El testimonio de una mujer que sobrevivió cuatro balazos fue el puntapié para desentrañar un trasfondo de narcocriminalidad con actores de clase media acomodada. El caso tiene imputado a un productor de seguros rosarino, que se encuentra alojado en la cárcel de Coronda, por una causa de venta de drogas.
El joven en cuestión, identificado como Agustín D.L.E.C. (25), fue acusado este viernes de ordenar el asesinato de Maia Y. (40), que en marzo fue citada al kilómetro 4 de la ruta 34, al lado de un motel, donde fue víctima de una emboscada. Consecuencia de las heridas, la mujer quedó parapléjica y con atrofia muscular en un brazo. No fue hasta agosto que pudo declarar, aún con dificultades y con la asistencia de una especialista.
La investigación encabezada por el fiscal de Homicidios Gastón Ávila ubicó como instigador del intento del homicidio agravado de Maia a Agustín D.L.E.C., un joven con estudios terciarios en marketing, y actualmente procesado por tráfico de estupefacientes con fines de comercialización. El sospechoso fue imputado y la jueza Verónica Lamas González le impuso al menos dos años de prisión preventiva.
La acusación señaló que entre diciembre y enero, Agustín recibió 3.800 dólares de parte de Maia, un dinero que recibió un familiar del acusado y que tenía como objetivo “comprar cocaína”. La plata fue entregada bajo promesa de ser devuelta en una semana, con un extra de 200 dólares, es decir, un total de 4 mil.
Según la acusación, el préstamo no fue cancelado, y Maia comenzó a reclamar la devolución por mensajes de WhatsApp, lo que para la Fiscalía se convirtió en el móvil del intento de asesinato de la acreedora por parte del deudor.
Así, Agustín D.L.E fue acusado de haber contratado a dos tiratiros desde su lugar de detención para que le tiendan una trampa mortal a Maia. Primero, dijo el fiscal, propuso como parte de pago la entrega de 100 mil pesos y un frasco de flores de marihuana. En este marco, le mandó a Maia un número para coordinar la entrega del dinero y los cogollos.
El encuentro que se concretó a las 21 del 30 de marzo a metros del motel de ruta 34. La mujer fue hasta allí en moto y se encontró en ese lugar alejado con dos desconocidos, uno de los cuales le dijo “¿querés tu plata”? y le disparó cuatro tiros con una pistola .380. La dupla dio por muerta a la víctima, escapó y nada se sabe de ellos.
Maia sufrió heridas de bala en la columna cervical, tórax y pelvis. Una ambulancia la trasladó al hospital Eva Perón, donde estuvo en terapia intensiva y transitó una convalecencia de meses.
En la audiencia, el imputado hizo uso de la palabra; se dijo amigo de la Maia, y negó tener motivos para haberla mandado a matar. Sin excederse en detalles, rechazó el relato de la víctima. Desde su entorno, indicaron a Rosario3 que aguardan las pericias de los celulares en las que, según el sospechoso, surgiría otra versión de los hechos. “Restará producir prueba y ver lo que surge en los teléfonos para poder acreditar esta cuestión”, plantearon desde la defensa.
Un año y medio atrás, Agustín D.L.E. fue detenido en un departamento cercano a la Plaza López, donde la Policía Federal secuestró 700 gramos de cocaína. “Movía fuerte el muñeco”, consideró un detective de esa otra investigación a Rosario3.
Por ese expediente federal se encuentra procesado en prisión preventiva, alojado en la cárcel de Coronda, donde cursa la carrera de Derecho. Este dato fue aportado por un testigo reservado hace cuatro meses, y resultó útil para su identificación, puesto que los investigadores repasaron la nómina de estudiantes y dieron con su nombre completo cuando el sospechoso todavía era un fantasma. Luego, intervenciones telefónicas sugirieron que, por su capacidad económica, el recluso pagaría para obtener beneficios y comodidades en el penal.
En la audiencia, la fiscalía también presentó evidencias con informaciones asociadas a líneas telefónicas, Imei e impactos en antenas con cobertura en Coronda, que parecen comprometer al sospechoso y fueron valoradas por la jueza.
Para junio, Maia había pasado a una sala común con pronóstico estable, pero incapacitada de hablar, ya que estaba traqueotomizada. Por esos días, un testimonio reservado aportó los primeros datos importantes. El testigo indicó que Maia había sufrido un atentado previo, el 25 de marzo en la zona de Liniers y Cochabamba. Un hecho que no fue denunciado.
“Ella es una persona despreocupada, cree que el mundo es glorioso y que no había que hacer nada”, fue la explicación de otro testigo, respecto de la decisión de la víctima de no judicializar ese antecedente grave.
“Yo me imaginaba que Maia vendía, que hacía alguna movida, calculo para su consumo, pero no sé bien”, dijo una amiga, en un repaso de la vida de la mujer, donde abundó en detalles de internaciones por consumos desde la adolescencia y otras tribulaciones. Aportó además que “le compraba drogas a Agustín, en un departamento cerca de plaza López”.
"Yo creo que fueron sicarios que mandó Agustín, no sé por qué me hizo esto, si no me iba a devolver el dinero me lo hubiese dicho”, dijo Maia en agosto, con la integrante del equipo de atención a víctimas. Dijo que se conocieron hace tres años por juntas en común. La mujer ya no volverá a caminar.