El doctor en Relaciones Internacionales, investigador y docente de la Universidad Nacional de Rosario, Esteban Actis, analizó los distintos apoyos con que contaron los manifestantes e identificó al bolsonarismo y sus aliados como los que motivaron el mayor ataque a la democracia de los últimos tiempos en Latinoamérica. Habló también de los apoyos que consiguió el ex presidente en Argentina cuando era candidato. Aunque aclaró que acá será muy difícil que se puedan reproducir experiencias de violencia política pese a que las reacciones no fueron las deseadas por parte de la dirigencia local.
Actis es un estudioso de la política internacional y autor del libro “La disputa del poder global” junto a Nicolás Creus, y se metió de lleno en el análisis de la situación en Brasil con Rosario3:
-¿Cómo se explica lo que sucedió en Brasil?
-Hubo una fuerza política que dejó el poder, con la conducta de un líder de no aceptar el resultado electoral, cuestionando todos los procedimientos, una actitud contraria a las instituciones, no dando el traspaso de mando, yéndose a los Estados Unidos, y desde las redes de su grupo desconociendo la institucionalidad. La parte más radicalizada de sus seguidores se venía manifestando y decidieron, no se sabe si apoyados desde el propio bolsonarismo, irrumpir violentamente contra los tres palacios más importantes y que representan a los tres poderes de Estado como el Planalto, el de Justicia y el Parlamento. Es una situación que generó mucho revuelo en Brasil, América Latina y en el mundo generando repercusiones globales.
-¿Qué grado de complicidad hubo por parte de otros actores?
-El bolsonarismo como proyecto político se fue nutriendo y sumando el apoyo de distintos sectores de Brasil. Formaron parte del gobierno sectores representativos a las fuerzas armadas, los agro-negocios, sectores financieros, de los movimientos evangélicos, con peso político y económico en Brasil. No está claro cuál fue la participación directa de esos grupos en los graves hechos del domingo pasado. Hoy la gran discusión conceptual es si se trató de un golpe de Estado o no. Para mí no técnicamente ya que no hubo ningún órgano del Estado que haya participado directamente para atentar contra el gobierno. A diferencia del ataque al Capitolio (cuando Donald Trump llamó a desoír el resultado de las últimas elecciones en EE. UU.) cuando sí hubo un llamado del Ejecutivo para tomar el Congreso. En el caso de Brasil no hubo un actor estatal directo pero sí hay violencia política y de un sector de la política que mostró un modus operandi anti-republicano y anti-democrático. Cuáles son las consecuencias y cómo será la gobernabilidad son las grandes preguntas ahora.
-Esas eran las siguientes preguntas….
-Es un proceso muy complejo. Estamos frente a un país polarizado, con violencia política y picos máximos de manifestación en la calle, con un Congreso desfavorable, Lula deberá busca consenso para garantizar gobernabilidad. Desde el punto de vista económico, pese a cierta estabilidad macroeconómica, hay índices de pobreza que no había en los últimos 15 años y más allá de la capacidad del presidente hay un contexto regional adverso que no se resuelve de un día para otro. Hay que seguir de cerca esta situación de inestabilidad política ya que lo que pasa en Brasil repercute en Argentina. Si Brasil se enferma, la región estornuda. No es para nada menor lo que suceda en Brasil.
-¿Cuál fue el papel del ex presidente Fernando Henrique Cardozo, líder del Partido de la Social Democracia (PSDB)?
-El bolsonarismo fue fruto de los partidos tradicionales de Brasil que hicieron implosionar el sistema para sacar al PT (Partido de los Trabajadores). El impeachment a Dilma (Rousseff) fue clave, los dos partidos históricos habilitaron a eso ya que había un encono muy fuerte con el partido de Lula porque lo consideraban una amenaza a la democracia brasileña. Tiraron el sistema abajo para sacar al PT del poder. En este contexto, surge un outsider como (Jair) Bolsonaro quien se convirtió en el huevo de la serpiente. Incluso Cardozo reconoce como error histórico que quiso remediar apoyando y acordando con Lula para las últimas elecciones. A mi entender se equivocaron, el PT jugó siempre dentro del sistema aunque con aciertos y errores, a veces al límite, pero aceptando las reglas del juego, siempre en el centro de la cancha. Bolsonaro no lo hizo y ahora se muestra con su perfil antidemocrático.
-Hablaste recién sobre lo que ocurrió en el Capitolio cuando Trump no quería dejar el poder. ¿La experiencia brasileña se inscribe en un proceso global de manifestaciones similares?
