Agustín de la Encina, el joven de 26 años que murió el lunes en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca) tras una pelea con otros reclusos en la Unidad Penitenciaria Nº 11 de Piñero, estaba alojado en uno de los pabellones para presos de alto perfil desde mayo de 2024. Antes había estado en Coronda, a donde ingresó por una causa de venta de drogas en el centro de Rosario. Sin embargo, dentro de dicho penal sus negocios crecieron progresivamente, y luego fue acusado por estar vinculado a un cargamento de 32 kilos de cocaína que pertenecía a la hermana del capo narco Esteban Lindor Alvarado y también por el intento de asesinato de una chica rosarina.
El joven rosarino ingresó al Heca en un móvil de emergencias desde la cárcel de Piñero y murió producto de las múltiples heridas de arma blanca que sufrió tras una presunta gresca con otros reclusos. Hay medidas investigativas en curso para identificar a el o los agresores y para determinar los móviles del crimen. La fiscal de Homicidios Dolosos María de los Ángeles Granato pidió el secuestro de los teléfonos celulares de tres agentes del Servicio Penitenciario.
El crimen fallido
A mediados de 2023, De la Encina pasaba sus días en la cárcel de Coronda procesado por una causa menor de tráfico de drogas. Lo habían detenido a fines de 2021 con 700 gramos de cocaína en un departamento de Pellegrini y Laprida, frente a la plaza López. Según escuchas judicializadas, “ponía la papota” para comprar privilegios dentro del penal, donde estudia Derecho. Su rubro legal, antes de caer preso, era la asesoría de seguros.
Pero en octubre de 2023 la situación procesal de este ignoto jugador del narcomenudeo del centro rosarino se tornó más oscura. Una investigación del entonces fiscal de Homicidios de Rosario Gastón Ávila lo ubicó como el instigador de un intento de asesinato cometido en marzo de ese año. La causa expuso una trama de venta de drogas con actores de clase media acomodada.
La mujer a matar se llama Maia, quien recibió cuatro tiros en la noche del 30 de marzo por parte de dos matones que la citaron al lado de un montel en la ruta 34. La chica sobrevivió, pero recién pudo declarar cinco meses después. Su testimonio, junto con otros de testigos (algunos reservados), e impactos de antenas telefónicas, apuntaron al preso De la Encina.
En la noche que le dispararon, la mujer se había acercado al motel porque, según la causa, le habían prometido 100 mil pesos y un frasco de cogollos de marihuana como parte de pago de los 3.800 dólares que el dealer del centro le debía.
“Agustín sigue vendiendo desde la cárcel y estudia derecho. El kilo de cocaína lo iban a comprar a medias, no sabe a quién, sólo que tenían que pasar la frontera y no llegó. Maia empezó a reclamar plata y allí fue cuando recibió los primeros disparos”, dijo un testigo de la causa por tentativa de homicidio hace un año.
Esos “primeros disparos” fueron en el marco de un ataque previo al intento de asesinato, el 25 de marzo, que la mujer no denunció. Le habían disparado en Cochabamba y Liniers cuando paseaba a su perro, y la pudo contar sólo por la mala puntería de los tiradores.
Lo cierto es que De la Encina fue acusado de haber contratado a los dos tiratiros desde su lugar de detención para que le tiendan una trampa mortal a Maia. El pasado 6 de octubre la jueza Verónica Lamas González le dictó prisión preventiva sin plazos y así, acaso, le frustró una salida en el mediano plazo.
“Jackpot”
En 2024, De la Encina quedó involucrado en una causa por narcotráfico en la que fue indagada Yanina Carina Alvarado, hermana del condenado jefe narco Esteban Lindor Alvarado, señalada como responsable de los 32 kilos de cocaína que se incautaron en julio del mismo año a un taxi de Rosario y a un auto particular en una estación de servicios ubicada en la ruta nacional 9, a la altura de San Pedro.
Se cree que la mujer delegaba la parte logística del transporte de la droga en un bróker de seguros rosarino que estaba preso, en ese momento, en Coronda. Era De la Encina.
De acuerdo a la investigación de los fiscales federales Santiago Alberdi y Matías Mené del área de Investigación y Litigios de Casos Complejos de Rosario, Yanina Alvarado mantenía frecuentes comunicaciones telefónicas desde hace dos años con el recluso De la Encina, que fue allanado en su celda el 2 de julio, un día después de la incautación de la cocaína en San Pedro.
Para la investigación, la droga era traída desde Buenos Aires a Rosario y en la ciudad era distribuida, generalmente, en taxis y remises truchos. Casualmente, la causa se inició por el secuestro de 10 kilos de cocaína a dos pasajeros que viajaban en un taxi el 4 de diciembre de 2023 y que fueron detenidos en Alsina y Ocampo, en el barrio Bella Vista.
De la Encina tuvo un allanamiento en su celda de la cárcel de Coronda –estaba alojado en ese penal provincial pese a ser un preso federal– en el marco del operativo "Jackpot" de la División Antidrogas de la Policía Federal, bautizado así por el número 777 que apareció en los envoltorios y sellos de los 30 panes incautados de la droga el 1º de julio en territorio bonaerense. El número, según un diccionario de jerga compilado por la DEA, también refiere a la cocaína, así como el más popularizado 420 se usa para referirse a la marihuana.
El procedimiento callejero abrió pistas que condujeron al broker y a una mujer que, según los investigadores, sería la “encargada extramuros” de los negocios de este joven de 26 años: Ayelén Alarcón fue allanada por la PFA en su departamento de Silva y Del Valle Ibarlucea, en pleno Arroyito.
La banda, de acuerdo con los investigadores, está integrada además por los hermanos Misael (31) y Fernando R. (30), ambos empleados del rubro taxista. Los dos hombres llevaban el cargamento de cocaína y fueron detenidos en el bar de la YPF de San Pedro en la madrugada del 1º de julio.
Según algunos indicios recolectados por los investigadores, la operación para transportar los 32 kilos de cocaína de Buenos Aires a Rosario se hizo gracias a que algunos miembros de la organización fueron a comprar dólares blue a una cueva financiera situada en Mitre y Catamarca, frente a un hotel céntrico.
En la causa parecía que todo se agotaba en ese interno de Coronda como el dueño de la cocaína secuestrada. Sin embargo, de su celular incautado se desprendieron conversaciones con una antigüedad de dos años con Yanina Alvarado, a quien siempre le rendía cuentas de operaciones narco, le hacía transferencias bancarias o le hacía llegar dinero en efectivo.
Yanina Alvarado fue ubicada por la División Antidrogas de la PFA Rosario en su casa de Cochabamba al 6800, donde cumplía prisión domiciliaria por una condena unificada a 11 años de prisión –que se le dictó el año pasado– por tráfico de droga y portación ilegal de un arma.