Una mujer policía con licencia psiquiátrica, que además es la ex pareja de un policía que se encuentra prófugo y ya fue exonerado por conspirar en favor de la banda de Los Monos; un uniformado que no era tal, un detective trucho y un falso testigo. Estas cuatro personas resultaron detenidas en la medianoche del miércoles mientras estaban, por razones que se desconocen, en un vehículo estacionado en la zona noroeste. En ese vehículo supuestamente no había armas, aunque la fuerza que intervino en el procedimiento dejó constancia del hallazgo de una vieja pistola de plástico de un videojuego de principios de la década del 90.

Según se supo a partir de fuentes policiales, el cuarteto fue identificado alrededor de las 23 del miércoles por un móvil del Comando Radioeléctrico (CRE) dentro de un Toyota Corolla que estaba estacionado en Pampa y colectora Juan Pablo II, barrio Belgrano, tras el llamado de una persona que los juzgó en actitud sospechosa.

La presunción del llamante no era errada: al menos dos quedaron detenidos por usurpación de títulos y honores ya que no pudieron acreditar ser policías, indicaron fuentes judiciales.

El procedimiento despertó todo tipo de especulaciones. Fuentes ligadas a la investigación indicaron que la mujer policía, Gabriela B. (46), dijo estar con licencia por carpeta médica y ser numeraria de la subcomisaría 20ª, de la zona sur.

Según fuentes judiciales, la uniformada es la ex pareja y madre de los hijos de Juan José Raffo, un policía de alto perfil mediático que a fines de la década de 2000 denunció la existencia de cajas negras policiales, pero años después fue exonerado por haber sido condenado a 5 años y 10 meses por el delito de integrar una asociación ilícita, precisamente por filtrar información a la vieja banda de los Monos.

Hoy Raffo se encuentra prófugo: su nombre apareció en una investigación reciente que tiene en la mira a un entramado de narcos, policías oscuros , arbolitos y barrabravas: una asociación ilícita que también operaría con el sello monos, según la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos.

Según las fuentes del caso, en el Corolla también había un hombre, Lucas Daniel D. (34), que estaba vestido de policía y dijo trabajar en la sub 20ª, pero esto no pudo acreditarse.

Además, en el auto se encontraba Alejandro D. (27), familiar del falso policía de la sub 20ª. Según pretextó este hombre, fue “levantado” en calidad de testigo para un allanamiento mientras caminaba por barrio Ludueña.

Por último, la versión del conductor del Toyota, Gustavo M. (34), también habría resultado falsa: dijo ser “empleado de la PDI” (hoy Agencia de Investigación Criminal - AIC), según indicaron desde el CRE. Lo llamativo sobre este detective trucho es que posee domicilio a escasos metros de Lucas y Daniel D., en la zona noroeste, es decir que son vecinos.

Aunque parezca inverosímil, según el CRE los sospechosos dijeron que estaban esperando la autorización de un fiscal para realizar un allanamiento. En el auto había oficios judiciales de un juzgado de Familia –es decir, no penal– fechados en 2020 y 2023, y un descargo judicial a nombre de Gustavo M., el supuesto agente de la AIC.

Más extraño aún resulto el hecho de que cuando los policía del CRE consultaron por las armas reglamentarias, los falsos uniformados dijeron habérselas “olvidado”, al menos según la versión policial.

En cambio, el CRE dejó constacia del secuestro de un arma de plástico, que resultó ser una reliquia del Lethal Enforcers, un videojuego de disparos con pistola de luz de principios de la década del 90 donde el jugador toma el papel de un policía.

Interviene por parte de la Fiscalía el fiscal de Flagrancia de turno, Damián Cimino. Los sospechosos fueron alojados en la base de la AIC, al menos durante la noche.