Un preso de Coronda fue imputado este lunes por haber extorsionado en noviembre pasado a un vecino suyo que tiene una panadería en el barrio Fisherton Industrial. Pablo Samuel Corvalán, de 31 años, que ya estaba detenido por integrar una violenta banda que fue noticia en 2022 por la insólita manera que usaba para ingresar teléfonos a una cárcel, ahora sumó una acusación del fiscal Franco Carbone por haberse comunicado con el comerciante, al que le exigió un pago de medio millón de pesos a cambio de no atacar su casa y su local.
Carbone precisó ante el juez Pablo Pinto que el preso envió mensajes el 25 y 26 de noviembre pasado a su vecino, a quien le dio detalles del funcionamiento de su comercio y de los integrantes de su familia para luego extorsionarlo con el pedido del dinero para no sufrir un ataque a tiros.
La víctima no respondió los mensajes ni los llamados, y radicó de inmediato la denuncia. En una requisa que se llevó a cabo el 30 de noviembre pasado, al recluso se le secuestró un celular en su celda del pabellón 12 de Coronda. Rápidamente, se pudo establecer que el interno tenía registrado un domicilio familiar a pocas cuadras de la panadería objeto de las intimidaciones.
Corvalán había sido noticia en noviembre de 2022, cuando fue acusado como miembro de una banda liderada por el preso Edgardo Ávila, cuyo padre –llamado igual– era policía retirado y tenía un rol importante en la organización. Parte de esa estructura estaba alojada en la unidad penitenciaria Nº 3 de Rosario, y según escuchas telefónica, tenían una insólita manera de entrar teléfonos a prisión: con una caña y un alambre “pescaban” los dispositivos que alguien desde el exterior les acercaba adentro de una media que enganchaban al alambre.
Tanto en la causa por asociación ilícita como en esta nueva imputación, al recluso le atribuyeron ser el encargado de comunicaciones de las víctimas de extorsiones. En ambos casos recibió prisión preventiva efectiva por el plazo de ley.