El supuesto ofrecimiento de una coima de 20 millones de pesos y la difusión de su arresto puso el ojo mediático sobre la figura de Hernán “Damasco” Tolosa, el narco oriundo de Las Rosas –localidad cabecera del departamento Belgrano– que permaneció prófugo desde junio de 2019 hasta su caída fortuita el martes pasado en el pueblo de Centeno. Antes de su detención, Tolosa era apenas un nombre conocido por ciertos policías y operadores de la Justicia federal. En el expediente que lo sindica como líder de una organización narco en su ciudad no hay mencionado siquiera un tiro o episodio de violencia, lo que le valió cierto blindaje ante la prensa. Sus consortes de causa, pata policial incluida, ya fueron condenados a penas entre 3 y 6 años en 2022 con nula repercusión.
La causa que ahora lo tiene detenido se nutrió de varias denuncias surgidas entre 2016 y 2018 en el departamento Belgrano. Una de ellas hizo foco en Damasco, a quien señalaron como cabecilla de una “narcofamilia rosense”; en los “soldaditos de Damasco” o los “vendedores ambulantes” de droga.
Su mano derecha, Gabriel “Peke” Machado, no llegó a ser detenido. Once meses antes de que la causa saliera a la luz con 13 allanamientos en Las Rosas (hubo una medida extra en Rosario), Machado murió a los 31 años a raíz de un siniestro vial en la ruta 178.
La figura de Machado fue el puntapié de la pesquisa allá por junio de 2016 a partir de una presentación de Asuntos Internos que llegó a la Fiscalía Federal 2, la cual indicaba que este rosense “se dedicaría al tráfico de drogas en el departamento Belgrano, concretamente en los cementerios de Las Parejas, Armstrong y Las Rosas, en connivencia con funcionarios de la Policía de Santa Fe”.
Los investigadores se toparon en varias ocasiones con la sombra de la protección policial. En una página del expediente surgió el nombre de un comisario de Armstrong que “recorría distintos puntos de venta de droga de la zona con el objeto de «recaudar su comisión»” y también se señaló que “llevaría la droga desde Santa Fe hasta los repartidores”. Ya en 2016 un contacto no identificado lo alertó de una supuesta investigación penal en su contra: "La Policía antinarcóticos de Córdoba tiene tu nombre".
Tolosa, indicaron, estuvo investigado como posible proveedor del llamado Clan Gallardo, ligado al hampa de la localidad santafesina de Frontera y su vecina, la ciudad cordobesa de San Francisco. Trece integrantes de esta banda fueron condenados en 2021 a penas de hasta 12 años de prisión en juicios abreviados.
La línea que tenía a Damasco como proveedor, sin embargo, no prosperó. Como tampoco fueron refrendadas las versiones que lo ubicaban abasteciéndose de ladrillos de cocaína mediante vuelos clandestinos en la zona rural de Las Rosas. O la provisión de “escama” en Morón, Buenos Aires. O los viajes a Orán, Salta, de “El Pelado”, uno de los soldaditos, por caminos meticulosamente diagramados para evitar ser interceptado.
Durante la instrucción de la causa, las tareas de campo, primero de la Policía Federal y luego de Gendarmería, ubicaron a Damasco frecuentando distintos domicilios en Las Rosas. Uno de ellos, su casa, donde funciona una librería hasta el día de hoy. También lo mencionaron como un habitué de una chacra ganadera, “Don Miguel”, ubicada a cinco kilómetros de la localidad. Y del bar “El Ruso” que frecuentaba diariamente y en el que “concertaría encuentros con distintas personas a las cuales provee de estupefacientes”, según reseñaron fuentes de la causa.
Lo cierto es que Tolosa cultivó un perfil bajo, muy distinto al de los transas de Rosario que a diario azuzan la crónica policial con guerras permanentes, muertes y el culto a la mafia. Una escucha judicializada entre un NN y Damasco dio cuenta de las formas de un hombre volcado a los arreglos. Acaso la razón por la que se mantuvo prófugo durante cuatro años y siete meses.
-NN: “Recién ahora se empezó a mover un poquito más porque arranqué cayetano”.
-Damasco: "No, está bien, así tiene que ser".
El narco rosense apenas tenía una mancha en su prontuario. En abril de 2012 lo detuvieron llevando 70 gramos de cocaína y 400 de marihuana, lo que le deparó un procesamiento por tenencia simple de estupefaciente y finalmente una suspensión del juicio a prueba en marzo de 2016.
Sin embargo, cometió la torpeza de ser escuchado en sugerentes conversaciones sobre negocios ilícitos. Ello, y un módico incremento patrimonial injustificado (la adquisición de un camión, una Honda African Twin una Ford Ranger) determinaron el pedido de su captura.
En febrero de 2022 el grueso de la banda fue condenado por el Tribunal Oral Federal 1 de Rosario. Mauricio “Pichu” Tolosa recibió 4 años de prisión como partícipe secundario del delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, agravado por la intervención organizada de más de tres personas; Jorge “Viejito” T., 3 años; María “La Negra” R., 3; Alexis L., 6; Claudio “Pelado” F. 6; Miguel, padre de “Damasco”, 3 en suspenso. Todos consintieron acuerdos abreviados.
Un policía de Las Rosas, el subinspector Fabricio G., dio pelea unos meses más y finalmente se declaró culpable en mayo de ese año. Estuvo tres años en prisión preventiva, desde el día de los allanamientos en 2019.