Una turba saqueó y destruyó en la vecina localidad de Pérez la casa de uno de los sospechosos del crimen de Ivana Garcilazo. La irrupción en la vivienda se dio este miércoles por la tarde, luego de que se hicieran públicas las identidades y rostros de los prófugos sindicados por haber arrojado un piedrazo mortal a la hincha de Rosario Central.
Este miércoles al mediodía, un grupo de personas se presentó en la casa de Damián Reifenstuel y robó y destruyó todo a su paso. No muy lejos, un patrullero buscaba al sospechoso, aunque sin éxito.
La propiedad fue prácticamente desmantelada. En el patio de la cabaña, entre la vegetación frondosa, quedaron apuntes desperdigados, anotaciones íntimas, maderas, un colchón percudido y un instrumento musical. También pudo verse a dos jóvenes cargando las dos hojas del portón de acceso.
A la tardecita, sólo quedaba una postal triste: el perro del prófugo, que merodeaba entre los despojos. Otra víctima de la sinrazón.
No estaba claro si los saqueadores eran vecinos o personas que obtuvieron el domicilio de Reifenstuel, que se desempeñaba como docente de Química y, tras el crimen de Ivana, presentó una renuncia en la institución donde trabajaba.
Según explicó este miércoles el fiscal Gastón Ávila, Reifenstuel, el otro sospechoso, Ariel Cabrera, y un tercero –aún no identificado– se reunieron en la casa ahora saqueada el 30 de septiembre para diagramar acciones en procura de su impunidad.
Reifenstuel desapareció de su casa y su trabajo. “Primero llamó a la escuela para decir que estaba enfermo, pidió licencia médica y después renuncia”, dijo el fiscal.
Cabrera “continuó con su vida, pero cambió su fisonomía”. “Esa persona usó el pelo largo con rodete cinco años y se cortó el pelo”, siguió el fiscal y añadió que luego sí modificó su rutina. Hasta allí siguieron el rastro los investigadores.