Austeridad. Esa fue la marca distintiva de los actos por el inicio de la segunda gestión de Pablo Javkin. El discurso que pronunció en el Concejo Municipal también tuvo esa característrica. Nada de generar expectativas que luego no se puedan cumplir. En parte por la propia experiencia -“hicimos mucho pero no todo lo que queríamos”, admitió sobre sus primeros cuatro años-, en parte por el contexto de época -un gobierno nacional que adoptó el mantra “no hay plata”-, la mayor promesa fue “poner el doble de esfuerzo, el triple” para al menos superarse a sí mismo: “Podemos hacer más. Vamos a hacer más”.
Si el discurso de Javier Milei fue una especie de anticipo de un calvario nacional, hay que decir que el de Javkin ubicó el camino de espinas en lo que pasó, con Omar Perotti como gobernador y Alberto Fernández como presidente, en medio de la mayor crisis de violencia e inseguridad de la historia de la ciudad. La llegada de Maximiliano Pullaro, entiende el intendente, cambia el escenario.
“Dije durante la campaña que a pesar de lo solos que nos habían dejado, Rosario podía. No fue una frase más, es una convicción profunda: Rosario siempre puede. Pero ahora que ya no estamos tan solos, vamos a poder enfrentar en serio el principal flagelo que no nos deja vivir tranquilos. Desde acá, quiero decirle a mi amigo el gobernador y a todo su equipo, que confiamos y creemos en él y que estamos listos para aportar todo lo que esté a nuestro alcance en la batalla urgente por recuperar la paz”, afirmó.
Pullaro, que atravesaba este lunes su primer día de gestión concreta y reunió a su gabinete en la Casa Gris, no fue al Concejo ni mandó a ningún funcionario de primera línea. Sí estuvieron Cristian Cunha, dirigente del PRO que es secretario de Cooperación, y el diputado nacional Gabriel Chumpitaz, también del partido fundado por Mauricio Macri, pero al menos más cercano al nuevo mandatario provincial.
Javkin -que en las Paso apoyó a Carolina Losada, presente este lunes en el Concejo- y Pullaro no han tenido históricamente un vínculo tan amigable. Sin embargo, hubo coordinación entre ambos en la campaña para las generales y también durante la transición, al punto que antes de las asunciones se venían reuniendo semanalmente. De varios de esos encuentros participó el rector de la Universidad Nacional de Rosario, Franco Bartolacci, que tiene una larga relación con el gobernador -fueron compañeros de facultad- y es parte de la construcción política del intendente. Varios proyectos para lo que viene en la ciudad están pensados con la articulación de estos tres actores, anticipó una fuente de la Universidad. De hecho, Javkin anunció este lunes la apertura de escuelas de oficios de la casa de estudios superiores y de la Universidad de Adultos Mayores en los centros de distrito de la ciudad.
Como sea, la referencia a una nueva sintonía con la provincia fue omnipresente en el discurso. En el que además quedó clara la división de roles, que por cierto no es un invento de Javkin sino el modo en que están organizadas las cosas desde la Constitución misma: la responsabilidad primaria de la seguridad es del gobierno de Santa Fe y la Municipalidad, dijo el intendente, puede aportar sus cámaras, asistencia a las víctimas, acompañamiento “a quienes sufren la tragedia de los consumos problemáticos”, iluminación, apertura de calles para que ingresen colectivos, ambulancias y patrulleros, integración urbana.
A pesar de que en su momento Javkin celebró la designación de Patricia Bullrich como ministra de Seguridad, no hizo en el Concejo una referencia o pedido concreto al gobierno nacional. Sin embargo, siempre en torno a este tema, sí mostró un alineamiento con el discurso de la excandidata del PRO y del propio Javier Milei.
“Necesitamos que la calle sea para la gente buena, que el que las haga las pague, que los narcos estén aislados en serio, que los que tienen que estar presos no salgan hasta que no cumplan la condena”, dijo y luego definió la “batalla” como “la de los buenos contra los malos, la más importante, la definitiva”.
Javkin asumió en el principio de discurso que de alguna manera, en sus primeros cuatro años, incumplió expectativas con uno de sus planteos eje: “Hicimos mucho, pero claro que faltó”. Y si bien se amparó en que esa etapa fue “muy complicada” por factores como la pandemia y el poco acompañamiento nacional y provincial, dijo entender que el mensaje de las urnas fue: “Seguimos confiando, pero háganlo mejor”.
En este nuevo escenario, con un gobierno nacional que promete cortar el chorro de las obras públicas y una administración provincial afín que ya no lo dejará solo en materia de seguridad, lo que el intendente parece ofrecer es que la Municipalidad sea un Estado de cercanía que facilite en todo lo posible a los rosarinos su vida cotidiana.
"Vamos a hacer un gobierno aún más cercano, obsesionado con atender los reclamos vecinales más rápido, más sencillo y mejor. Seremos un gobierno aún más ágil, donde las soluciones estén a mano del celular de cualquier vecino y las decisiones se tomen rápido y basadas en datos. Estaremos aún más presentes, dando salud como no lo hace ningún otro municipio de la Argentina”, afirmó.
“Más pavimento, más luces, más plazas, y las veredas, que tanto se necesitan”, prometió luego.
Y en una suerte de recuperación del eslogan “hacemos nuestra parte” que acompañó su primera gestión volvió sobre cuál es la división de tareas en materia de seguridad: “Porque somos los que estamos presentes en el territorio, seguiremos poniendo a disposición la información de lo que pasa en la ciudad, para que la provincia, la policía y la Justicia tengan toda la inteligencia que necesiten para cuidar a nuestros vecinos”.
Amante de la historia de Rosario, Javkin habló también de la mística de la ciudad, de un espíritu a recrear para salir de estos tiempos complejos.
“Esta es la ciudad que no tuvo fundador, la que se hizo a sí misma, la que nunca estuvo en los planes de nadie. Somos hijos e hijas, nietos y nietas del tesón y las ansias de ser grandes, de esa Rosario cosmopolita, diversa y rebelde. A esa historia me remito como un mandato. Si ellos pudieron hacer todo eso, nosotros tenemos la obligación de construir la Rosario del futuro”, se entusiasmó.
Para luego cerrar: “No va a ser fácil, pero pondré el doble de esfuerzo, el triple, no importa, todo el que haga falta, para que cada vez que nos crucemos por la calle, pueda decirle a mis vecinos gracias por haberme confiado de nuevo el honor de ser el Intendente de la ciudad que tanto amo”.
Después hubo aplausos de una platea que mezcló a empresarios, jueces, funcionarios, legisladores, sindicalistas, líderes religiosos, vecinos del urbanizado barrio Banana, veteranos de Malvinas y familiares de víctimas de la inseguridad. También emoción: Javkin lagrimeó mientras recibía saludos y más saludos, para luego partir a almorzar junto a su familia.
Acaso hayan pasado por su cabeza algunos de los momentos de estos cuatro años en los que vio convertirse en realidad lo que siempre mencionó como su sueño, ser intendente, pero que atravesó no justamente como había soñado, con una enfermedad importante que superó durante la gestión incluida.
La vida, las circunstancias políticas y la confianza del electorado lo pusieron ante esta segunda oportunidad.
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