larga. En cambio Trump ha tenido el respaldo mucho más dificil: Elon Musk y Mike Tyson son los únicos de mayor renombre. La estrella de reggaetón Nicky Jam, luego de los dichos del comediante sobre su país, expresó en redes sociales: “Renuncio a cualquier apoyo a Donald Trump. Puerto Rico se respeta”. 

Festival Trump en Florida (Efe)

La campaña presidencial estadounidense está polarizada como pocas veces. En el primer cuarto del siglo XXI, pareciera que se ha reinstalado el fantasma de la guerra civil que quiere dos países diferentes. El que pregona Donald Trump, que pretende recrear los valores tradicionales de una nación blanca. En ella la mujer es ama de casa, el hombre provee y manda y “la gente de color” se mantiene en su sitio. Es una sociedad machista, misógina, racista y excluyente. En cambio la otra, la que propone Kamala Harris, es una sociedad inclusiva que acepta el estado actual de las cosas y que intenta con esmero trascender las características que propone el primero.

Este martes será el capítulo final, que definirá el rumbo del país más poderoso e influyente del mundo. Aunque puede que los resultados tarden algunos días en conocerse debido a siete “Estados Péndulos” que le ponen más dramatismo y tensión al desenlace. Será muy importante que si Trump pierde, reconozca la derrota y no recurra a medios cuestionables. Lo ha hecho en las elecciones de 2020 e inicitando a la toma del capitolio en enero de 2021. Esto ha alimentado un clima de desconfianza y ha generado un peligroso precedente.

Mientras “América” decide entre dos visiones opuestas, el mundo observa expectante. El impacto de esta elección resonará más allá de sus fronteras y dejará huella en el sistema democrático global. El “futuro de la democracia” de Estados Unidos será moldeado por uno de estos dos líderes, en una nación que se jacta de tener la tradición republicana más antigua del planeta. Esta elección es histórica, pero no tanto por sus candidatos, sino principalmente por las implicancias que tendrá. Porque dependiendo de quién gane, el futuro será con más o con menos democracia.

Fotografía cedida por el artista español René Mäkelä mientras posa con una de sus obras (Efe).