Este miércoles, Noelia Santinello de 43 años, mamá de Glenda de 14, docente desde hace dos décadas, llegó a Tribunales pasadas las 11.30 acompañada de familiares, amigos y organizaciones sociales. Una hora después ingresó a la sala cuatro del piso uno, donde los jueces Rodrigo Santana, Hebe Marcogliese y Nicolás Foppiani leyeron la condena de 19 años para Carlos Maliandi, su ex pareja y el responsable de que su rostro, cuello, piernas y manos estén quemados, que haya sufrido reiteradas intervenciones quirúrgicas, que no pueda consumir alimentos sólidos, que haga rehabilitación nueve veces a la semana porque el 28 de julio de 2021, Noelia estuvo a punto de morir.
El veredicto fue claro y marcó un precedente. Los jueces hicieron un repaso por el vínculo entre las dos partes, destacaron la relación de poder que ejerció Maliandi sobre Santinello por más de dos años, destacaron la firmeza y contundencia en las declaraciones de Noelia y apuntaron sobre la revictimización y la ausencia de protocolos con la que actuaron las instituciones involucradas en el caso - que deberán capacitarse en perspectiva de género - desde el colegio donde la docente trabaja, como así también profesionales de Emerger, policías y personal de urgencia del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez donde fue atendida Noelia aquel 28 de julio luego de ser golpeda, ahorcada e incendiada
Desde un primer momento la hipótesis del acusado fue la misma: intento de suicidio. Sin embargo, quedó comprobado por las quemaduras en el cuerpo de la “seño Noe”, como la llaman sus alumnos, que se trató de algo intencional.
Noelia pasó un mes internada por las heridas en su cuerpo, algunos órganos no le funcionaban, debieron hacerle una traqueotomía, injertos en distintas partes de su cuerpo, se mareaba y soñaba que su ex regresaba a terminar lo que había empezado y aún no pudo recuperar su trabajo porque antes debe pasar otra vez por el quirófano. “Mi destino estaba en manos de este tribunal”, le dijo a Rosario3 luego de conocerse finalmente la condena.
Para la figura legal soy víctima pero yo dejé ese lugar para ser Noelia. Mamá. Mujer. Docente
Además de la figura de tentativa de homicidio doblemente agravado por haber mantenido una relación y por el contexto de violencia de género en el que fue cometido el intento de femicidio, el hombre de 51 años que trabajaba en el Ministerio de Educación, fue condenado también por tener sin autorización legal, bajo su custodia, un arma de fuego a la cual describieron como "dispositivo de disparo denominado bolígrafo, calibre 22 corto, 13,5 centímetros de longitud de color dorada con el extremo gris, tres cartuchos intactos calibre 22 corto y una vaina servida calibre 22 corto” y el cual guardaba en la mesita de luz de Glenda, de solo once años.
Noelia no se consideró nunca una víctima, se pronunció desde un inicio como sobreviviente y se preparó durante tres años para “enfrentar este momento”. Y así fue. La mujer participó del proceso judicial porque lo consideró “necesario” para cerrar la historia y volver a empezar.
Escuchó los alegatos de su ex pareja -quien sostuvo repitió siempre que ella se quiso matar y él la salvó dejándola en el hospital sin hablar con médicos ni brindar detalles claves como que era alérgica a la sulfamida y penicilina ni que hacía 12 días la habían operado de la vesícula-. Lo miró a la cara porque el acusado estuvo presente en dos audiencias y luego se conectó por Zoom, pero cuando la denunciante habló, él agachó la cabeza y apuntó sus ojos al piso. Estuvo atenta a las declaraciones de 40 testigos, tomó nota de lo que dijeron, desmintió cosas, repasó los inicios de la relación con Carlos cuando abrieron los dispositivos electrónicos de ambos y en los alegatos previos a la sentencia, pidió la palabra.
La docente sostuvo entre sus manos -que aún están cicatrizando- el micrófono inalámbrico y le habló al tribunal mirándolos a los ojos. Contó lo que recordaba y mostró las marcas físicas que hablan por sí solas. Lo hizo para demostrarles que “no se trata de un número más, sino de una persona que está intentando seguir adelante con una vida que cambió por completo”.
Además, le explicó a la fiscal Gisela Paolicelli que no solo enfrentó la instancia judicial por ella sino también “por todas las mujeres que hoy no están”.
“Mi vida estaba en manos del tribunal”, dijo la docente después de escuchar que la pena para su ex era de 19 años, y señaló que el juicio fue parte del proceso para cerrar una historia cruel, dura y dolorosa que nadie merece vivir.
La “seño Noe”, como la llaman sus alumnos, explicó que durante todo el juicio se sintió “cuidada” y señaló: “Para la figura legal soy víctima pero yo dejé ese lugar para ser Noelia. Mamá. Mujer. Docente”.
Noelia Santinello deseó que ese mensaje de superación y resistencia que trató de transmitir en las audiencias, le llegue a todas aquellas mujeres que estén atravesando una instancia como la de ella, que pidan ayuda y que la Justicia las vea a tiempo.