Estamos mal, pero vamos bien. El viejo axioma menemista parece reactualizarse en la Argentina gobernada por Javier Milei. Es que a pesar de que el ajuste y la recesión golpean los bolsillos y son muchos más los que sienten que su situación económica personal es peor que la del año pasado, hay un aval mayoritario al rumbo de la administración libertaria que se manifiesta en términos de esperanza en que la crisis comience a revertirse con un impacto positivo desde el año que viene. La creencia de que el ajuste duele, pero tiene sentido se refleja en una diferencia clara con el año pasado: en 2023 predominaban en la población las llamadas pasiones tristes, sintetizadas en dos sentimientos: preocupación y enojo. Hoy no desaparecieron, pero empiezan a convivir con otras que implican al menos bolsones de optimismo.
Estas conclusiones se desprenden de un estudio de opinión pública sobre humor social y hábitos de consumo realizado en el mes de agosto por la consultora rosarina MEC, que abarcó a casi 1.800 personas, en su mayoría de la Región Centro (provincias de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos) pero también del Amba, provincia de Buenos Aires y el resto del país.
Que el presente no es justamente el ideal se refleja en la evaluación que los encuestados realizan sobre la situación general: casi la mitad, 48%, considera que el país está algo o mucho peor en comparación con un año atrás, mientras que solo un 35% manifiesta estar algo o mucho mejor. En tanto, el 47% reconoce que su situación personal empeoró en el último semestre y el 25 que mejoró.
Pero aun así, como si fuera un sacrificio necesario, el ajuste tiene consenso, un hecho inédito en la Argentina que lo expresa el 53 por ciento que opina que el año que viene estaremos algo o mucho mejor que ahora. Como si hubiera un nuevo sentido común, que en parte explica por qué reformas ultraliberales que impulsa el gobierno tengan un sustento social nunca visto en el país.
Esa esperanza, de acuerdo a los datos proporcionados por MEC, se sostiene más en las provincias que en el Amba. Justamente es en el interior, y significativamente en la Región Centro, donde Milei mayor diferencia le sacó a Sergio Massa en el balotaje del año pasado. Pero a la vez, que el apoyo al rumbo del presidente sea mayor en esos lugares sorprende en tanto y en cuanto la gestión tiene un marcado perfil porteño centrista, algo que se expresa en los recortes de las partidas de todo tipo para las provincias, desde subsidios al transporte hasta la obra pública, pasando por la asistencia alimentaria.
Lo cierto es que el consenso en torno al ajuste y la esperanza que expresa más de la mitad de los encuestados explican también por qué, pese a que la recesión se estira y los bolsillos enflaquecieron, no hubo manifestaciones de descontento importantes, salvo cuando desde la gestión se atacó un pilar de la argentinidad: la educación pública.
"Lo que se ve es que hay una mirada de los sectores medios, que son los que mayormente abarca la encuesta, de que es necesario un proceso árido de esfuerzo para salir del pozo. Y también que hay una corriente de optimismo, pero a la vez muy realista. Sin dejar de ver un presente difícil", explicó a Rosario3 Ariel Secondo, titular de a consultora MEC.
El gobierno se planta para sostener la esperanza desde un activo prácticamente único, pero que en este país no es nada menor: haber bajado la inflación. La pregunta es hasta cuándo ese logro le hará durar el crédito frente a la población si la recesión se estira y continúa la pérdida de puestos de trabajo.
De hecho, el aumento de precios retrocedió al cuarto lugar entre las preocupaciones de los encuestados, algo que el gobierno puede poner en su haber. Pero un 70 por ciento ubica ahora en primer plano a la economía general, un 48 por ciento a la inseguridad y, toda una señal de alarma, un 36 por ciento al empleo.
Los estrategas electorales de la Libertad Avanza pueden analizar que esta última cuestión no los afectará para los comicios intermedios de 2025, claves para que el presidente incremente una fuerza legislativa hoy demasiado exigua, pues la suba de la desocupación es una problemática que impacta socialmente de manera muchísimo más paulatina que el aumento de precios.
Pero la experiencia del propio menemismo y sobre todo el gobierno que fue continuador de ese modelo, el de Fernando de la Rúa, indica que si eso no se corrige se puede convertir en un polvorín social que en algún momento puede explotar.
No sucederá, de todos modos, mientras el gobierno consiga mantener viva la zanahoria de que el sacrificio de hoy redundará en beneficios mañana. En agosto de 2023, con una inflación de más del 12 por ciento, los sentimientos que mayormente expresaban los consultados por MEC eran tristeza, desesperanza, preocupación, miedo, desánimo, enojo. Hoy, con el índice de precios al consumidor en alrededor del 4 por ciento y una tendencia a la baja, aparecen esas mismas palabras, pero junto a otras muy diferentes: "bueno" y "esperanza", principalmente.
En cuanto a los hábitos de consumo, la mayoría los consultados se ajustó a la par del empeoramiento de su situación económica: 45 por ciento dice cuidarse más en los gastos y 39 por ciento mucho más.
Eso también explica que, por ahora, no se vea horizonte de salida de la recesión.