-Es una experiencia que hay enmarcarla globalmente. Es la manifestación de la derecha alternativa. Con mayor impacto a nivel global y un modus operandi y una lógica determinadas. Lo de Trump fue un claro ejemplo. Estados Unidos después de la Guerra Fría exportó el modelo liberal y democrática, treinta años después exporta lo peor como es emular la toma y destrucción de los poderes de Estado, las instituciones democráticas e incluso sobre la cultura y patrimonio rompiendo obras de arte como sucedió en Brasil. La gran pregunta es si este fenómeno ascenderá a nivel global. Hay que ver el rol de las próximas elecciones latinoamericanas y manifestaciones globales como las que se desarrollan en España o en Hungría.
El impacto en Argentina
-¿Cómo impactará en Argentina lo que ocurrió en Brasil?
-Mucho, ya lo estamos viendo. Nuestros mecanismos institucionales funcionan pero esperábamos un rechazo masivo y un consenso absoluto que resguarde las instituciones para que esto no suceda sin llevar agua al molino propio. Pero lamentablemente lo que sucedió en Brasil entró en la grieta. El gobierno relacionó al bolsonarismo con Mauricio Macri y la oposición salió con especulaciones sobre los apoyos del gobierno para con este tipo de experiencias. Seguimos en la misma tesitura sin tener en cuenta la gravedad de la situación ya que es nuestro socio comercial quien tiene inestabilidad política.
-¿Javier Milei y los libertarios, o el ala más dura (los halcones) del PRO representan al bolsonarismo en nuestro país?
-Han tenido relaciones interpersonales e interpartidarias. Vino el hijo de Bolsonaro país, es público el apoyo y algunos manifestaron su deseo que Bolsonaro gane. Milei y el sector más duro del PRO apoyaron los discursos y la economía de Bolsonaro, ahora hay que ver hasta qué punto lo apoyan y si adhieren a la violencia política. La derecha alternativa llegó a Estados Unidos y Brasil de las dos maneras, Trump a través de uno de los partidos tradicionales y Bolsonaro desde afuera con un partido propio. En Argentina no se sabe cómo será y si llegarán realmente.
-¿En nuestro país podría suceder algo así?
-Argentina con cuarenta años de democracia tiene una gimnasia política que hará muy difícil que esa experiencia pueda replicarse. Una cosa es que una fuerza de derecha llegue al poder y otra cosa que se extienda o tenga capacidad de poder. Milei no tiene representación territorial a nivel provincial y sin mayoría parlamentaria. Si es por la principal coalición, es decir el sector más duro del PRO, podría darse. La diferencia es que Argentina todavía tiene reaseguros institucionales y políticos para evitar sostener proyectos políticos que avalen la violencia.
-¿La diferencia también es el poderío de las fuerzas armadas, no?
-El control a las fuerzas armadas y de seguridad es muy diferente, los ministerios de Bolsonaro fueron ocupados por miembros de las fuerzas armadas, su figura permeó en esas fuerzas y la policía, en las cúpulas y en los mandos medios y bajos. Incluso se discute aún sobre el rol y la posible inacción frente a los hechos del domingo pasado. En Argentina estamos bastante lejos de la injerencia de las fuerzas armadas.
La economía y el perfil de Lula
-¿Se va a cerrar la economía de Brasil?
-La gran pregunta es cuál será la política económica de Lula y otras políticas públicas. El primer gobierno fue una política muy ortodoxa, con estabilidad macroeconómica y cuentas fiscales ordenadas. Uno esperaría que a diferencia de Dilma, Lula tenga control macroeconómico y no un cambio abrupto. La pregunta es si los acontecimientos del pasado domingo pueden radicalizar bases políticas del PT y esperar un Gobierno con mayor intervención y revisionismo. Ha corrido mucha agua bajo los zapatos de Lula y el PT, el interrogante es que tan pragmático va a ser, si el presidente será un líder pragmático y conciliador o se inclinará a la izquierda latinoamericana más tradicional. Un gran pregunta que se irá develando a medida que pasen los días del gobierno.
-Si bien hay muy buena relación entre los gobiernos de Lula y Alberto Fernández, las autoridades económicas brasileñas ya descartaron la posibilidad de establecer una moneda común entre ambos países. ¿Cómo será la relación en materia económica?
-La llegada de Lula va a permitir oxigenar el vínculo bilateral que estuvo frenado cuando Bolsonaro era presidente ya hubo apenas hubo un encuentro bilateral con Fernández. El vínculo se va a fortalecer con proyectos comunes. Soy bastante escéptico en cuanto a una política más profunda como la idea de una moneda común que está bastante lejos. Es muy difícil pensar que ambos bancos centrales puedan coincidir en una misma moneda cuando no lograron una mínima relación macroeconómica. Eso sí, hay mucho espacio para avanzar con la cooperación en materia biotecnológica y política fronteriza, entre otras.