El sábado 7 de enero en las calles de Rosario se cometieron cinco asesinatos, todos con armas de fuego y con distintos trasfondos. Ajustes entre bandas, víctimas que quedaron en medio de balaceras, un adolescente abatido por un policía en legítima defensa y otro que es materia de investigación. Cinco muertes violentas que fueron un mazazo a las expectativas que trae el cambio de año, después de un 2022 teñido de sangre y con récord de homicidios.
Uno de los casos fue el de Ariel del Luján Simoncini, un comisionista de 54 años cuyo cuerpo fue hallado a las 16 en Zelaya y Matheu, un sector de clase media de barrio Alberdi.
El cuerpo estaba dentro de una camioneta Citroën Jumper. No fue difícil para los investigadores establecer la identidad: rápidamente hallaron el DNI. Pero sus familiares se enterarían varias horas después. Simoncini tenía un disparo en el cráneo y otro en el torso.
¿Qué hay sobre el caso? Los investigadores prefirieron mantener las hipótesis en reserva, pero a esta altura la única teoría es la del homicidio en ocasión de robo. Simoncini fue hasta ese punto de barrio Alberdi para concretar una operación de compraventa pactada por Marketplace. Tenía una suma de dinero importante que le fue sustraída. Aparentemente, era para comprar una moto.
La secuencia fue brutal: lo ejecutaron para acallarlo y asegurar el botín. En la camioneta quedó el celular y la billetera, elementos cuya presencia, en un principio –en una ciudad con ejecuciones mafiosas a la orden del día–, dieron lugar a especulaciones erróneas sobre el móvil del crimen.
Se sospecha que los homicidas actuaron con dos motos y un auto de apoyo, por lo que se presume que se trata de un grupo organizado que ya cometió robos violentos con víctimas desprevenidas, oriundas de localidades cercanas a Rosario.
Simoncini fue velado los días domingo y lunes en Casilda, en medio de la conmoción de sus familiares y allegados. Tenía dos hijos, uno adolescente y otro pequeño. Era ciclista y competía en el certamen Rural Bike.
En un posteo de Facebook, Carina, una amiga de Casilda, puso palabras al desconcierto y al dolor que asaltó a los allegados de la víctima: “Nuestro grupo de wasap de la Barra del '86 se comenzó a activar con preguntas, dudas, y mucho dolor, no lo queríamos creer, no entendíamos. Si lo vi esta semana... si estuvo acá en la graduación de su hijo mayor sentado cerca mío... si le puse me gusta el otro día que ganó otro trofeo de ciclismo... y así pasaban los minutos. Hasta que llegó la confirmación, le habían arrebatado la vida a nuestro compañero de secundaria, lo habían matado, le han robado un padre a sus hijos, un esposo, un compañero ejemplar, sumamente cariñoso y servicial. De golpe el dolor, las lágrimas y la bronca nos sumió a todos en una profunda tristeza. LE ROBARON LA VIDA A NUESTRO ARIEL”.